miércoles, 29 de septiembre de 2010

La wiki de los átomos

Cuando hablamos de temas como la producción entre iguales, los prosumidores o conceptos similares, parece que, implícitamente, estamos pensando en la economía digital, en lo que se ha dado en llamar la economía de los bits.

Los ejemplos clásicos que ilustran estos conceptos de colaboración incluyen la wikipedia, las comunidades de software libre, las redes sociales, etc. En todos los casos hablamos, de alguna manera, de crear y compartir información, de intercambiar bienes cuyo soporte es más lógico que físico.

Parece que en ese ámbito aplica muy bien la gratuidad y el empuje de Internet, la eliminación de barreras de entrada para la producción y, por tanto, la democratización y fragmentación de esa producción.

¿Son aplicables estos conceptos a la esfera de los bienes físicos, a la fabricación, a la economía de los átomos?

Don Tapscott y Anthony Williams, en su libro 'Wikinomics' contestan a esta pregunta de manera positiva y afirman:

"aunque es cierto que la producción entre iguales resulta idónea por naturaleza para los productos compuestos por bits, no lo es menos que muchos de los atributos y de las ventajas de la producción entre iguales pueden reproducirse también en la fabricación de productos hechos de átomos"

y rematan:

"Cada día que pasa nos acercamos más a una realidad crecientemente colaborativa, diseñando y desarrollando productos físicos en redes de empresas e individuos cada vez más descentralizadas, usando métodos que son cada vez más un reflejo de los utilizados para producir intangibles como el conocimiento. Pronto los métodos colaborativos de los desarrolladores de software libre serán tan trasladables a los automóviles y los aviones como ya lo son a los programas informáticos y las enciclopedias."

Lo cierto es que, tal y como afirman los propios autores, ese concepto de colaboración wiki es más complejo en el mundo de los átomos. Al fin y al cabo, en mayor o menor medida, para producir bienes materiales se precisa una inversión, una planta productiva y unos materiales. Esto supone una barrera de entrada efectiva que, en muchos casos, impide que los individuos de forma aíslada puedan participar con la misma facilidad que en el mundo del conocimiento y la información.

Parece que el concepto wiki de colaboración se aplica mejor, en el mundo de los átomos, entendiéndolo como una colaboración en redes de empresas, más que de particulares. Los autores utilizan como ejemplo principal, el desarrollo del Boeing 787 en que la compañía americana ha constituido una impresionante red mundial de empresas colaboradoras y ha ampliado el concepto tradicional de relación con esas empresas, introduciendo unas enormes dosis de transparencia y delegación.

Creo que la condición para que el concepto colaborativo en la economía de los átomos se extienda a los individuos, es preciso encontrar nichos en que los costes de los elementos de producción, así como de materiales y stock sean mínimos. Uno de estos nichos, un eslabón de la cadena de valor, podría ser el diseño o la simulación utilizando tecnologías de CAD/CAM que, en el fondo, convierten una fase de la producción de átomos, en un microcosmos de bits.

Mientras tanto, mientras esos nichos no se generalicen, la wiki de los átomos seguirá destinada a aplicarse en el mundo empresarial más que el individual aunque, eso si, con un enfoque diferente e innovador, más trasparente y creativo, respecto a las asociaciones de empresas tradicionales.

lunes, 27 de septiembre de 2010

El difícil equilibro entre la generosidad y el negocio en el mundo 2.0

Alguno de los aspectos que más llaman la atención de la otrora llamada nueva economía y actualmente denominada economía digital o, simplemente, economía sin un adjetivo específico, es la presencia de los sorprendentes elementos de gratuidad, así como las connotaciones culturales y personales que lleva consigo, connotaciones que nos hablan de generosidad, de colaboración, de contribución y que nos llevan a hablar de conceptos como la economía del regalo o la economía de la atención.

Sin embargo, al final existen unos incentivos, que con frecuencia tienen carácter económico, para esa generosidad. No sólo existen estos incentivos, sino que además, para la sostenibilidad de todo el modelo, es necesario que los diferentes agentes reciban las recompensas suficientes, en general de tipo monetario.

En su libro 'Wikinomics', Don Tapscott y Anthony Williams tocan de una forma u otra este tema, en diversos pasajes del mismo. En concreto, en el capítulo dedicado a las plataformas para la colaboración (entre las que analizan, por ejemplo, Flickr, Craiglist, Technorati o Del.icio.us) dedican varias páginas a reflexionar sobre el particular.

Tras considerar, por ejemplo, cómo los fundadores de Flickr vendieron ésta a Yahoo haciendo una generosa caja con ello, cómo Craiglist obtiene unos jugosos beneficios o cómo Google contrata a desarrolladores como Paul Rademacher quien de forma altruista había desarrollado anteriormente la página Housingmaps combinando capacidades de Craiglist con las de Google Maps, los autores se preguntan:

"¿Significa eso que la cultura de la generosidad es poco más que una pantalla de humo con la que se disimula lo que, en el fondo, no es más que un fenómeno de explotación comercial?".

Además, y considerando el valor que los usuarios aportan a las redes sociales, a las wikis y, en general, a las plataformas de colaboración, afirman;

"No hay ningún motivo por el que los ... contribuidores en línea no puedan compartir las recompensas generadas por su trabajo".

Esto no supone una negación de que los propietarios de las plataformas puedan o deban percibir su propio beneficio económico, sino que se deben buscar modelos que recompensen también a los usuario finales, auténticos protagonistas de la adición de valor.

Sin embargo, y quizá para quitarnos ese regusto de haber perdido los ideales 2.0, de haber renunciado al mejor espíritu de la colaboración, generosidad y meritocracia, también advierten a los propietarios de plataformas de colaboración acerca de la necesidad de no ignorar las motivaciones no económicas de sus usuarios:

"La clave es abrirse y dar a los usuarios control y libertad. Si usted antepone la rentabilidad a todo lo demás ... arruinará la red que está construyendo"

Como en tantas cosas, la solución parece estar en el equilibrio. Varias son las motivaciones que sostienen la Web 2.0 y la economía wiki. En un lado se encuentran la generosidad, la reputación y la colaboración y en otro, ni más ni menos relevante, se encuentran los incentivos económicos y la necesidad de construir modelos sostenibles.

Lo difícil es encontrar la fórmula adecuada, el mantener ese difícil equilibrio.

viernes, 24 de septiembre de 2010

La lucha por un futuro social y móvil

En los últimos días, ha existido un runrún de rumores y desmentidos en varios frentes pero que presentaban un demoninador común: el rastro de estrategias competitivas que apuntaban a un maridaje entre el móvil y las aplicaciones sociales.

Creo que el primero que llegó a mis oídos, o mejor, a mi pantalla, fue la posibilidad de que en breve, Tuenti actuase como operador móvil virtual.

Algo después se ha rumoreado, se ha desmentido, y se ha vuelto a rumorear, que Facebook estaba desarrollando un teléfono móvil propio.

Finalmente, he escuchado, más bien leído, las declaraciones de Erich Schmidt, CEO de Google, afirmando que sus prioridades estratégicas se centraban en la web social y en el móvil.

El tiempo nos dirá qué había de cierto en estos rumores y cómo se concretan las estrategias, pero sí parece claro que las grandes compañías del mundo digital avistan un futuro en que movil y social media irán de la mano reforzándose mutuamente y creando un más que apetecible mercado, un mercado por el que parecen luchar los gigantes de Internet, las operadoras de telecomunicaciones y, quizá, aunque no aparezcan en los rumores, los fabricantes de dispositivos.

En esta lucha, puede que quien más tiene que ganar y que perder sean los operadores de telecomunicaciones. Probablemente, y versionando de forma oportunista el título del famosísimo artículo, de Nicholas Carr, cada vez más podemos decir que 'Communications don't matter'. La capacidad de interconexión y transporte, a pesar de las altísimas inversiones que requieren, son una commodity por ser indiferenciadas.

La lucha está en el valor añadido y en el contacto con el cliente. Y en ese terreno, las aplicaciones, y muy especialmente las aplicaciones sociales, son 'killer application'. Si, además, la cultura de la ubicuidad, de la conexión constante y de la interacción social continua sigue acentuándose, como es previsible, esto provocará que los contactos sociales digitales cada vez en mayor medida se produzcan en cualquier lugar e instante, como ya promueven hasta el extremo aplicaciones como Twitter o Foursquare. Por ello, es natural y comprensiible la alianza entre lo social y lo móvil.

Quizá la tendencia competitiva sea a crear ecosistemas completos o servicios extremo a extremo en que se ofrezca el terminal, la aplicación y las comunicaciones empaquetadas. O quizá se luche por sólo pares de la ecuación: móvil más aplicación o aplicación más comunicaciones, en un modelo, ésta última combinación, de tipo cloud computing.

Sea como fuere, lo que los rumores apuntados más arriba nos revelan es la existencia de un jugoso mercado, un mercado ya existente pero al que se le prevé fuerte crecimiento, y la lucha furiosa de los gigantes involucrados por posicionarse y liderar ese mercado emergente.

Vienen tiempos interesantes.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Esbozo de un análisis de viabilidad 2.0

Este es, en cierta manera, un artículo improvisado. No pensaba hacer una continuación del anterior artículo 'Las ilusiones 2.0 frente al test de la viabilidad'. Pero un seguidor, a traves de Twitter, me ha sugerido la necesidad de una continuación en la línea de 'Cómo hacer un test de viabilidad 2.0'... y no sería muy 2.0 el no contestar, pero Twitter no era el medio adecuado, así que he decidido dedicarle este artículo.

La verdad es que la pregunta es amplia, muy amplia. No tiene una contestación única y yo no tengo todo el abanico de posibles respuestas.

Sin embargo, sí me parece factible, y de una amplitud razonable como para constituir un artículo de blog, el aclarar un poco la idea que manejo, el mensaje que quise transmitir, y esbozar algunas pistas acerca de cómo realizar el análisis de viabilidad que sugiero.

Lo primero que debería decir y, quizá para decepción de quien esto pueda leer, es que en el fondo no voy a ser muy original porque, precisamente, el artículo anterior no es más que una llamada al sentido común, al rigor y a no ignorar que existen unos móviles, unas dificultades y unos objetivos y que, una vez concebida una ilusión, ese rigor y ese realismo deben acompañarla para bajarla a tierra, para convertirla en realidad, y para que esa realidad sea viable y no una mera quimera, un powerpoint o un discurso.

Y las respuestas que se me ocurren, y que esbozo, no son originales porque, en el fondo, lo único que sugiero es utilizar las técnicas de gestión empresarial habituales, las mismas que se utilizan para evaluar inversiones, casos de negocio, etc

Viabilidad técnica y viabilidad económica

Lo primero que, quizá desde un punto de vista muy teórico conviene recordar, es que la viabilidad tiene, básicamente, dos caras: la viabilidad técnica (la posibilidad tecnológica de implementar la idea) y la viabilidad económica (la sostenibilidad y eventual rentabilidad de la idea). Podríamos sugerir otras un poco más especiales, como la viabilidad operativa (la capacidad para operar un servicio, aplicación, etc) o la viabilidad legal (que no se infrinjan leyes o que éstas no limiten de forma notable nuestros objetivos u opciones). Probablemente, incluso, se nos puedan ocurrir otras viabilidades adicionales a analizar.

Sin entrar en muchos detalles, creo que para iniciativas en el mundo 2.0 o de social media, en general, la viabilidad técnica, operativa y legal estarán normalmente aseguradas. Por ello me centro más en la viabilidad económica.

Escenarios

Hablar de ilusiones 2.0 o iniciativas 2.0 es, además, muy amplio y es imposible abordar todas las posibilidades. Por ello, sugeriré ideas sobre el análisis para algunos escenarios específicos. En concreto:
  • Implantación de una aplicación social como negocio o línea de negocio
  • Presencia en medios sociales como imagen de marca
  • Social media como canal de atención a cliente
  • I+D colaborativa
De nuevo, el análisis no es tal, sólo una mera sugerencia de por dónde podrían 'ir los tiros' de un verdadero análisis de viabilidad.

Aplicación social como negocio o línea de negocio

Imaginemos que estamos pensando constituir una nueva empresa cuya actividad va a ser, por ejemplo, crear y explotar una nueva red social. O pensemos en el caso de una empresa que desea crear una nueva línea de negocio consistente, también, en crear y explotar una nueva red social.

En este caso, entiendo que se debería plantear un caso de negocio en que se analizasen los costes y los ingresos y se estudiase la rentabilidad del negocio.

Como costes habría que tener en cuenta, por ejemplo, los costes de desarrollo/implantación de la herramienta SW (pudiera ser muy diferente, además, la realización de un desarrollo propio o la adopción de software de terceros). Los costes incluirían recursos humanos, posibles subcontrataciones, posibles licencias de SW (por ejemplo, de base de datos)... Además, deberíamos estimar los costes tanto de alojamiento de las aplicaciones (en nuestro propio CPD o en el de un tercero) como de la conectividad necesaria. Probablemente, y como un medio social no es algo estático, deberíamos contemplar partidas anuales de mantenimiento, no solo correctivo, sino también evolutivo del SW así como de la administración del sistema y explotación del mismo. Deberíamos tener en cuenta, la eventual necesidad de mantener una plantilla de community manager o similar...así como un equipo comercial, salvo que se confíe únicamente en la viralidad, que ayudase a atraer clientes e ingresos. Probablemente habría que dedicar partidas también a actividades de marketing, publicidad, promoción y relaciones públicas. Todos estos conceptos, y seguramente muchos más, entrarían en el apartado de costes, algunos de inversión inicial y otros de gasto recurrrente.

¿Y en el apartado de ingresos? Bueno, deberíamos definir un modelo de negocio y hacer supuestos. Por pensar en lo más sencillo, supongamos que pretendemos sostener el negocio únicamente mediante publicidad. Bien, sería necesario definir una aproximación a los medios (banners, anuncios, enlaces patrocinados, etc) que utilizaríamos, lo que cobraríamos por ellos y la demanda estimada a lo largo de varios años.

Con todo ello, deberíamos construir una visión temporal de ingresos y gastos, lo que se denominan los los flujos de caja, y analizar la rentabilidad del negocio. Para ello, y aunque puedan existir otras vías, se podría recurrir a técnicas como el Valor Actual Neto (VAN), la Tasa Interna de Rendimiento (TIR) o alguna otra técnica similar de análisis de inversiones o relacionadas.

No olvidemos, además, con mentalidad pura de inversor, que incluso aunque el negocio resultase viable, el presunto inversor podría encontrar inversiones más atractivas, de mayor rentabilidad... y que la idea de invertir en la red social cayese en el olvido.

Presencia en medios sociales como imagen de marca

Imaginemos ahora que no esperamos un retorno tangible de nuestra inversión sino una mejora de imagen de marca. En este caso, a lo mejor más que construir una red social lo que decidimos es, digamos, mantener una página en Facebook y una cuenta en Twitter. En este caso la inversión es mucho más reducida que en el escenario anterior, aunque existe, y debemos tener en cuenta, igualmente, el equipo humano (community manager y generadores de contenidos) necesario para mantener viva la página y cuenta Twitter.

¿Y el retorno? Bueno, aquí nos movemos en el mundo de lo intangible. Sin embargo, ya en disciplinas tan rigurosas como la contabilidad se valoran los intangibles, el fondo de comercio. Supongo que podríamos, por ejemplo, estimar la variación (se entiende que positiva) del fondo de comercio y confrontar ese beneficio intangible (pero reflejado en libros) frente a los costes que nos supone.

Social media como canal de atención a cliente

Supongamos ahora que utilizamos, digamos Twitter, como un canal de atención a cliente. No parece creíble que éste sea el único canal sino que formaría parte de una estrategia de CRM multicanal. Para mantener un canal Twitter la inversión es casi nula (quizá algo de publicidad o tiempo inicial de personalizar la página twitter) y más bien gastaríamos en elementos recurrentes como un community manager y/o un pool de operadores de atención. Si dejamos aparte el punto de los intangibles (que también pudieran aplicar en este caso), en las estrategias multicanal se deben tener en cuenta los costes relativos de cada canal.

Deberíamos de valorar los costes, por ejemplo costes unitarios por incidencia o consulta, de utilizar canal telefónico, correo, autoservicio web...o twitter e imaginar qué publico o en qué circunstancias utilizaría un canal u otro, si conseguiríamos que el público se inclinase hacia canales más costosos o más baratos. Desde un punto de vista meramente económico nos interesaría, por supuesto, atraer al público a canales baratos... aunque, probablemente la calidad de atención no sea la misma. ¿Sería Twitter un canal más barato que el autoservicio web o que un correo? Deberíamos tener números para saberlo.

I+D colaborativa

Quizá este escenario es en el que me resulta más difícil esbozar ideas acerca de cómo realizar un análisis de viabilidad. Estoy pensando en escenarios en los que una empresa, por ejemplo, forma parte de una comunidad de SW libre o de una red de investigadores.

Está claro que, por una parte, recibe muchas aportaciones gratuitas de la comunidad...pero también resulta evidente que debe aportar sus propios técnicos o investigadores. Hay que tener en cuenta y valorar, asimismo, el riesgo de perder exclusividad de la explotación de una innovación por lo que el retorno de ésta puede ser inferior al obtenido en una I+D autocontenida tradicional. En este caso, no veo claro qué metodología concreta seguir, pero sí parece que hay que estimar económicamente las alternativas...y optar.

Conclusiones... provisionales

Ya lo advertía al principio. No he dado una metodología completa ni cerrada y no he inventado nada nuevo que no exista ya en el mundo empresarial. El análisis, además, adolece de una cierta improvisación y puede que no exhiba un gran rigor. Las técnicas a aplicar deberían analizarse con mayor cuidado y es posible que existan técnicas mejores no citadas. Pero creo que, al menos, la idea queda más clara.

En el fondo, y como decía al principio, no se trata más que de rigor y sentido común. Las ilusiones son buenas e impulsan la innovación, el crecimiento y hasta la motivación. Pero una vez concebida la idea, una vez albergada la ilusión, llega la hora de bajarla a tierra, llega la hora de la realidad, llega la hora de los números, llega la hora de la viabilidad.

Artículos en este blog relacionados

lunes, 20 de septiembre de 2010

Las ilusiones 2.0 frente al test de la viabilidad

Es conveniente, al menos cuando de negocios hablamos, mantener un equilibrio adecuado entre la pasión y el sentido común, entre el entusiasmo y la realidad.

Con frecuencia, cuando leo libros, artículos o blogs sobre asuntos relacionados con Internet, con Web 2.0, con Social Media y, en general, con la economía digital, no dejo de pensar que me encanta lo que leo, que me encanta el entusiasmo y la pasión debordadas, a veces cercanas al fanatismo pero que, si queremos ser sensatos, si pretendemos que este nuevo mundo digital sea sostenible, si deseamos pasar de fantasías a realidades, debemos estar atentos a los hechos, a la viabilidad de los negocios, a la sostenibilidad de todo el modelo.

En su libro 'Wikinomics', y hablando en este caso de lo que llaman los neoalejandrinos (la colaboración y producción entre iguales en el campo de la ciencia y la investigación), Tapscott y Williams proporcionan un ejemplo adecuado, siquiera en grado de tentativa o de declaración de intenciones, de lo que quiero decir.

Encuentro primero una frase que parece inspiradora, entusiasta, puede que idealista:

"cada vez son más abundantes las pruebas de que compartiendo y colaborando -cuando se hace del modo correcto- se crean oportunidades para aprovechar una serie de bienes públicos y para elevar el nivel de todos los partícipes de un sector o una industria concretos."

Sin embargo, en la frase siguiente, en el mismo párrafo, se establece el contrapeso:

"Pero antes, debemos reconocer que los modos de interacción ... tienen viabilidad comercial, capacidad productiva y posibilidades de servir de impulso para las compañías privadas."

Se trata de algo así como un análisis de viabilidad de la inspiradora idea de una ciencia e investigación colaborativas.

Y así debe de ser.

El entusiasmo, la ilusión, el compromiso, son encomiables y, sin duda, necesarios para generar innovación, nuevas ideas, nuevos productos, nuevos modelos. Pero algunas ideas, puede que muchas, a pesar de lo atractivas que puedan resultar, no llegarán a convertirse en negocios o progresos sostenibles. Es por ello que el entusiasmo debe ser contrapesado por los hechos, la ilusión por el test de la viabilidad.

viernes, 17 de septiembre de 2010

El patrón neuronal (II): autoorganización y serendipia

En el artículo anterior, 'el patrón neuronal (I): la sociedad como cerebro' sugeríamos la posible existencia de un patrón neuronal consistente en, partiendo de interconexiones más o menos complejas y ajustables de procesadores simples, generar un esquema de pensamiento o conocimiento superior.

Descubríamos este patrón neuronal en el cerebro y en las redes neuronales artificiales y, en una pirueta que justificaba la existencia del artículo, aventurábamos la posibilidad de que ese patrón se replicase en las redes sociales, lo que daría una supuesta base para justificar la existencia de una inteligencia social superior a la inteligencia individual de cada uno de sus nodos, es decir, de cada una de las personas que constituyen la red social.

En este artículo incrementamos un poco más el grado de atrevimiento y sugerimos una aproximación a la innovación y la serendipia como mecanismo social.

Existen muchas topologías de redes neuronales artificiales. La más famosa, probablemente, sea el perceptrón y, en concreto, el perceptrón multicapa. Las redes neuronales artificiales se distinguen por aspectos como son su topología, sus algoritmos y su mecanismo de aprendizaje. Así, el perceptrón multicapa es sometido a lo que se denomina un aprendizaje supervisado, es decir, la red es sometida a una sucesión de ejemplos de entradas y de salidas válidas. Con ello el perceptrón se va ajustando y, al finalizar el entrenamiento, es capaz de, ante una entrada, proporcionar la salida correcta.

Existen, no obstante, otros mecanismos de aprendizaje, como el aprendizaje no supervisado. Algunas redes, por ejemplo los mapas autoorganizativos (Self Organizing Maps) de Kohonen, siguen esquemas de aprendizaje no supervisado. No recuerdo bien el funcionamiento y método de aprendizaje de los mapas autoorganizativos, pero hace años me quedé con la idea de que este tipo de redes no reciben indicaciones de cuáles son las respuestas correctas...sino que las van descubriendo. Estas redes intentan emular, por esa vía, el comportamiento de la corteza cerebral.

Lo que parece absolutamente asombroso, es la capacidad de algunas tipologías de redes neuronales para el descubrimiento, digamos, "espontáneo" (aunque a esa espontaneidad nos referimos con ciertas reservas).

En el caso de que el patrón neuronal tenga algún viso de realidad, y en la medida que los mapas autoorganizativos sean una especialización realista de ese modelo neuronal, podríamos estar en un camino, siquiera en una burda aproximación, al mecanismo social de la innovación y de la serendipia.

La serendipia, en realidad, apunta a descubrimientos puramente casuales y en los que, si atendemos a la entrada que, al respecto de la misma, encontramos en la Wikipedia, juegan un papel decisivo estímulos, acontecimientos o causas externas.

Sin embargo, aunque pueden existir descubrimientos casuales, seguro que los hay, podríamos aplicar la teoría artística que reza 'procura que la inspiración te encuentre trabajando'.

En esa línea, podríamos pensar que muchos descubrimientos se producen porque, de alguna forma, lo que hemos aprendido nos conduce a ello. Existen, creo, teorías que indicarían que la intuición va en ese línea.

Si volvemos al patrón neuronal y su presunta aplicación a las redes sociales, podríamos pensar que si la interconexión entre personas y la trasmisión de sus conocimientos adoptasen una topología similar a la de un mapa autoorganizativo, esos colectivos podrían ser capaces, tras estar sometidos repetidamente a unas entradas, unos estímulos, llegar a producir salidas, esto es, descubrimientos, nuevos y sorprendentes, sin ningún tipo de enseñanza o aprendizaje dirigido.

¿No podría ser esa una explicación del nacimiento de la innovación a través de la interacción entre personas? Más aún ¿podría eso explicar cierto tipo de serendipias, aquellas en que el descubrimiento casual no sería tal, sino la consecuencia final de un patrón neuronal autoorganizativo ya ajustado y maduro?

Si la propia existencia de un patrón neuronal aplicable a la sociedad y la inteligencia social es atractivo y sugerente, la posibilidad de que dicho patrón neuronal sea además capaz de explicar la innovación y la serendipia en redes sociales, resulta, simplemente, alucinante.

Artículos en este blog relacionados

miércoles, 15 de septiembre de 2010

El patrón neuronal (I): la sociedad como cerebro

Los patrones, en el sentido en que en este artículo los utilizo, son comportamientos, soluciones o esquemas de funcionamiento que, ante distintas situaciones o problemáticas, ofrecen una solución similar. Esta idea ya fue utilizada hace bastantes años para describir los denominados patrones de diseño en la disciplina de la ingeniería de software. En el mundo de la empresa y los negocios, el equivalente podrían ser las denominadas best practices (mejores prácticas).

Una de las bondades de los patrones es que pueden aplicarse en problemáticas en apariencia bastante diferentes y exportar lo ya conocido para un caso de aplicación exitosa a la siguiente problemática. Permiten, por tanto, un aprendizaje y progreso acelerados.

Quizá, y de nuevo en el mundo de la empresa, ése sea el fundamento del benchmarking. Un patron que haya funcionado en un entorno y empresa, quizá pueda proporcionarnos la solución en otro entorno y/o empresa diferente. Y las conclusiones que para un patrón conocido hayamos obtenido, podrían ser exportables al nuevo contexto de aplicación.

En este artículo, y al menos uno más que seguirá, quisiera comentar un patrón emergente, un patrón que nunca he visto descrito como tal (aunque no excluyo, por supuesto, que alguien lo haya identificado con anterioridad) y que, proveniente de la naturaleza, parece tener su aplicabilidad en ciencia, tecnología e, incluso, y eso es lo que quisiera destacar, en las redes sociales.

Es bien conocido desde hace ya bastantes años cómo el cerebro está compuesto por unas células denominadas neuronas. Las neuronas, compuestas fundamentalmente de un cuerpo central o núcleo, un eje o axón y unas terminaciones denominadas dendritas, establecen conexiones entre sí mediante las denominadas sinapsis. Aparentemente, las neuronas actúan a modo de procesador muy sencillito así como un transmisor de impulsos. Aparentemente también, el pensamiento y el conocimiento natural reside en esa capacidad de procesamiento y, fundamentalmente, en esa interconexión de millones y millones de neuronas y la interacción y transmisión de impulsos entre ellas.

Esta idea, este patrón en realidad, fue ya imitado hace muchos años dentro del campo de la inteligencia artificial. La idea básica era encontrar un esquema diferente al de los computadores basados en arquitectura de Von Neumann. En lugar de eso, se intentaba emular la forma de funcionamiento del cerebro en busca de capacidades superiores de razonamiento y proceso. Así, se definieron y desarrollaron las denominadas redes neuronales artificiales, exponente típico de las cuales eran los denominados perceptrones. El patrón se aplicaba, al menos en sus líneas básicas, casi a rajatabla. Se definían procesadores muy simples que se interconectaban ente sí. Aunque quizá la inteligencia artificial no haya alcanzado la promesa que supuso hará dos o tres décadas, lo cierto es que se han conseguido crear soluciones practicas basadas en redes neuronales artificiales. Estas redes exhiben un comportamiento que, en efecto, en algunos aspectos recuerda al pensamiento humano y así son capaces de, tras una fase de entrenamiemto o aprendizaje, proporcionar soluciones a problemas complejos mediante algoritmos que, de una forma casi mágica, casi inexplicable, por la aparentemente simple vía del ajuste de sus conexiones, dar con la solución correcta.

Este patrón en que, a partir de interconexiones más o menos complejas y ajustables de procesadores simples, se genera un esquema de pensamiento o conocimiento superior, es a lo que denomino el patrón neuronal.

Hasta aquí no es más que un resumen, muy simplificado, del funcionamiento del cerebro y el significado de las redes neuronales artificiales.

Pero el pensamiento que hace unas semanas se me vino a la mente y que me resultó muy sugerente, fue el paralelismo que existe entre el pensamiento natural o el de las redes neuronales artificiales y el que emerge de las redes sociales.

En las redes sociales, los humanos se interconectan entre sí mediante vínculos fuertes o débiles de carácter social. Usando esos vínculos, las personas interactúan, comparten noticias, conocimientos y experiencias. Y entendemos que, de esta interacción, de esta profunda interconexión, surge una forma de conocimiento social superior, una mayor capacidad de innovación, un más acelerado progreso de la sociedad. ¿Se ve el patrón? En las redes sociales, los nodos, los procesadores simples, somos cada una de las personas que en la red intervienen. Los vínculos serían las interconexiones que, a modo de sinapsis sociales, nos relacionan.

Si eso es así, y si el patrón neuronal tiene alguna validez, la sociedad conectada sería algo así como un gran cerebro, un cerebro con unas capacidades infinitamente superiores a la de cada uno de sus procesadores, cada una de sus neuronas, cada uno de nosotros.

¿A dónde nos puede llevar este patrón neuronal aplicado a las redes sociales? En el punto en que lo expongo es poco más que una metáfora y una sugerencia. Sin embargo, parece viable y hasta creíble pensar que algunas de las leyes, algunos de los algoritmos matemáticos que creemos gobiernan el funcionamiento del cerebro, y desde luego, el de las redes neuronales artificiales, pudieran ser aplicables al conocimiento social. Si lográramos demostrar algo en ese sentido, la aplicabilidad del patrón nos podría conducir de forma acelerada a conlusiones interesantes, útiles, quizá asombrosas.

En un próximo artículo, exploraremos algún otro aspecto del patrón neuronal. En este caso, asociado al concepto, tan de moda, de la serendipia.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Paradojas y desigualdades de la eficiencia en la empresa

En su libro, 'Wikinomics', y a propósito de los mercados de ideas o ideágoras, Tapscott y Williams estudian la política de I+D de Procter & Gamble en los años 90 y, entre otras muchas cosas, nos cuentan lo siguiente:

"A finales de la década de 1990, P&G puso en marcha un estudio interno y descubrió que estaba gastándose 1.500 millones de dólares en I+D, una inversión que generaba montones de patentes, pero sólo utilizaba menos de un 10% de ellas en sus propios productos."

Al leerlo se me vino a la mente la famosa frase de John Wanamaker acerca de la publicidad y que ya mencionamos hace un tiempo en el artículo 'Una gran verdad sobre la publicidad':

"La mitad del dinero que gasto en publicidad se desperdicia, pero no sé de qué mitad se trata."

Cuando luego vuelvo la mirada al mundo de las operaciones, la fabricación de productos y la prestación de servicios, área de la empresa a la que cada vez se exige una mayor eficiencia, una mayor reducción de costes y una mayor productividad, no dejo de pensar en la asimetría del trato, en lo aparentemente paradójico de las diferentes varas de medir entre las diversas áreas funcionales de la empresa.

¿Por qué se trata de una forma tan diferente a la I+D, al Marketing y a las Operaciones? ¿Por qué se permite una eficacia tan baja, un retorno tan incierto de la I+D (un uso del 10% de los resultados según el estudio de P&G) o del marketing (un 50% de la inversión en publicidad según la jocosa y poco científica observación de Wanamaker), mientras se exprime tanto a las Operaciones?

No puedo creer, y no creo, en un defecto directivo generalizado. Creo, más bien, que por sus propias características, por su apoyatura en la ingeniería, la ciencia y la tecnología, las Operaciones son más cuantificables, más medibles, más repetitivas, más predecibles en definitiva. Y eso, que en el fondo es una ventaja a la hora de gestionar adecuadamente, se vuelve en su contra cuando se trata de la exigencia de productividad.

Por su parte, la quizá inherente impredecibilidad de la I+D o del marketing en general, y de la publicidad en particular, hacen más complicado evaluar, no tanto los costes, como el retorno de esos costes o el rendimiento que de ellos se obtiene.

Si fuésemos capaces de medir con tanta precisión el retorno de la I+D o de la publicidad, estoy seguro que se verían sometidos, al menos en épocas de vacas flacas, al mismo riguroso examen y exigencia de productividad que se produce en el área de operaciones. Mientras eso no suceda, la gestión de la productividad en I+D y marketing seguirá siendo más laxa, más intuitiva y más del tipo invierto/no invierto que una auténtica gestión de eficiencia como se produce en Operaciones.

Paradójico, si, pero es que aún no hemos averiguado cómo eliminar la paradoja.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Twitter: asincronía y diálogo

El término sincronía, hace referencia a la coincidencia en el tiempo o simultaneidad de hechos o fenómenos. Cuando nos refererimos a comunicación quizá deberíamos matizar un poco la definición y, de forma simple y no del todo académica, decir que una comunicación es síncrona cuando existe una estrecha correspondencia temporal entre un mensaje y otro, entre pregunta y respuesta. La asincronía, por el contrario, se produce cuando existe un desacoplamiento temporal entre un mensaje y otro. Así, una conversación cara a cara, o una conversación telefónica serían síncronas mientra que, por ejemplo, el correo electrónico es, típicamente, asíncrono.

¿Y Twitter? Desde un punto de vista teórico, Twitter es un mecanismo asíncrono. Una persona publica un tweet...y la eventual respuesta se puede producir, caso de producirse, en cualquier momento del tiempo.

Sin embargo, en el caso de Twitter, y en el fondo también en el del correo electrónico y otros medios similares como el SMS, los foros o las redes sociales, la verdadera naturaleza sincrónica o asincrónica la acaba marcando el usuario: su presencia y su voluntad de establecer diálogo.

He podido presenciar en Twitter una rápida sucesión de preguntas y respuestas, una verdadera conversación, un diálogo compuesto de textos de 140 caracteres. Aunque el medio es, en sí mismo, asincrónico, el uso lo ha convertido en síncrono, puesto que las personas involucradas estaban presentas, activas y con voluntad de establecer esa conversación.

Por el contrario, hay otras situaciones, como la que he vivido hoy y que me hizo pensar en este artículo, en que la comunicación es asíncrona. Ayer, a última hora de la noche, publiqué un tweet. Hoy por la mañana tenía una respuesta. Como no suelo tuitear en el trabajo, no he vuelto a contestar, de nuevo, hasta la noche.

En este caso se ha puesto de manifiesto la asincronía de Twitter.

Lo que me preguntaba es la adecuación de Twitter para establecer un verdadero diálogo de esa forma. En un medio en principio muy ágil como es Twitter, cuyos usuarios suelen estar muy pendientes de la red y sus contactos, esas horas transcurridas pueden constituir la muerte de la conversación al contrario de lo que, probablemente, suceda en el correo electrónico. Tengo la sensación de que contestando tantas horas más tarde, la persona que me ha enviado su comentario debe pensar que ya, simplemente, no le voy a responder.

Quizá sea así, quizá no, pero esa reflexión me lleva a pensar que aunque Twitter, desde un punto de vista meramente teórico sea un medio asíncrono, el uso que se hace del mismo le lleva a ser de una naturaleza, digamos, 'cuasi-síncrona' en la que, en la mayoría de los casos, la conversación o es síncrona o, simplemente, no es.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Autoselección y el éxito de la producción entre iguales

¿No es como para preguntarse cómo es posible que funcionen tan bien, que sean exponentes difícilmente superables de productividad y calidad, los ejemplos típicos de producción entre iguales como son las comunidades de software libre o la Wikipedia? ¿No produce asombro que estas comunidades, aparentemente anárquicas y con escasos recursos económicos, puedan superar a las grandes empresas y administraciones?

Sin duda inciden efectos como la motivación, el afán de logro y la notoriedad. Ya hemos visto en este mismo blog, en relación con esta temática, la razón del fracaso de las burocracias según Gary Hamel, la importancia de creer en lo que se hace según Seth Godin, la recompensa psicológica de la reputación que arguía Chris Anderson o las razones para la colaboración y la motivación 2.0 según Nicholas Carr.

Casi todas estas ideas giraban, sin embargo, más alrededor del concepto de motivación que de los de eficacia y eficiencia.

Y sin embargo, esos casos paradigmáticos de la wikinomía son claros exponentes de éxito, de eficacia, de consecución de objetivos.

Don Tapscott y Anthony D. Williams en su libro 'Wikinomics' nos aportan una razón para esa eficacia:

"la producción entre iguales aprovecha motivaciones voluntarias de una manera que propicia la asignación de la persona adecuada a la tarea adecuada con mayor eficacia que las empresas tradicionales. La razón es la autoselección. Cuando las personas se autoseleccionan para llevar a cabo tareas creativas basadas en conocimientos, es más probable que escojan tareas para las que poseen una cualificación excelente que si la elección depende de gerentes."

Se trataría, pues, de una eficacia conseguida a base de un proceso de selección de recursos superior y, sobre todo, de una excelente asignación de recursos a tareas.

En defensa de los gerentes, apuntar que las comunidades de productores entre iguales gozan de dos ventajas que están fuera del alcance de los gestores de empresas:
  • equipos humanos altísimamente motivados
  • recursos humanos cuasi-infinitos
No son, por tanto, casuales los éxitos de la producción entre iguales. Existen motivos racionales para ello.

Lo importante y lo difícil, ahora, es saber cómo aprovechar todo ese potencial.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Principios de economía Wiki

De forma muy parecida a como ocurrio hace aproximadamente un mes con 'Freakonomics', el afamado libro de Steven D. Levitt y Stephen J. Dubner, inicio, he iniciado realmente hace unos días, la lectura de otro 'clásico' de la infonomía, de la economía de la era digital.

Me refiero, en este caso, a un libro de título parecido. Se trata de 'Wikinomics' de Don Tapscott y Anthony D. Williams, un libro ligeramente antiguo ya para lo rápido que se mueve el mundo y las ideas en esto de la economía digital (data de 2006) pero que, por lo que llevo leído hasta ahora, parece conservar casi intacta su vigencia y actualidad.

Y como hice en su momento con el libro de Levitt y Dubner, inicio la presumible serie de artículos dedicados a este libro con unos primeros apuntes, unas primeras notas, todavía con escaso comentario, más bien como un mecanismo de estructuración y recuerdo.

Y si el primer artículo de la serie dedicada a 'Freakonomics' se titulaba 'Principios de economía freaky' este se tenía que titular, por fuerza, 'Principios de economía wiki'.

Según los autores, cuatro son los principios de esa Wikinomía, de esa economía 'wiki':
  • Apertura: se trata de que las empresas hagan sus fronteras más flexibles, más porosas, en aspectos como la colaboración con personas y organizaciones externas, la adopción de estándares o la eliminación de la confidencialidad sobre la información corporativa.
  • Producción entre iguales: lo que supone, probablemente no la eliminación, pero sí la relajación de las jerarquías y unos nuevos modelos de producción más colaborativos y menos jerárquicos. El ejemplo paradigmático es el de la Wikipedia cuya semejanza de nombre con el título del libro y el tipo de economía que denomina, no es casual.
  • Compartir: referida muy especialmente a la propiedad intelectual pero que comprende también capacidad informática, ancho de banda o conocimiento científico
  • Actuación global: es decir, reconocer la existencia de un mundo globalizado, 'plano' como diría Thomas L. Friedman, y traducirlo en una gestión de activos personales e intelectuales que trascienda culturas, disciplinas y fronteras. Los autores parecen más partidarios de un 'pensar global y actuar global' que de la forma tradicional del aforismo que recomendaba 'pensar global y actuar local'.
Siete son, además, los mecanismos que los autores proponen a las empresas para enfrentarse a esta 'tormenta perfecta', como ellos mismos la denominan, a que nos arrastra esta 'wikinomía' que combina factores tecnológicos, demográficos y de economía global:
  • Producción entre iguales
  • Ideágoras
  • Comunidades de prosumidores
  • Nuevos alejandrinos
  • Plataformas abiertas
  • Plataformas productivas globales
  • Centros de trabajo wiki
A desarrollar estas siete ideas, que aquí sólo mencionamos, dedican los autores la mayor parte del libro.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Ideas sobre comunicación y cognición 2.0 (IV): Gramáticas, netiquetas y lenguaje no verbal

Debo adelantar que me gusta la literatura, que valoro las frases precisas y bien construidas, que encuentro belleza en una adecuada combinación de palabras y en un uso rico del vocabulario. Y aunque creo y reconozco la fuerza y capacidad expresiva de imágenes, sonidos, infografías o vídeos, también me parece que hay aspectos del conocimiento o del sentimiento cuya mejor vía de comunicación es a través de las palabras.

Las herramientas sociales y, probablemente, parte de la cultura moderna, parecen sin embargo rehuir las palabras o, al menos, comprimirlas, apretarlas, deformarlas, reducirlas a su mínima expresión.

No es sólo que canse más leer en una pantalla que en un papel y, por ello, las buenas prácticas de diseño web aconsejen no incluir textos muy largos; no es sólo que parecemos vivir una época acelerada en que estamos bombardeados por informaciones y por necesidades de acción y nos resulta difícil dedicar mucho tiempo a una información, a un 'input' específico. Es que, además, y quizá como una consecuencia o manifestación de esos fenómenos, las herramientas sociales cada vez nos impulsan a comprimir más los mensajes.

Tenemos como antecedente ya casi lejano el caso de los mensajes cortos, los SMS de los móviles surgidos al albur del estándar GSM. La mensajería instantánea, aunque no obliga realmente a escribir textos cortos, lo cierto es que, por su naturaleza y por el diseño de las interfaces de usuario parece que empuja a ello, con un espacio visualmente reducido para los mensajes, unido a la proliferación de emoticonos.

Esa misma interfaz de usuario se presenta en el recuadro para la actualización de estados en redes sociales tan populares como Facebook, LinkedIn o Tuenti.

Hemos pasado del blogging al microblogging donde el rey es Twitter con sus mensajes de tan solo sólo 140 caracteres y donde, además, caben referencias y signos para indicar Retweets y hashtags.

Y si los estados de las redes sociales se actualizan mediante un recuadro de tamaño visualmente reducido, con cada vez mayor frecuencia esa actualización se produce mediante una integración automatizada, precisamente, con Twitter con lo que volvemos a su mundo de los 140 caracteres. Y esta misma tendencia comienza a observarse en los comentarios de blogs donde, más que con un comentario, nos encontramos con un breve tweet que menciona al artículo del blog.

Y en esa tendencia, en esa filia por lo corto e inmediato, por lo rápido y sencillo, necesariamente perdemos algo, algo de conocimiento y algo de comunicación.

En primer lugar perdemos gramática, al menos la gramática tradicional. Para poder comprimir ideas en tan poco espacio, nos vemos obligados a introducir abreviaturas, a eliminar preposiciones y artículos, a forzar frases, a saltarnos reglas... y, como alternativa, contruir algo así como unas nuevas gramáticas con reglas conocidas por los fans de los medios sociales como, por ejemplo, la gramática twitter con sus signos RT, sus referencias y sus hashtags. Elaboramos unos nuevos vocabularios, unos nuevos diccionarios de abreviaturas y símbolos (#FF, RT, pq, grax, etc)...Inventamos, en fin, un nuevo lenguaje más conciso, más rápido...pero quizá menos rico, con menor capacidad expresiva, con menos matices, más superficial.

Plenamente ingenioso resulta, eso sí, la compresión de elementos no verbales en el propio lenguaje de Internet. Así, elaboramos las normas de buen comportamiento y protocolo, la netiqueta, que nos indica cómo ser 'educados' en este mundo virtual. Ingenioso a la par que rápido es también la adopción de símbolos, los emoticonos, para expresar emociones y matices que normalmente recoge el lenguaje no verbal, los gestos.

Ambos son mecanismos muy ingeniosos, en el caso de los emoticonos diría que casi brillantes, pero tendentes de nuevo a la velocidad, a la compresión, a la inmediatez.

Tiene su valor comunicativo y cognitivo este lenguaje comprimido. El valor deriva, precisamente, de su brevedad y rapidez. Probablemente se pierdan detalles pero, a cambio, se gana en velocidad y viralidad. Los conocimientos son más básicos...pero se difunden con mayor rapidez y amplitud.

Los nuevas formas de expresión ganan en velocidad y alcance lo que pierden en precisión y profundidad. Utilizando un símil de gestión, diría que los nuevos lenguajes 2.0, en lo tocante a comunicación y cognición ganan en eficiencia pero pierden eficacia.

¿Un equilibrio afortunado?

Artículos en este blog relacionados

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Sostenibilidad y modelo de Internet: una cuestión de números

No pocos comentarios ha suscitado en Internet, en la blogosfera y los medios sociales, la reciente intervención de D. Julio Linares, consejero delegado de Telefónica S.A., que tuvo lugar el pasado 30 de Agosto en el ámbito del XXIV Encuentro de las Telecomunicaciones que se organiza en la Universidad Internacional Menendez Pelayo.

Para el Sr. Linares, y según nota de prensa emitida por la compañía, "el principal problema al que se enfrenta el sector en la actualidad pasa por el grave desacoplamiento existente entre el crecimiento del tráfico, el coste de la red y los ingresos que genera."

Según ello "el esfuerzo de los agentes del sector debe centrarse en tratar de equilibrar estas variables junto con la inversión en redes, y necesariamente desde la base de un nuevo modelo que permita generar valor, puesto que el actual no es sostenible a futuro"

D. Julio Linares apoyaba su argumentación con algunos datos interesantes. Así, y con respecto al número de hogares y equipos conectados afirmaba que "un mercado que en 2009 contaba con 1.000 millones de hogares, 4.600 millones de personas y 1.400 millones de máquinas conectadas y que en 2020 sumará 1.200, 6.000 y 40.000 millones de hogares, personas y máquinas conectadas, respectivamente, lo que asciende a más de 50.000 millones de dispositivos, todos ellos conectados."

En cuanto al crecimiento de los medios sociales aportaba los siguientes datos:

"más de 850.000 nuevas altas diarias en las redes sociales, más de 50 millones de blogs actualizados cada segundo o con 500 nuevas aplicaciones diarias"

Finalmente, insistía en el importantísimo crecimiento del mercado móvil y de las aplicaciones (este último punto, por cierto, me ha recordado algunos de los recientes razonamientos de Chris Anderson sobre la muerte de la web) para afirmar que "El acceso móvil a Internet, que será mayoritario en 2013, ha fomentado el desarrollo de aplicaciones, pasando de 50.000 a más de 300.000 en tan sólo un año, de junio de 2009 a junio de 2010, seis veces más, aunque sólo 30.000 cuentan con más de 500.000 usuarios."

A los pocos minutos, casi diría que a los pocos segundos, se producían las primeras reacciones en medios como Twitter y algo después en algunos blogs. En concreto, y a modo de ejemplo, Enrique Dans al poco rato, creo que escasas horas después, publicaba un post en su blog encabezado por el expresivo título ¿Quiebra del sistema? Nada más lejos de la realidad.

En los comentarios a las noticias y artículos que he tenido ocasión de leer predominaban las valoraciones negativas y se daban algunas descalificaciones, aunque debo reconocer que he encontrado muchos más comentarios juiciosos y mesurados, siempre en mi opinión, de lo que esperaba.

Y es un poco al hilo de estos artículos y estos comentarios a lo que viene mi reflexión en este post. De hecho, no voy a entrar en el fondo de las afirmaciones de D. Julio Linares o de las respuestas contrarias. El rigor y la prudencia aconsejan no entrar en esas procelosas aguas si no es armado con muchos datos, largo análisis y fuertes dosis de criterio.

Sí decir que me resulta llamativo, aunque esperable, la carga emotiva que domina muchos artículos y comentarios. Se avistan peligros, se intuyen abusos, se descalifican personas y empresas...

Pensémoslo bien: por suerte o por desgracia, de lo que se está hablando es de modelos de negocio y de sostenibilidad en el sentido más económico y menos ecológico del término.

Me llaman la atención y quisiera entender los nuevos modelos de negocio, en especial, los que se originan en el mundo de Internet y en torno a la economía del regalo, la economía de la atención y la gratuidad, elementos de los cuales no hace tanto hemos hablado a partir de la lectura del libro Gratis de Chris Anderson. Y es que, aunque Internet y los medios sociales parezcan algo mágico, al final hay unas infraestructuras y unos equipos humanos, unas inversiones y unos gastos, una serie de costes en definitiva y unas expectativas de beneficios y, para que la nube siga funcionando, es necesario que éstos, costes e ingresos, y por ende, beneficios, se encuentren adecuada y racionalmente acompasados.

Como clientes desearemos la máxima calidad al menor precio, como internautas adoraremos la gratuidad, como seres humanos valoraremos el valor igualitario y democratizador de la Web 2.0.

Sin duda, las preferencias y deseos de clientes y usuarios, o los movimientos de producción entre iguales como el software libre o la wikipedia ejercerán su poderosa influencia y contribuirán a nuevos modelos e ideas.

Pero, al final, los modelos supervivientes lo serán, no sólo porque satisfagan a cliente y usuarios, que también, sino porque sean sostenibles económicamente y, en ese sentido, la sostenibilidad de Internet y los modelos de negocio alrededor de la nube serán, en definitiva, no una decisión emotiva sino, fundamentalmente, nos guste o no, una cuestión de números.