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Descubríamos este patrón neuronal en el cerebro y en las redes neuronales artificiales y, en una pirueta que justificaba la existencia del artículo, aventurábamos la posibilidad de que ese patrón se replicase en las redes sociales, lo que daría una supuesta base para justificar la existencia de una inteligencia social superior a la inteligencia individual de cada uno de sus nodos, es decir, de cada una de las personas que constituyen la red social.
En este artículo incrementamos un poco más el grado de atrevimiento y sugerimos una aproximación a la innovación y la serendipia como mecanismo social.
Existen muchas topologías de redes neuronales artificiales. La más famosa, probablemente, sea el perceptrón y, en concreto, el perceptrón multicapa. Las redes neuronales artificiales se distinguen por aspectos como son su topología, sus algoritmos y su mecanismo de aprendizaje. Así, el perceptrón multicapa es sometido a lo que se denomina un aprendizaje supervisado, es decir, la red es sometida a una sucesión de ejemplos de entradas y de salidas válidas. Con ello el perceptrón se va ajustando y, al finalizar el entrenamiento, es capaz de, ante una entrada, proporcionar la salida correcta.
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Lo que parece absolutamente asombroso, es la capacidad de algunas tipologías de redes neuronales para el descubrimiento, digamos, "espontáneo" (aunque a esa espontaneidad nos referimos con ciertas reservas).
En el caso de que el patrón neuronal tenga algún viso de realidad, y en la medida que los mapas autoorganizativos sean una especialización realista de ese modelo neuronal, podríamos estar en un camino, siquiera en una burda aproximación, al mecanismo social de la innovación y de la serendipia.
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Sin embargo, aunque pueden existir descubrimientos casuales, seguro que los hay, podríamos aplicar la teoría artística que reza 'procura que la inspiración te encuentre trabajando'.
En esa línea, podríamos pensar que muchos descubrimientos se producen porque, de alguna forma, lo que hemos aprendido nos conduce a ello. Existen, creo, teorías que indicarían que la intuición va en ese línea.
Si volvemos al patrón neuronal y su presunta aplicación a las redes sociales, podríamos pensar que si la interconexión entre personas y la trasmisión de sus conocimientos adoptasen una topología similar a la de un mapa autoorganizativo, esos colectivos podrían ser capaces, tras estar sometidos repetidamente a unas entradas, unos estímulos, llegar a producir salidas, esto es, descubrimientos, nuevos y sorprendentes, sin ningún tipo de enseñanza o aprendizaje dirigido.
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Si la propia existencia de un patrón neuronal aplicable a la sociedad y la inteligencia social es atractivo y sugerente, la posibilidad de que dicho patrón neuronal sea además capaz de explicar la innovación y la serendipia en redes sociales, resulta, simplemente, alucinante.
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