En economía se maneja el concepto de asimetría informativa para denominar los casos en que, en una transacción o en la toma de una decisión, una de las partes posee más o mejor información que la otra.
No es necesario decir que quien posee la mejor información se encuentra en ventaja y puede sacar provecho de ello.
Steven D. Levitt y Stephen J. Dubner, en su libro 'Freakonomics', reflexionan sobre ello y sobre el impacto que Internet supone en este aspecto como mecanismo equilibrador y democratizador.
En primer lugar, plantean de forma simple el problema:
"En una transacción, resulta habitual que una de las partes disponga de mejor información. En el lenguaje económico eso se denomina asimetría informativa. Aceptamos como una de las verdades del capitalismo el que alguien (normalmente un experto) sepa más que otra persona (normalmente un consumidor)."
Antes de continuar, un pequeño excurso, una matización: en la teoría capitalista más pura en realidad no se aboga, entiendo yo, por la asimetría informativa. De hecho, lo que en los estudios microeconómicos se denomina competencia perfecta supone la transparencia del mercado, esto es, que las empresas y los consumidores tengan información completa y gratuita o, si se prefiere, que exista una completa simetría informativa. Otra cosa es que esta competencia perfecta sea algo así como una utopía y la asimetría informativa se encuentre entre nosotros 'de facto'.
Sin embargo, y como destacan estos mismos autores, esa dinámica de la asimetría informativa se ve seriamente afectada por la aparición de Internet.
"Como medio, Internet demuestra una enorme eficacia a la hora de trasladar la información de quienes la poseen a quienes la desconocen
...
Internet ha demostrado ser especialmente provechosa en las situaciones en las que un encuentro cara a cara con un experto podría haber exacerbado el problema de la asimetría informativa, esto es, cuando un experto utiliza su información privilegiada para hacernos sentir estúpidos, estresados o infames."
Internet actúa como un eficacísimo mecanismo difusor de información, borrando parcialmente las fronteras entre el experto y el que no lo es, haciendo más simétrico el uso de la información, convirtiendo el mundo, si se quiere, y usando la expresión de Thomas L. Friedman, en un mundo más plano, al menos desde ese punto de vista de la información y el conocimiento.
Esto parecen ser buenas noticias, al menos si nos consideramos como consumidores. Al eliminar asimetrías informativas, Internet quita una parte del poder a expertos y empresas para entregárselo a los consumidores, haciendo comparativamente más ventajosas las transacciones de éstos con las empresas. El consumidor gana poder y protagonismo.
Existe otra consecuencia. Si volvemos al concepto microeconómico, al igualarse el acceso a la información, al ser ésta cada vez más completa y, además, gratuita, nos acercamos al estado de competencia perfecta. En ese estado, los precios tienden a bajar. Esto parecen ser, de nuevo, buenas noticias para nosotros como consumidores.
¿Dónde reside el peligro?
En la medida que la competencia aumenta, a medida que los precios bajan, las empresas pueden verse obligadas a severas medidas de reducción de costes, de recorte de gastos. Y esto pudiera afectar a empleo y a sueldos.
¿Y desde el punto de vista de la ética?
Parece lógico pensar que cuando la información de la que estamos hablando va más allá del mundo de los negocios y abarca, por ejemplo, la política, los partidos, etc, la eventual desaparición de la asimetría de la información contribuiría a una democracia muchísimo más madura, me atrevería a decir que más justa.
La mitigación también de la asimetría de información en campos como la ciencia, la tecnología, el derecho, la sanidad, etc tambien pueden aumentar e igualar las oportunidades vitales y profesionales, acercándonos al concepto de meritocracia que la Web 2.0 abandera
¿Qué reversos tenebrosos nos podemos encontrar en este caso?
Por una parte, aunque exista igualdad de oportunidades teóricas, aunque se eliminen desigualdades por raza, sexo o clase social, pueden generarse desigualdades por capacidades intelectuales en un mundo mucho más competitivo en información y conocimiento.
¿Y qué decir de la amenaza que sufre la privacidad?
Es evidente que Internet contribuye de una forma decisiva a eliminar o, más bien, suavizar, las asimetrías informativas. Y está claro que eso conlleva multitud de consecuencias positivas de las cuales en este artículo sólo se esbozan algunas. Pero también es preciso tener en cuenta que existen peligros y contrapartidas de las que, también, únicamente, hemos dado alguna pincelada.
Creo que, en cualquier caso, el balance es netamente positivo.
viernes, 13 de agosto de 2010
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