Hace ya muchos años que no programo personalmente, aunque sí que recientemente, y tras muchos años sin hacerlo, estoy volviendo a dirigir un equipo que desarrolla software.
De los tiempos en que programaba, ya sea por interés personal, ya sea por motivos profesionales, recuerdo el placer que encontraba en ello, las muchísimas horas que transcurrían en un suspiro, sin casi darse uno cuenta, lo absorbente que esta actividad podía llegar a ser.
Si pienso en el atractivo del desarrollo software me vienen a la cabeza palabras como creatividad, reto, desafío, logro...
Esas son mis palabras, mis explicaciones pero recientemente, leyendo la edición aniversario de 'The mythical man-month' de Frederick P. Brooks Jr. me encuentro que este autor, padre del IBM System/360, identifica cinco razones.
Son estas:
- El placer de hacer, construir cosas.
- El placer de hacer cosas útiles para otras personas.
- La fascinación de modelar y enlazar objetos, como piezas de un puzzle y ver cómo funcionan proporcionando el comportamiento previsto.
- El placer del aprendizaje continuo, fruto de la naturaleza no repetitiva de las tareas
- La delicia de trabajar en un medio tan maleable, tan cercano a las ideas puras
Concluye el autor, a modo de resumen, que programar es divertido porque satisface anhelos creativos fuertemente enraizados en nuestra naturaleza y porque deleita sensibilidades que tenemos en común todos los seres humanos.
Para quien no haya programado puede parecer exagerado pero para quien, como yo, lo haya hecho, especialmente si ha programado por puro placer, lo que describe Frederick P. Brooks, es la pura verdad, es una descripción acertadísima del placer oculto en el desarrollo del software, de por qué nos gusta tanto programar...
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