lunes, 26 de julio de 2010

Redes sociales virtuales y la economía del regalo

La economía del regalo o economía del don no es en realidad un concepto nuevo. Esa idea altruista de aportar gratuitamente a una comunidad, que parece ponerse de moda por mor del desarrollo de la Web 2.0 o la expansión del software libre es, en realidad, una teoría social y una utopía que, de una forma u otra, han estado presentes desde muy antiguo, puede que desde siempre.

Según razona Chris Anderson en su libro 'Gratis', parece que, de alguna manera, ésta podía ser hasta la forma más natural de economía en los tiempos remotos. Fue hacia el siglo XVII cuando se establecieron definitivamente el mercado y el dinero y una economía más cercana a la actual en que el dinero juega un papel esencial. Las teorías de Adam Smith y el triunfo del capitalismo, apuntalaron aún más esa situación.

Prosigue Anderson indicando que hubo resistencias a ese auge del capitalismo, señalando como casos notables los de Karl Marx o anarquistas como Piotr Kropotkin.

Sin restarle importancia a la visión histórica que, evidentemente la tiene, lo que más me interesa señalar viene a continuación.

Opina Anderson que si estos intentos utópicos fallaron fué, fundamentalmente, 'por culpa' del número de Dunbar. Como ya mencionamos en alguna otra ocasión, este número indica el tamaño de los grupos sociales humanos y su valor es de 150. Por grupo se entiende el conjunto máximo de humanos en que todos y cada uno de sus miembros se conocen entre sí y saben sus relaciones entre ellos y si son amistosos u hostiles. Este número parece guardar relación con el tamaño del neocórtex cerebral y, por tanto, es de alguna manera, una característica humana.

Si los seres humanos no son capaces de establecer fuertes vínculos más que con 150 personas, parecería muy difícil generalizar una economía del regalo, orientada al bien de la comunidad, en los tiempos modernos fuertemente globalizados.

A partir de aquí se abren interrogantes y posibilidades. Opina Anderson que el mundo virtual (supongo que, sobre todo, las redes sociales virtuales) podrían permitir romper esa limitación impuesta por el número de Dunbar.

Hay factores a favor de opinar así. Quizá, la existencia de la Wikipedia pueda ser la mejor prueba. Sin embargo, si el número de Dunbar está ligado a nuestro tamaño y estructura cerebrales, no queda claro (tampoco aseguro lo contrario) que el apoyo de los medios virtuales nos vaya a permitir salvar la limitación que este número pueda suponer.

También vimos que, en opinión de Nicholas Christakis y James Fowler, las redes sociales virtuales actúan a modo reflejo de la realidad social y que, incluso, el número de Dunbar, parece estar presente en nuestro comportamiento en, por ejemplo, Facebook, donde el número medio de amigos parece aproximarse al famoso 150 de Dunbar.

Todavía estamos empezando a entender lo que esta revolución 2.0 y toda la nueva economía y cultura asociada están suponiendo realmente. Ahora mismo parece que los medios 2.0 están favoreciendo la emergencia de economías del regalo pero, en cierto sentido, sólo para nichos, especialmente ligados a la creación de carácter intelectual, a esa 'economía de los bits' que nos dice Anderson donde, por ser el coste marginal de producción y distribución cercano a cero, parece viable la gratuidad, el regalo y todo lo que éste lleva consigo.

Tema interesante donde los haya y sobre el que no sabemos muy bien qué nos puede deparar el futuro.

2 comentarios:

  1. Solo un detalle: Compartir no es regalar, es añadir... sumar ;-)

    Muy interesante. Saludos, Jaume.
    http://twitter.com/besmarthinkfree

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  2. Gracias por el comentario, Jaume, y por pasarte por este blog.

    A lo mejor habría que definir bien lo que se entiende por regalo pero, de alguna forma, ese añadir, ese sumar que mencionas, si se hace sin contrapartida no deja de ser una forma de regalo...aunque, en próximos artículos en este blog se ve que puede existir una contrapartida, económica o no, a ese presunto 'regalo'.

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