Ayer observaba en Twitter el número de mis 'follwers', un número que, al menos en la actualidad, considero muy, muy modesto (76 followers en el momento de escribir esto, eso sí, con una continua tendencia al crecimiento). Y pensando precisamente en la modestia del número, repasaba lo que podría ser el número típico de followers de otras personas. Veo con frecuencia que hablamos de varios cientos y, en el caso de los 'gurús', las cuentas de ciertas empresas o de las personas más relevantes, es bastante normal que hablemos de varios miles de followers.
Volví a pensar en los números mágicos que gobiernan las redes sociales y en hasta qué punto las redes sociales virtuales son un reflejo de esa realidad social del mundo analógico.
Y centrándome específicamente en el número de Dunbar, aquel que establece que el tamaño de los grupos sociales humanos es de 150, siendo un grupo el conjunto máximo de humanos en que todos y cada uno de sus miembros se conocen entre sí y saben sus relaciones entre ellos, me quedó claro que ese número no aplica al caso de Twitter o, más exactamente, que la relación que se establece con los followers no es lo suficientemente profunda, en general, como para que cuente en el número de Dunbar.
Lo austero de la comunicación en Twitter parece que no favorece las relaciones profundas y, si éstas se producen, será por mecanismos exteriores a Twitter (correo electrónico, foros, blogs, desvirtualización, etc). La experiencia personal confirma esa opinión: como caso general, las relaciones a través de Twitter son superficiales (lo que no quiere decir que no sean valiosas) y no implican el grado de conocimiento que cuenta en el número de Dunbar.
Más bien parece que la naturaleza de Twitter conduzca a vínculos débiles, agilizando enormemente, eso sí, el establecimiento de esos vínculos débiles. Y ya vimos hace tiempo, siguiendo las indicaciones de Mark Granovetter, la extraordinaria importancia de los vínculos débiles como un mecanismo de ampliar nuestras relaciones, la variedad y alcance de las mismas y para identificar oportunidades e ideas nuevas.
La experiencia personal de nuevo confirma este hecho: Twitter es muy eficiente, muy ágil produciendo nuevas relaciones (a través de los mecanismo de following, reference, etc), relaciones que suelen ser débiles pero que amplían perspectivas, y permiten descubrir personas y noticias.
Según todo lo hablado mis conclusiones serían, por un lado, que los followers de Twitter no serían del tipo de relaciones que cuentan en el número de Dunbar. Y, por otro, que Twitter favorece las relaciones rápidas, los vínculos débiles. Para profundizar en una relación virtual normalmente, junto con Twitter, convivirán otros mecanismos. Sin embargo, esa superficialidad no es negativa sino todo lo contrario, porque debido a la fuerza de los vínculos débiles, se favorece la agilidad, la creatividad, la relación, la innovación.
viernes, 20 de agosto de 2010
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