viernes, 31 de diciembre de 2010

Bibliografía 2010

Al igual que hice el año pasado, resumo en este artículo mis lecturas de este año 2010 en materias relacionadas con la temática de este blog, es decir: tecnología, economía, empresa y sociedad en el mundo digital.

Y, al igual que el año pasado, agruparé mis lecturas en tres bloques, con las mismas definiciones:

Management: todo lo que tiene que ver con la empresa y contexto, como macroeconomía, finanzas, estrategia, marketing, tendencias, habilidades directivas, etc.

Tecnología: como su propio nombre indica...

Temas limítrofes: libros de otras disciplinas de conocimiento pero que guardan algún tipo de relación e influencia con la tecnología o la empresa.

Según esa clasificación, los libros leídos este año 2010 que hoy cerramos, algunos de los cuales he comentado en este blog bajo la etiqueta "Libros", son:

Management:
Tecnología:
Temas relacionados:
Puestos a establecer un ranking, una clasificación que conjuge tanto la calidad del libro como el interés particular que en mí ha despertado, un orden de lo más recomendable en mi opinión, me quedo con el siguiente podium:

(1) "El gran interruptor" de Nichola Carr: una visión acertada, fundamentada y en ocasiones sugerente y visionaria del pasado, presente y futuro de las tecnologías de la información, así como un basamento teórico y casi filosófico para el auge del cloud computing.

(2) "Gratis" de Chris Anderson: sin llegar a la brillantez y originalidad de La economía Long Tail, sí ofrece un más que interesante estudio de los modelos de negocio en Internet y una explicación acerca de la gratuidad, sus motivaciones, y la forma de convertirla en un modelo rentable.

(3) "Wikinomics" de Don Tapscott y Anthony D. Williams todo un clásico que explora, en diferentes vertientes y sectores, la economía de la colaboración.

No obstante, y como consecuencia de la altísima calidad media, es preciso reconocer que, junto con ese trío vencedor, debo incluir como muy recomendables, y casi a la misma altura que los anteriores, a "Buyology" de Martin Lindstrom una amena exposición de la disciplina del neuromarketing, "Conectados" de Nicholas Christakis y James Fowler, un enfoque científico y sociológico del fenómeno de las redes sociales, o "El manifiesto cluetrain" de Levine, Locke, Searls y Weinberger, una también clásica declaración de principios para la economía de la conversación y el diálogo.

Espero que estas recomendaciones puedan, en algún caso, servir como orientación aunque insistiendo, ya por última vez, en que no sólo reflejan mi opinión sobre su calidad sino también el interés personal de su temática o enfoque.

jueves, 30 de diciembre de 2010

El modelo de marca personal de Andrés Pérez Ortega

En 'Marca personal. Cómo convertirse en la opción preferente.' uno de los especialistas hispanos en la materia, Andrés Pérez Ortega, nos expone su modelo de marca personal y estrategia de desarrollo de la misma.

El libro consta de dos partes claramente diferenciadas, aunque bastante desiguales en cuanto a extensión e importancia.

En la primera parte, que titula "EL CONCEPTO", compuesta por cinco capítulos, el autor explica el concepto de marca personal, en qué consiste, qué es una marca, qué es el personal branding así como una breve historia del desarrollo del concepto de marca personal.

En la segunda, que responde al título de "LA GUÍA", y que se extiende a lo largo de dieciocho capítulos, Andrés Pérez nos presenta su modelo de marca personal, un modelo al que denomina ADN, tanto por la metáfora que esto supone respecto al concepto biológico y bioquímico, como por responder a un acrónimo que incluye las tres etapas de desarrollo del modelo:
  • A: Análisis, atributos, autenticidad
  • D: Diferenciación
  • D: Notoriedad
El modelo se representa como una cuadrícula en que se señalan dieciséis cuadros relevantes, cada uno de los cuales se desarrolla en un capítulo del libro.

El estilo de la obra no es académico o purista sino ágil, desenfadado, espontáneo, a veces ligeramente provocativo y siempre empujando a la acción. No es, por tanto, una obra redonda en lo conceptual o académico, pero sí que promueve el interés por la idea de marca personal y esboza la forma de desarrollarla.

Por su extensión no se presta, quizá, a leerlo de un tirón, pero por el estilo sí se adapta a una lectura a 'grandes tragos'.

Andrés Pérez Ortega
Nacido en 1967 en Madrid, aunque se declara alicantino de adopción, licenciado en Química por la Universidad Autónoma de Madrid y máster MBA por ICADE.

Ha ocupado diferentes puestos como responsable de la negociación internacional de materias primas, productos y servicios para compañías como REPSOL, Quaker Oats, Carrefour, Lucent Technologies o el Grupo ONCE y ha puesto en marcha proyectos de apertura de nuevos mercados y negocios en países europeos y latinoamericanos. También ha sido responsable de productos de marca blanca, lanzando al mercado más de medio millar de productos de gran consumo, algunos de ellos premiados por revistas de consumidores. Ha participado en proyectos de telecomunicaciones e Internet, en el ámbito de la gestión de proyectos y el comercio electrónico y ha trabajado como consultor y formador de diferentes técnicas de marketing para importantes multinacionales del sector de gran consumo y energía.

Andrés Pérez Ortega es uno de los pioneros en España de la introducción del concepto de marca personal.

Puedes obtener más información sobre Andrés Pérez Ortega en su página oficial denominada 'Marca propia'.

Ficha técnica:
TITULO: Marca personal. Cómo convertirse en la opción preferente.
AUTOR: Andrés Pérez Ortega
EDITORIAL: ESIC
AÑO: 2008
ISBN: 978-84-7356-557-8
PAGINAS: 358

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miércoles, 29 de diciembre de 2010

Cuentos de hadas: las divergencias entre la teoría y la práctica del management

¿No habéis sentido nunca, al leer literatura sobre management, que todo parece mucho más hermoso y sencillo que en la vida real? ¿No os parece en ocasiones una visión algo idealista, un entorno lleno de honradas aspiraciones y de esforzada búsqueda del éxito, un éxito que parece sólo depender del talento y el esfuerzo? ¿No habéis echado en falta, alguna vez, que se mencionase siquiera, no sólo el cuento de hadas sino también el 'reverso tenebroso'?

Si eso habéis sentido en alguna ocasión, no estáis solos. Hace ya más de un año mostraba yo mismo en un post en este mismo blog mi cierta perplejidad acerca del tema. Hoy retomo el asunto con base en una frase que Andrés Pérez Ortega en su libro 'Marca personal. Cómo convertirse en la opción preferente.' nos transmite en el mismo sentido:

"Mientras el mundo de la empresa no ha dejado de endurecerse, paralelamente la literatura de gestión se ha convertido en autoayuda, en cuestión de hadas, ratones y quesos."

Parece inevitable que la literatura empresarial busque inspirar, busque motivar, busque estimular la creatividad, el esfuerzo, la visión, el liderazgo, y tantos otros valores positivos asociados a una buena gestión, especialmente una gestión de equipos y personas. Parece inevitable, y hasta positivo, puesto que, en general, deseamos empresas y capas directivas con valores y con fuerte fundamento ético.

Sin embargo, al evitar los rincones oscuros, al ignorar las realidades adversas que el día a día nos depara, quizá esta literatura sobre management se desprestigia un tanto a sí misma, se devalúa como auténtico instrumento de formación de mandos y directivos.

Será necesario encontrar el adecuado equilibrio entre la búsqueda y promoción de valores, y la visión realista y pegada a tierra. Y será necesario también que los lectores, los actuales o futuros directivos, reconozcan el interés de una literatura de gestión más realista y equilibrada.

Mientras eso no sea así, viviremos en un mundo de lecturas reconfortantes y hermosas, bellas e inspiradoras, pero que corren el riesgo de estar más cerca del cuento de hadas que de una guía práctica.

lunes, 27 de diciembre de 2010

La dimensión cognitiva de una marca

Muchas son las funciones de una marca, pero en este artículo me detendré brevemente en una que me interesa desde un punto de vista no sólo de marketing sino también cognitivo.

Afirma Andrés Pérez Ortega en su libro 'Marca personal. Cómo convertirse en la opción preferente.', lo siguiente:

"Una marca reduce la incertidumbre a la hora de tomar una decisión"

En efecto, como tantos otros mecanismos de etiquetado o de connotación, la marca tiene un valor cognitivo, es un método en cierto modo de aprendizaje y de comportamiento eficiente de nuestro cerebro.

Mediante nuestra experiencia, mediante lo que otros nos comunican o mediante, y ahí se encuentra la responsabilidad del marketing, lo que la publicidad nos transmite, asociamos a una marca unas cualidades, unos valores, unas ventajas y desventajas.

Una vez que asociamos esos valores a una marca la parte consciente de nuestro cerebro abdica de mayores razonamientos y comienza a elegir conforme a los valores inconscientes asociados a esa marca.

Aunque, quizá, eso hace que nuestro cerebro y, por ende, nuestras decisiones de compra sean en cierto sentido manipulables (y, de nuevo, ahí entra la función de la publicidad), es también un potente mecanismo de eficiencia cognitiva. Al igual que con el tiempo automatizamos todas las acciones y movimientos asociados a la conducción de un vehículo y así convertimos en sencilla y natural una actividad inicialmente muy compleja, de la misma forma al asociar valores inconscientes a las marcas, automatizamos y simplificamos la elección de productos y servicios.

¡Qué interesante es nuestro cerebro!

viernes, 24 de diciembre de 2010

La autenticidad como fundamento de la marca personal

Quizá sea una buen día éste de Nochebuena, para publicar un artículo que habla de valores y, en concreto, de autenticidad, de honestidad. En este caso, en relación con el concepto de marca personal.

A lo largo de su libro 'Marca personal. Cómo convertirse en la opción preferente.', Andrés Pérez Ortega insiste repetidamente en el valor y la importancia de la autenticidad, la introspección y el autodescubrimiento como basamento fundamental para la construcción de una marca personal.

Así, cita a Jan Marie Dore, asesora de marcas, quien asegura que "Crear una marca propia se refiere a 'determinar quién eres en lo más profundo de ti mismo en lugar de inventar una marca con la que te gustaría ser percibido'. Según sostiene Jan Marie Dore, la marca personal de uno mismo emerge de la búsqueda de identidad y significado, como resultado de lo cual viene una conciencia de las habilidades y fortalezas personales."

Una consecuencia de esta concepción es la honestidad y la autenticidad, tanto con uno mismo como con los demás. Se trata de potenciar una imagen y unos valores reales, no una ficción. Así lo remacha Andrés Pérez Ortega en otro punto del libro:

"Una marca se construye basándose en lo que uno realmente es, no en quien piensas que la gente pueda querer que seas."

Y, precisamente debido a esa autenticidad, a ese reflejo de lo que uno realmente es, un desarrollo de marca personal implica un ejercicio de introspección, de autoexamen, de autodescubrimiento, de autoanálisis. En ese sentido, Andrés Pérez afirma:

"La marca personal no es algo que construímos, diseñamos o creamos sino, más bien, algo que descubrimos.

Tal vez, y como el propio autor señala, la construcción de una marca personal pueda utilizar técnicas y conceptos propios del coaching, donde el autoconocimiento y el autoexamen es fundamental. Sea como fuere, ya sea como marca, o como mero desarrollo personal, parece que todo nace del interior, del autoconocimiento y de la honestidad con uno mismo y desde ahí se construye, desde ahí se proyecta hacia los demás.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

El cliente no es lo primero: una doble revisión de un concepto manido

"El cliente no es lo primero".

Así de rotundo, así de provocador es un epígrafe del libro 'Marca personal. Cómo convertirse en la opción preferente.' de Andrés Pérez Ortega.

Como no podía ser de otra manera, el razonamiento que sigue a tan llamativo título es una defensa de los profesionales, de las personas, con mayúscula, que forman la empresa, unos profesionales con personalidad, con valía y con marca propia.

Sin embargo, el título me hace recordar alguna reflexión que alguna vez he tenido al respecto de tan manido tópico: la orientación a cliente, el cliente en el centro de la organización, etc

Creo que esa frase, "el cliente es lo primero" o bien es de carácter propagandístico o bien es un error de concepto.

El verdadero objetivo de las empresas es generar unos resultados. Podríamos simplificarlo en la expresión "ganar dinero" o en la más profesional y amplia "generar valor para el accionista".

Ese es el verdadero objetivo. Tras una empresa existen unos dueños o inversores que esperan, con la actividad de la empresa, recuperar, a corto o medio plazo, su inversión así como la obtención de unos excedentes, unos beneficios.

Los clientes, aunque no resulte políticamente correcto reconocerlo, no son los fines sino los medios para alcanzar esos objetivos de rentabilidad y retorno de la inversión.

Algo parecido puede decirse de los profesionales y los recursos humanos. A pesar de la también manida frase "nuestro mayor activo son nuestras personas", lo cierto es que las personas que integran la empresa son, en el fondo, otros medios, otros recursos necesarios para generar la actividad que vende la empresa y, por tanto, para obtener los beneficios esperados. Pero no son un fin en sí mismos.

¿Debemos pues caer en una espiral de pesimismo o excepticismo? ¿Debemos adoptar una actitud defensiva o negativa frente a las empresas?

Pues no, realmente.

Es cierto que los clientes son medios, pero también que sin clientes es imposible obtener beneficios. Y es cierto que los mejores clientes son aquellos satisfechos, fieles, que repiten su compra de productos y servicios sin necesidad de grandes acciones comerciales adicionales puesto que ya se encuentran fidelizados. Es cierto, pues, que, tal vez no lo primero, pero sí que una de las grandes prioridades de una empresa es la satsfacción de sus clientes.

Es cierto, igualmente, que los profesionales, las personas, son medios. Pero también es cierto, de nuevo, que unos empleados, unos profesionales satisfechos y motivados, serán mucho más eficaces, más creativos, más productivos, en suma...y , por tanto, mayores contribuidores a la obtención de los beneficios perseguidos. Y por ello, la satisfacción y motivación de los empleados es otra de las prioridades de la empresa moderna.


La aparente confrontación, la aparente disonancia entre los objetivos de las empresas como instituciones, y los de las personas que las conforman, con sus expectativas, sentimientos y valores, se disuelve en una comunión de intereses, en una relación simbiótica de ganancia mutua y en un cumplimiento de los objetivos respectivos.

Pera esta comunión de intereses no es intrínseca a la naturaleza de la empresa ni a sus objetivos sino que, como comentaba en un artículo hace ya más de un año, se trata, sólamente, de una afortunada y esperanzadora coincidencia.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Dos notas críticas sobre priorización de tareas

Me encuentro leyendo el libro 'Sé más eficaz' de David Allen, uno de los gurús de la gestión del tiempo y la productividad personal, y creador del método 'Getting Things Done (GTD)'.

A lo largo de sus páginas veo muchos detalles interesantes, pero quisiera anotar aquí dos críticas que hace el autor acerca de la gestión del tiempo tradicional.

En primer lugar traigo a colación un defecto, una mala práctica, en la que solemos incurrir en nuestra particular gestión del tiempo:

"Todos tendemos a recuperar los elementos almacenados en nuestra mente a partir del criterio de lo más reciente en el tiempo y lo más intenso(emocionalmente) lo cual difícilmente puede considerarse el sistema más eficiente para la recuperación de datos."

Creo que es cierto. Cuando la gestión del tiempo no se realiza de forma consciente y sistemática, cuando no tenemos una lista de tareas o un plan concreto, nuestra gestión del tiempo tiende a ser de naturaleza reactiva, atendiendo a los asuntos según surgen y con una priorización inconsciente que favorece a lo último que nos llama la atención o nos presiona a su cumplimiento y, en otras ocasiones, a aquello que nos resulta emocionalmente más necesario atender por agrado o, por el contrario, por eliminar la tensión o estrés asociado al incumplimiento. No parece, desde luego, una forma ni sistemática ni eficiente de actuar... pero probablemente es la reacción natural.

Aunque he querido anotar la crítica de arriba, más me ha llamado la atención una segunda crítica mucho más explícita y no ya a un comportamiento espontáneo, sino a las técnicas tradicionales de gestión del tiempo basadas en la priorización de tareas:

"Atribuyo parte de la culpa de esta situación al código de actividades ABC que se ha extendido últimamente en los talleres de gestión del tiempo y establecimiento de prioridades. Entiendo que se enseñe a las personas que si tienen un margen para decidir qué deben hacer con su tiempo, algunas elecciones generan mejores resultados que otras. Pero el defecto de este principio es que anima a descuidar la responsabilidad de gestionar muchas cuestiones abiertas que no desaparecen simplemente porque no sean una prioridad tipo A."

Se refiere el autor a una técnica de gestión de tareas que clasifica éstas en clases A, B y C según su prioridad... y lógicamente atiende las más prioritarias en primer lugar. Como bien apunta David Allen, el problema de esta forma de actuar, y como he podido experimentar en primera persona, es que, en momentos de alta sobrecarga y en que predomina lo urgente sobre lo importante, se acaba atendiendo únicamente a lo más prioritario (normalmente lo más urgente) y lo menos prioritario (normalmente coincidente con lo más importante, pero menos urgente) no recibe jamás atención...puesto que siempre existirán nuevas urgencias que acapararían los slots de tareas de tipo A.

¿El resultado? Con frecuencia las acciones estructurales y de fondo, no reciben ninguna atención.

Parece necesaria, pues, una nueva forma más equilibrada de asignar tiempo a los proyectos y las tareas, un método en que todas las tareas reciban la parte razonable de atención que merecen y ninguna tarea relevante quede abandonada.

¿Es el método 'Getting Things Done' la respuesta?

viernes, 17 de diciembre de 2010

Una guía ejecutiva sobre Cloud Computing

'Executive's Guide to Cloud Computing' es un repaso integrado y abarcador del campo del cloud computing. Aunque su nombre sugiere algo así como una guía para directivos y, por tanto, un foco casi único en los aspectos de negocio o de gestión, en realidad no es exactamente así. Lo que ocurre es que su intención no es profundizar en el campo tecnológico, en realidad en ningún área concreta del cloud computing, sino repasar, con un nivel de profundidad medio, todos los aspectos relevantes y todas las implicaciones de este nuevo paradigma.

En esa línea, y tras un capítulo inicial dedicado a hacernos entender lo inevitable que resulta tanto la aparición como la extensión del paradigma del cloud computing, dedica los siguientes ocho capítulos a abordar diferentes aspectos más concretos.

En los dos primeros captítulos repasa las definiciones y conceptos, así como los fundamentos tecnológicos, del cloud computing, incluyendo algunos apuntes sobre estándares y otros elementos que se mueven en el contexto del cloud computing como son el SOA, la Web 2.0, Web Services, Agile development, Middleware, Virtualización, etc

A continuación repasa las implicaciones estratégicas, económicas y tecnológicas de la adopción de este paradigma.

En los dos siguientes capítulos propone y desarrolla con bastante profundidad tanto un ciclo de vida para la adopción del cloud computing como un modelo de referencia.

Una vez que los capítulos anteriores han proporcionado todo el bagaje conceptual, todos los modelos, incluyendo el mencionado ciclo de vida, se proporcionan ideas, consejos y escenarios más prácticos para orientar un eventual lanzamiento de una iniciativa de cloud computing.

Antes de finalizar, y casi a modo de anexo, rompiendo un poco el discurso del libro, se dedica un interesante capítulo a la problemática de los datos, el almacenamiento y recuperación, y a algunas implicaciones en cuanto a prestaciones y ancho de banda.

Se remata el libro recordando la inevitabilidad de este nuevo fenómeno, reconociendo e identificando algunas de las objeciones y resistencias que se puede encontrar pero reforzando el mensaje acerca de los beneficios e implicaciones positivas.

Se trata de un libro bastante abarcador, de factura muy correcta, que reúne, probablemente, los aspectos más relevantes que deben conocerse sobre cloud computing con un nivel de profundidad mediano, más alto que el de una mera divulgación, pero sin exigir conocimientos muy especializados aunque una cierta familiaridad con las tecnologías y arquitecturas cercanas a este campo sí puede resultar conveniente.

Una más que aceptable, por tanto, introducción al cloud computing.

Los autores

Eric A. Marks
Presidente y CEO de AgilePath, una firma dedicada a soluciones SOA y de Web Services. Ostenta más de diecisiete años de experiencia en software y tecnologías de servicios. Es conferenciante en la School of Information Studies de la Universidad de Siracusa. Además, es colaborador habitual de 'Computerworld online', 'Managing Automation Magazine y el portal www.SearchWebServices.com.

Bob Lozano
Fundador y estratega jefe de Appistry, Inc, firma proveedora de plataformas para aplicaciones en la nube. Emprendedor nato, Lozano fundó PaylinX, empresa proveedora de soluciones de pago. También ha asumido responsabilidades tecnológicas y de gestión en Southwestern Bell (ahora AT&T), Monsanto y Sandia National Laboratories. Ha sido adjunto en la Universidad de Washington en Saint Louis y también ha fundado Intelligent Computer Systems. Es un 'speaker' habitual y mantiene un blog en www.thoughtsoncomputing.com.

Ficha técnica:
TITULO: Executive's guide to Cloud Computing
AUTORES: Eric A. Marks y Bob Lozano
EDITORIAL: Wiley
AÑO: 2010
ISBN: 978-0-470-52172-4
PAGINAS: 285

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jueves, 16 de diciembre de 2010

Una tarde con Don Tapscott

Ha sido una privilegio y un placer poder escuchar esta tarde, en vivo y en directo, a Don Tapscott, en la conferencia que inicia el ciclo de Fundación Telefónica titulado "Entendiendo los cambios. Libros, ideas y autores".

Un privilegio, un placer y una afortunada coincidencia ya que aún tengo bastante fresca la lectura de 'Wikinomics', uno de sus libros más afamados e influyentes, y ya me estaba planteando la adquisición de su nuevo libro 'Macrowikinomics'. Ya no será obligatoria su adquisición, ya que Fundación Telefónica ha tenido la gentileza de regalar un ejemplar de este último libro a los asistentes.

La adquisición ya no será obligatoria...pero la lectura será ahora absolutamente imprescindible.

Tiene el señor Don Tapscott ese saber estar en un escenario, esa facilidad para la comunicación y transmisión de ideas, esa mezcla de autoridad y humildad, de seriedad y humor que, añadido al propio interés y atractivo de las teorías que expone, hacen de una conferencia como ésta un placer intelectual de primer orden.

No me extenderé sobre el contendido de su charla puesto que, en esencia, resume las ideas que publica en sus libros y ya he dedicado espacio en este blog para comentar lo que más me llamó la atención de 'Wikinomics' y, en un plazo que no me atrevo a determinar ahora mismo, haré lo propio con 'Macrowikinomics'.

Sin embargo, no me resisto a entresacar, siquiera, alguna, sólo alguna, de las frases que recogí en las notas tomadas durante el evento.

Primero, una invocación al esfuerzo, a la visión, al compromiso, a la transformacióin del mundo:

"Future is not something to be predicted, but to be achieved"

Me suena haber oído/leído alguna vez algo parecido, pero en los labios de Don Tapscott cobra, desde luego, mayor fuerza.

Luego, y tocando de refilón el asunto Wikileaks y la trasparencia de la información que Internet conlleva, afirma:

"This is an age of trasparency. Get used to it."

Nos guste o no, la trasparencia es inevitable. No es necesario que sea en forma de filtraciones. Los buscadores y los medios sociales ya hacen una función de trasparencia de primer orden. La mejor forma de enfrentarse a ella es, probablemente, la honestidad y la coherencia tanto individual como de organizaciones y gobiernos. Un fantástico subproducto de una situación a priori no claramente positiva como es la perdida de intimidad.

En un momento dado, tras hablar de la transformación del gobierno de las naciones, hace una propuesta para luchar contra el paro que extiende para el caso de España: una forma de luchar contra ese paro sería que los gobiernos pusiesen a disposición de los ciudadanos, de los emprendedores, la información de todo tipo que poseen y alrededor de la cual esos emprendedores podrían montar todo tipo de servicios de utilidad.

Para finalizar, dejo una idea casi irónica en el marco de donde se ha pronunciado y por quien la ha pronunciado...pero que no deja de ser otra muestra de profundidad, visión y honestidad.

Dice el señor Don Tapscott que una conferencia no es la mejor forma de enseñar. Sin embargo, sí es un medio para estimular la búsqueda, la lectura y la investigación.

Si eso es así, Don Tapscott ha conseguido conmigo su objetivo. Me ha picado mucho la curiosidad de leer 'Macrowikinomics' e, incluso, otro libro suyo anterior, 'Grown-up digital'.

Ha sido una tarde estupenda...que espero arrastre tras de sí, otros buenos ratos de lectura y reflexión.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Una nueva estrategia de procesamiento versus almacenamiento de datos

Un breve artículo, sólo para consignar una idea sobre arquitectura que expresan Eric A. Marks y Bob Lozano en su libro 'Executive's guide to cloud computing'.

Según estos autores, la evolución de la arquitectura hardware en la parte servidora de los sistemas había llevado en los años noventa a la creación de elementos especializados de almacenamiento de datos, separando por tanto, a nivel hardware, la información del procesamiento, la computación propiamente dicha si se prefiere, del almacenamiento de datos, implementado éste, típicamente, como soluciones de tipo RAID unidas mediante fibra a los servidores de procesamiento.

En cierto sentido, apunto yo, hasta las arquitecturas software cliente/servidor multinivel, por ejemplo J2EE, parecían reflejar y hasta favorecer a nivel lógico, aunque estrictamente no lo precisaran, esa separación de datos frente a procesamiento o lógica de aplicación.

Sin embargo, y de nuevo según los autores antes mencionados, hoy día esto comienza a no ser siempre la mejor solución.

¿Por qué?

Pues debido al problema del throughput que comentábamos en un artículo reciente y a las tendencias hacia el cloud computing.

Si pensamos en un entorno de cloud computing, en que las interacciones, en este caso entre la parte de procesamiento y la de almacenamiento de datos, se producen a través 'de la nube', en concreto, a través de los elementos de red que constituyen esa 'nube', y si pensamos que el ancho de banda de procesamiento es mucho mayor y crece muchísimo más rápido que el de la red, el problema se hace evidente: el acceso a los datos se convierte en un acuciante cuello de botella y un límite a la escalabilidad y al crecimiento.

¿La solución?

En lugar de separar elementos especializados, unos de procesamiento, y otros de almacenamiento, construir la capacidad de gestión de datos de la nube con base en pequeños módulos que agrupen tanto procesamiento como almacenamiento, y escalar con este tipo de módulos. En concreto, los autores, a modo de ejemplo, proponen un módulo o bloque, con estas características:
  • procesadores: dos procesadores a 2,5 GHz
  • disco: un drive de 2 Tb
  • memoria: 4 Gb
  • red: conexión gigE

Un curioso e interesante razonamiento...

lunes, 13 de diciembre de 2010

El caso Wikileaks. Dudas y preguntas acerca de una ética 2.0.

Por algún motivo no consigo llegar a interesarme del todo acerca del caso Wikileaks. No consigo que me interese conocer todas las presuntas miserias desveladas acerca de los comportamientos del ejército y de las autoridades norteamericanas u otros políticos y figuras poderosas de aquel país o de otros sobre los que se ha desvelado información. Menos aún me interesa, si soy sincero, profundizar en las acusaciones vertidas contra el fundador, Julian Assange, y que han conducido a su detención.

No niego la importancia y la gravedad de los hechos. Es más, creo que tienen potencial para marcar un antes y un después, para generar cambios políticos y legales por un lado e impactar, por otro, en la cultura y comportamientos en la red.

Creo que se trata, más bien, de una falta de identificación, de un cuestionamiento profundo de las causas y, sobre todo, de los métodos que unos y otros actores, unos y otros apoyos, utilizan en esta guerra que se libra en los medios, en los tribunales y en la red.

En un debate en que, dejando al margen por un momento las nada desdeñables implicaciones en cuanto a legalidad y seguridad, nos centramos, sobre todo, en la problemática de la libertad y de la ética, el caso Wikileaks. me ofrece pocas o ninguna respuestas y me abre, más bien, un largo abanico de dudas, una larga serie de preguntas y cuestionamientos, una revisión de postulados y creencias.

Si hablamos de las torturas y de los asesinatos desvelados, si son ciertos, y no parece que hayan sido desmentidos, no hay debate posible. Sólo cabe el rechazo.

Y, a este respecto, sólo me asaltan dos preguntas.

La primera es si realmente la publicación en Internet es el camino para su castigo y enmienda, si no existían tribunales o instituciones de justicia, norteamericanas o internacionales, donde denunciar los hechos, si la publicación en Wikileaks de las evidencias de estas acciones sólo buscaba justicia o si añadía otras motivaciones.

La segunda tiene que ver con una cierta asimetría. Por desgracia, creo que las torturas y los asesinatos injustificados probablemente sean situaciones lamentablemente comunes en todo tipo de guerras y conflictos armados, en todos los paises y regímenes. Sin embargo, al centrarse las filtraciones sólo en el caso de EEUU ¿no se está cometiendo un agravio comparativo? ¿No se está demonizando a una nación y un gobierno concretos, dejando sin mácula a muchas otras naciones y gobiernos que, probablemente, y por desgracia, sigan métodos parecidos?

Mucho más cuestionable me parece lo relacionado con la publicación de los famosos cables del Departamento de Estado con las embajadas. ¿De verdad son relevantes y objeto de debate público los mensajes que se intercambian los diplomáticos? ¿De verdad tiene un sentido ético desvelar el contenido de estos mensajes? ¿No se está invadiendo, no ya sólo la seguridad o la imagen de los políticos y los estados, sino casi la intimidad y honorabilidad de las personas implicadas? ¿No existe un alto grado de descontextualización de estos mensajes que genera una probablemente exagerada percepción negativa acerca de sus protagonistas? ¿Resistiría, no ya un diplomático, sino cualquier persona normal y corriente, cualquier ciudadano honrado, semejante acoso y publicación descontextualizada de, por ejemplo, sus comunicaciones telefónicas, correos electrónicos o conversaciones privadas? ¿Dónde está la intención ética detrás de esta publicación? ¿Dónde el límite entre la libertad de expresión y el derecho a la intimidad y al honor de las personas e instituciones?

Si me detengo ahora en la detención de Julian Assange la verdad es que me es difícil saber qué pensar. Lo cierto es que resulta cuando menos llamativo que esta detención, por motivos que nada tienen que ver, al menos sobre el papel, con Wikileaks, se produzca justo en el momento de mayor auge del escándalo. Da que pensar y no he podido evitar recordar el famoso caso de Al Capone y su detención por evasión de impuestos en lugar de por los crímenes más graves que realmente había cometido. La justicia debería determinarlo, pero parece como si los supuestos delitos sexuales de Julian Assange pudieran ser su particular evasión de impuestos con las fuertes, fortísimas dudas, eso sí, acerca de si Julian Assange realmente ha cometido algún tipo de delito con las acciones de Wikileaks y de si existe algún fundamento real para las acusaciones de índole sexual  que sobre él se vierten. Sin embargo, y en el lado contrario, asumir directamente su inocencia, exonerarlo sin juicio de cualquier tipo de culpa, elevarlo casi a la categoría de héroe y exigir por ello su libertad, como he visto en bastantes medios de Internet, ¿no es una forma de juicio sumarísimo, aunque en este caso sea exculpatorio? ¿No merecen la gravedad de los delitos que se le imputan un proceso justo? ¿No es, cuando menos precipitado, convertirlo en héroe y casi en referente moral?

Otro capítulo merecen los ataques de denegación de servicio que se han producido estos días, por un lado, contra la propia web de Wikileaks. Por otro, los ataques contra las páginas de organizaciones que han retirado su apoyo a Wikileaks, como PostFinance, PayPal o MasterCard. Estamos hablando de libertad y ética ¿no? ¿No son estas empresas libres de tomar sus decisiones, nos gusten o no? ¿Qué forma de ética es esta, qué libertad de expresión, cuando se ataca a una web simplemente por no estar de acuerdo con la forma de proceder de la organización que la sustenta? ¿No es esto una forma de imposición de la propia voluntad, de tomar la justicia por la propia mano? ¿No es ésta una pulsión autoritaria? ¿Es moralmente lícito y coherente atacar, en nombre de la libertad, a una empresa porque toma una decisión que no es de nuestro gusto? ¿Y qué decir de los efectos colaterales, del daño provocado a terceros por estos ataques? Y, aunque es cierto que la gravedad de unos efectos y otros no son comparables, ¿con qué autoridad moral se inicia una guerra cibernética y se generan daños colaterales, con qué autoridad moral se puede luego denunciar los daños colaterales de otras guerras más sangrientas?

No consigo llegar a interesarme del todo acerca del caso Wikileaks. Pero cuando lo hago, cuando le dedico algún tiempo, alguna lectura o algún pensamiento, no me convence lo que observo, ni por un lado ni por otro. Cuando me intereso, me asaltan muchas dudas y cuestiones acerca de la ética que hay detrás de las acciones de unos y otros, muchas preguntas acerca de si hemos alcanzado una ética 2.0, si realmente la libertad de expresión, el empoderamiento de las personas, la democratización de las opiniones y los pensamientos que prometía el mundo 2.0 eran esto.

Y tiendo a pensar que no. Que no hemos alcanzado una ética 2.0 a la altura de lo que la explosión de Internet y los medios sociales requerirían. Que todavía, al menos en el caso de Wikileaks, aunque se utilicen las tecnologías y los medios 2.0, nos movemos, aún, en una ética 1.0... o puede que ni eso alcancemos.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Una explicación alternativa al estallido de la burbuja tecnológica

Casi todas las explicaciones que a propósito del estallido de la burbuja tecnológica allá por el año 2001 se ofrecen, suelen tener un carácter de tipo financiero o, tal vez, de gestión de expectativas... algo que también tiene mucho que ver con la bolsa y la cotización de valores en la misma.

Sin embargo, y para mi cierta sorpresa, encuentro en el libro 'Executive's guide to cloud computing' de Eric A. Marks y Bob Lozano, una explicación de carácter no financiero sino tecnológico.

Según estos autores, y sin despreciar otros factores, lo que ocurrió fue que la infraestructura no estaba preparada, no gozaba aún de la escalabilidad precisa para un mundo web.

Así lo explican:

"The technology infrastructure at the turn of 2000 was, and would forever remain inadequate to handle what we know as web-scale.

In other words, the big-server-centricity of most circa-2000 computing architectures placed an intrinsic cap on our ability to grow, though for macroeconomic reasons most did not fully realize these limits. Still survivors such as Amazon, eBay and others realized -to one degree or another- that their technological foundations needed to change, change fundamentally.
"

La incapacidad tecnológica, pues, se centra en un problema de escalabilidad de las arquitecturas basadas en grandes servidores centralizados y especializados de gama alta. Y el cambio al que los autores aluden es al uso de servidores mucho menos especializados, mucho más 'commodity', mucho más baratos y a las denominadas granjas de servidores que transformaban servidores modestos de gama baja en émulos de grandes servidores de gama alta con características de escalablidad, reparto de carga y tolerancia a fallos.

En el fondo, y tal y como expuse hace ya unos meses en el artículo, 'la burbuja tecnológica no existió' y aún antes en el artículo 'Internet: la promesa diferida' creo que la crisis tecnológica fue realmente una crisis de expectativas y de modelos de negocio, una desmesurada esperanza de un cambio radical en un año o dos, cuando este cambio tardaría algo más en llegar y cuando la definición de modelos de negocio en Internet creo que aún se encuentra en definición.

El déficit tecnológico al que aluden Marks y Lozano probablemente haya que situarlo como un factor más, en este caso del lado tecnológico, de una cierta inmadurez que explica el que las expectativas depositadas en Internet fuesen excesivas, si se esperaba verlas realizadas en unos meses o, a lo sumo, un año o dos.

Dicho todo esto, el razonamiento acerca de la escalabilidad y del cambio de orientación hacia servidores de gama baja, aunque de capacidad explicativa sólo parcial, resulta muy interesante y revelador.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

El problema del throughput de la nube y un curioso caso de desvirtualización del mismo

En su libro 'Executive's guide to cloud computing', Eric A. Marks y Bob Lozano abordan en un momento dado la problemática del ancho de banda en relación con el almacenamiento y recuperación de datos en la nube. Y nos aportan dos elementos que me han llamado la atención: una comparativa y una anécdota.

La comparativa trata acerca del ancho de banda de los componentes fundamentales de un sistema computacional. Estos elementos son, para los autores, el procesador, la memoria, el disco y la red. Pues bien, los autores nos muestran un gráfico de barras en que en ordenadas se refleja el throughput de cada uno de estos componentes en millones de bytes por segundo. La barra del procesador supera cómodamente la cifra de 90.000 y la de la memoria se queda en unos 15.000. Sin embargo, la del disco y la red ni siquiera llegan a ser apreciables visualmente. Prescindiendo del caso del disco, el dato es muy indicativo para el componente red. Queda claro que su capacidad actual para mover datos es muy, muy inferior a la de los procesadores y la memoria.

No sólo eso, los autores afirman que, además, el ritmo de crecimiento de ese throughput en procesadores y memoria es mayor que en el caso de las redes.

Desde luego, esto constituye una seria advertencia de cara al desarrollo futuro de Internet como contenedor de datos y, por tanto, del cloud computing.

Muy curiosa e ilustrativa resulta, igualmente, la anécdota que nos relatan y que podría considerarse un curioso caso de desvirtualización del transporte de datos digitales.

Nos hablan de un ingeniero de Google que, ansioso por probar las excelencias de 'la nube', quiso hacer un backup en red de su amplio arsenal de fotografías y vídeos. Hizo algunos intentos fallidos de realizar ese backup pero consumía horas y horas sin finalizar.

Y, como era ingeniero, se le ocurrió realizar el cálculo del ancho de banda que supondría transportar esos mismos datos en un medio físico (supongo que un disco duro externo) en su coche hasta el centro de proceso de datos donde pretendía almacenarlos. En efecto, bastaría dividir la cantidad de datos transportados por el tiempo para necesario para hacerlo para tener una suerte de ancho de banda desvirtualizada. A pesar del tráfico y otros inconvenientes lo cierto que es que el throughput obtenido por tan primitivo y desvirtualizado método, fue un orden de magnitud superior al logrado por transferencia a través de la red.

Interesante y curiosa, casi divertida la anécdota, pero algo preocupante la conclusión.

Parece que mucho hay que trabajar aún en las tecnologías de red y, quizá, en los algoritmos de compresión de datos, para conseguir la madurez del cloud computing y que el gran interruptor que preconiza Nicholas Carr sea una verdadera realidad.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Los eslabones perdidos del software corporativo

En mi entorno laboral, que se desarrolla con frecuencia en el mundo de los sistemas de información en grandes compañías,  alguna vez he oído hablar de leyendas que apuntan a la pérdida de códigos fuente en algunos de los sistemas de información más antiguos pero, a la vez, probablemente, más importantes, los que forman la columna vertebral de la informática corporativa.

Nunca me lo he creído del todo ni tampoco me lo he dejado de creer.

Por un lado, me parece plausible. Al fin y al cabo, el sector del software creo que sigue sin estar completamente maduro en cuanto a estabilidad y operación y estos casos constituirían, en ocasiones, muestra de negligencia sí, pero, en otras, puros síntomas de esa inmadurez.

Pero, por otro lado, me parece tremendo y de consecuencias difíciles de evaluar el riesgo que supone esa pérdida de código fuente, una pérdida que parece aconsejar la sustitución rápida del elemento de software afectado y la adopción de medidas para evitar que vuelva a ocurrir.

Sin embargo, esas historias de pérdidas de código fuente, esos eslabones perdidos del software cororativo,  deben ser algo más que mitos y leyendas. Leo en el libro 'Executive's guide to cloud computing' de Eric A. Marks y Bob Lozano, la siguiente afirmación:

"The world of the computing in the enterprise is replete with stories of applications for which no source exists; applications for which source exists but the required supporting tools are no longer supported; and applications for which source and supporting tools do and are supported but for which no living person has any reasonable ability to undestand enough about the application to even hope to modify, much less to move the application. This stories are real: these applications exist."

Los autores hablan de la integración (establecimiento de una capa de servicios que recubra el software obsoleto) e interacción (uso de esos servicios por otras aplicaciones) como la forma de convivir con este tipo de aplicaciones. Y considero que son las recetas adecuadas, pero pensando en un corto/medio plazo en que la empresa debe convivir con esta curiosa situación y seguir, sin embargo, evolucionando el resto de sus sistemas.

A largo plazo no parece existir más opción que la sustitución de la aplicación. Opción nada barata ni sencilla, presumiblemente. Pero el riesgo de una aplicación que, en el fondo, es desconocida, que nadie sabe cómo mantener, evolucionar e, incluso corregir, es considerable. La probabilidad de que una de estas aplicaciones falle es muy bajo, puesto que son aplicaciones que llevan años funcionando satisfactoriamente. Eso si, si un día fallan, las consecuencias pueden ser desastrosas.

¿Que ocurriría si, a consecuencia de una migración de CPD, o de la evolución de otra aplicación con la que se mantenían vínculos no conocidos, o por un desastre natural, o por un corte eléctrico, o por cualquier otro fenómeno no previsto, nuestro venerable sistema de información, aquel del cual no existe código fuente o no sabemos ya gestionarlo, aquel sistema de información que, sin embargo, se encuentra en la columna vertebral de nuestra informática corporativa, dejara de funcionar?

Tal vez, evitar este tipo de situaciones, pueda ser un nuevo argumento, por cierto un argumento rara vez esgrimido, en favor del cloud computing y del software como servicio (SaaS).

miércoles, 1 de diciembre de 2010

¿Qué pasó con las grandes innovaciones tecnológicas del pasado?

El sector tecnológico se ve constantemente abrumado por la aparición de nuevas tecnologías, nuevos conceptos, nuevas arquitecturas, nuevas revoluciones.

Aparecen palabras y palabros, ideas que se ponen de moda, 'buzzwords', innovaciones que prometen un mundo mejor, más eficiente, más eficaz, más perfecto, más feliz...

Pero, pasado un tiempo, ¿qué sucede con esas palabras de moda? ¿Qué ha pasado con conceptos como la arquitectura CORBA, la orientación a objetos, el e-business, el SCM, el ERP, el CRM, SOA, los Web Services, y un largo etcétera de acrónimos y conceptos tecnológicos diversos? ¿Qué fue de su promesa y su revolución?

En algunos casos se han producido fracasos. Hay tecnologías que no han alcanzado las metas que se marcaron o que no tuvieron el éxito esperado.

Pero hay otros casos, quizá la mayoría, en que lo que ha ocurrido es mucho más simple.

Cuando Eric A. Marks y Bob Lozano, en su libro 'Executive's guide to cloud computing', nos hablan del ciclo de vida del cloud computing y describen la última fase, la que supone la madurez de la adopción del cloud computing, los autores razonan lo siguiente:

"Chances are, as with client-server or Internet technologies, they are at the maturity stage when they are so ingrained in our culture that they simply 'are'. Therefore, the cloud maturity stage is not a planning stage; it is an industry milestone that, when it is upon us, will matter very little because our attention will be focused on other emerging business and technology trends."

Una idea similar, expresaba Nicholas Carr al final de su libro 'El gran interruptor'.

Las tecnologías, cuando tienen éxito, acaban pasando desapercibidas. Pasan a formar parte de nuestro día a día, de nuestro entorno y nuestra cultura... y dejan de parecer innovaciones. Es el sino de la tecnología y de la innovación: el gran éxito es acabar pasando desapercibido cediendo el protagonismo a tecnologías o tendencias emergentes.

Esas tecnologías o tendencias emergentes, que aún tienen todo por demostrar, serán sin embargo las que acapararán la atención, los titulares, los congresos y las charlas. Las tecnologías vencedores, las exitosas, compartirán, paradójicamente, un destino similar al de las tecnologías fracasadas, esto es, el anonimato, casi, casi, el ostracismo.

Las tendencias dominantes del presente serán, probablemente, las grandes olvidadas del futuro.... tal y como ya ocurrió con las grandes innovaciones del pasado.