¿Preparación?
¿Para la innovación?
Vivimos orientados a la acción. O al menos, la practiquemos realmente o no, encumbramos esa acción, el moverse, el hacer cosas. Es la forma de avanzar, de conseguir objetivos. Y demuestra en cierto sentido nuestra valía, nuestro empuje, nuestra capacidad para dar resultados.
Y es cierto. La acción es muy importante. Es vital. No se consiguen resultados sin acción. No vendemos sin acción. No ejecutamos proyectos sin acción. Y no innovamos sin acción.
Sin embargo, así lo creo, hay que defender un cierto espacio para la reflexión y la preparación.
Está ya abundantemente descrito que una cierta dosis de aburrimiento promueve la creatividad porque libera nuestro cerebro y le permite moverse en sendas diferentes a la de la acción inmediata, la actividad compulsiva y explorar a cambio nuevas opciones.
A pesar de lo anterior, que me resulta creíble, se me hace difícil abogar por el aburrimiento. No me cuesta sin embargo, porque estoy convencido de ello, abogar por la preparación de esa acción, por la reflexión, por la planificación y por la estrategia.
Incluso para enfrentarte a actividades donde domina la incertidumbre, como es la innovación o el emprendimiento, creo que es necesaria, quizá más que nunca, esa estrategia y esa planificación. No es esta apuesta por la reflexión y la planificación una postura que sea fácil de defender hoy en día donde todos los discursos parecen llevar a la acción inmediata y al famoso fracaso rápido y barato.
Yo creo firmemente, sin embargo, en la importancia de la preparación. Una preparación, eso sí, bien entendida: una preparación que es abierta, que no es eterna, que no es paralizante.
Que es abierta porque es plenamente consciente de que parte, a veces incluso mucho, de lo pensado y planificado, puede sufrir revisiones, en ocasiones profundas, ante el choque con la realidad, ante la realimentación de clientes, del mercado o del propio devenir del proyecto. Una preparación y planificación que es abierta porque no se enamora de sí misma y está dispuesta a rehacerse, si es necesario y cuando es necesario.
Y una preparación y planificación que no son paralizantes, que no se enroscan sobre sí mismas en un pensamiento eterno que no lleva a nada sino que, por el contrario, son tan breves como sea factible. Una preparación y una planificación que identifican y promueven los siguientes e inmediatos pasos y que están dispuestas a planificar a corto plazo si no hay información suficiente para hacerlo a largo.
Eso es: abogo por la reflexión, la preparación y la planificación... incluso en innovación.
Y hay veces que esa reflexión y ese pensamiento se producen en actividades que quizá no valoramos en su justa medida.
Luis Pérez-Breva, autor del libro '
Innovar' que, además, subtitula de forma muy significativa, '
Un manifiesto de acción', nos identifica en su obra, al menos dos puntos donde hay preparación y reflexión aunque quizá no seamos plenamente conscientes de ello.
El primer caso es ante la exposición de un proyecto de innovación, sea para captar nuevas personas para el equipo o sea para atraer a inversores. El autor resalta la importancia de preparar la presentación del proyecto, no ya por el resultado que esperamos de esa presentación, sino por la preparación en sí misma, porque nos ayuda a nosotros mismos a clarificar nuestro propio proyecto. Así, en un punto de su libro nos dice:
prepararte para exponer tu proyecto es valioso en sí mismo, lo acabes presentando o no.
Nótese: "lo acabes presentando o no". Lo que quiere resaltar, precisamente, es que la reflexión sobre el propio proyecto es una actividad de valor.
Hay otro punto al final del libro en que de nuevo nos habla de reflexión y que resuena fuertemente con mi experiencia personal.
Es cuando nos habla de cómo documentar la innovación, una actividad que quizá está apartada del 'glamour' de la literatura sobre innovación y emprendimiento, pero que tiene valor, no sólo como registro de lo avanzado y como herramienta de trabajo sino, lo que es quizá más importante, por lo que de reflexión implica.
En efecto, personalmente yo siempre he dicho, literalmente, que "pienso cuando escribo". Por supuesto, es una afirmación ligeramente exagerada. Pienso en otras formas y ocasiones pero sí es cierto que el escribir en sentido amplio, ya sea un texto, un diagrama o una PPT, me ayuda muchísimo a estructurar las ideas y a avanzar en el pensamiento.
Y Luis Pérez-Breva debe experimentar algo parecido, al menos de vez en cuando, porque nos dice:
A veces el acto de documentar induce pensamientos.
Así es. documentar, especialmente cuando se hace de forma cuidadosa, concentrados en la tarea y con la voluntad de rigor y comunicación, induce pensamientos, muchos pensamientos...y refina los que ya habíamos tenido.
Así que a las preguntas ¿Reflexión?¿Preparación?¿Planificación? ¿Para la innovación?
Respondo: si, sin ninguna duda.