Es, probablemente, la noticia del verano en el mundo digital hispano: Telefónica ha comprado el 90% de Tuenti, la red social española de tanto éxito entre el público más joven.
Las reacciones y las opiniones, como es lógico, no se han hecho esperar. No he hecho un barrido exhaustivo pero sí me he detenido, por ejemplo, a leer la valoración de Enrique Dans, lo que publica al respecto Error500 o el artículo correspondiente en Expansión y en el blog salmón. En los artículos propiamente dichos veo un poco de todo, aunque con una cierta tendencia a la desconfianza en el futuro de Tuenti o la gestión que de esta adquisición pueda hacer Telefónica. También es cierto que, por ejemplo, la encuesta de expansión arroja en los momentos en que edito este artículo, unos resultados muy favorables para esta operación.
Más preocupantes son los comentarios de los internautas en estos artículos, comentarios que tienden, en general, a ser muy duros.
Creo que, para ser justos y equilibrados, es preciso dar un tiempo para ver cómo madura la operación, qué dirección toma la gestión y qué resultados se obtienen. Sólo el tiempo dará o quitará razones para este movimiento que a mi, personalmente, me ilusiona y llena de interés.
Me olvido, pues, de los comentarios negativos y de los malos augurios, de las valoraciones pesimistas y las descalificaciones, y decido confiar en un futuro brillante.
Sin embargo, debo reconocer que lo que sí me encoge un poquito el corazón, lo que me hace sentir una cierta sensación, sin duda injustificada, de responsabilidad, es recordar la mirada de mi hija esta mañana, fan de Tuenti, como la mayoría de jóvenes de su edad, preguntándome, con un puntito de temor en sus ojos:
"Papa, ¿y qué vais a hacer ahora con Tuenti?"
jueves, 5 de agosto de 2010
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