lunes, 30 de diciembre de 2019

Las instituciones obsoletas y la enseñanza de Internet


Es posible que nuestras instituciones se estén quedando obsoletas. 

Es muy posible que nuestras estructuras de gobierno y administración no sean capaces de seguir el ritmo de la innovación y el desarrollo tecnológicos. Es más que probable, de hecho, que sea así.

Probablemente siempre haya ocurrido de esta forma. Seguramente siempre hayan tenido lugar primero los avances tecnológicos y luego los ajustes regulatorios, administrativos e institucionales. Y puede que, al menos hasta ahora, haya sido comprensible y casi razonable.

Pero dado el ritmo acelerado de la innovación tecnológica, y dada su rápida adopción en la sociedad, a lo mejor ahora ese retraso sea más evidente y resulte más urgente hacer algo al respecto.

He estado en las últimas semanas participando en algún foro en que hablábamos, precisamente, de hasta qué punto la regulación se encontraba muy lejos de estar al día en materia de robotización y de inteligencia artificial, lo poca avanzada que se encuentra, no ya la legislación, sino incluso los criterios básicos sobre temas como la personalidad jurídica de los robots o las directrices adoptar, con criterios éticos y normativos, en materia de inteligencia artificial, genómica o vehículos autónomos. La tecnología ya está aquí, o está a punto de llegar, con consecuencias seguramente profundas y disruptivas y, sin embargo, a la regulación... no está ni se la espera, al menos próximamente.

Y hace unos días, leyendo el libro 'Viviendo en el futuro' de Enrique Dans, me encontraba un razonamiento en esta línea que me llamó la atención.

Hablaba el autor en este caso de la temática de los impuestos ligados a las empresas de Internet, la facilidad para la evasión de impuestos y la existencia de paraísos fiscales que atraen a este tipo de empresas. Se trata de unos movimientos que, siendo en general perfectamente legales, no resultan, sin embargo, justos, ni para la competencia de esas empresas (pensemos por ejemplo en los operadores de telecomunicaciones), ni para la sociedad en general, que ve cómo unos gigantes no solo tecnológicos sino también económicos, apenas tributan, es decir, apenas contribuyen a financiar el estado del bienestar y el bien común.

Y Enrique Dans opinaba que se precisaba de una especie de regulación global, ya que la regulación a nivel estatal es muy difícil que pueda llegar a gestionar esta situación.

Pero lo que más me llamó la atención y lo que en el fondo me ha animado a escribir este artículo, es lo que comenta en el siguiente párrafo:

El problema, de solución muy compleja en las condiciones actuales y que requiere el desarrollo de consensos amplios y difíciles de obtener en organismos supranacionales como el G20, corresponde claramente al hecho de superponer una estructura moderna, de ámbito global, y sin fronteras, como Interne a otra, completamente obsoleta, que divide los distintos territorios del mundo en compartimentos dotados de una cierta estanqueidad.


Es decir, el problema del control de los impuestos de las tecnológicas, y seguramente de muchos más problemas actuales, en materia tecnológica y no tecnológica, resulta muy difícil de gestionar porque mientras el mundo y los fenómenos técnicos, económicos y sociales son cada vez más globales, la administración y la gestión se halla todavía fuertemente compartimentada en los estados nacionales. Existen, claro, organismos supranacionales, la ONU, la OCDE, el G20 etcétera, pero claramente, la soberanía, el poder y la legislación se encuentra en manos de los estados nacionales en los que se concentra la soberanía de los ciudadanos a que acogen y con esa soberanía y autonomía actúan.

Y es posible que esa desajuste, entre una realidad global y una administración compartimentada esté en la base de muchas incapacidades actuales de la humanidad para dar respuesta a problemas muy graves de los que, quizá, la temática de los impuestos de las tecnológicas fuese la menor, resultando mucho más importantes otros aspectos como la gestión ética de la tecnología, la emergencia climática, la inmigración, la pobreza etc.

A lo mejor, y digo sólo a lo mejor, la mayor y más profunda enseñanza que trae consigo Internet no la hemos empezado ni a entender ni casi a apreciar. 

A lo mejor, solo a lo mejor, la necesidad de una profunda interconexión, interacción y coordinación, es mucho más que de una red y unos protocolos, es mucho más que tecnología y aplicaciones, y nos habla, más bien, de las instituciones y de una forma de entender el gobierno mundial.


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