Existe una cierta creencia de que la creatividad es algo así como un don, algo que unas personas poseen y otras no.
Y, si eso fuese cierto, aquellos no tocados con el don de la creatividad no podrían más que reconocerlo, resignarse y desarrollar otro tipo de conocimientos, virtudes y habilidades para intentar progresar en su desempeño y carrera profesionales.
Sin embargo, aparte de que es discutible que la creatividad, como cualquier habilidad, no pueda, al menos hasta cierto punto, desarrollarse, puede que la estrategia de la resignación no sea viable hoy día.
A medida que la actividad profesional se desplaza hacia los servicios, a medida que los empleos son más sofisticados, a medida que nos convertimos en trabajadores del conocimiento, la creatividad comienza a hacerse imperativa.
Ya no basta con ejercer una tarea claramente descrita de una forma automática o semiautomática. Es preciso aportar inteligencia, conocimiento... y creatividad.
Así nos lo advierte en el prólogo de 'Gamestorming' uno de sus autores, Dave Gray, quien afirma.
If you are a knowledge worker, you must become, to some degree, creative.
Si eso es así, y con independencia de las dotes de creatividad que de forma natural poseamos, estamos en la obligación de intentar desarrollar nuestras dotes creativas y las técnicas de creatividad.
En concreto, los autores del libro mencionado nos proponen técnicas basadas en los juegos.
La creatividad es un imperativo y, si la desarrollamos a través de juegos, además, será divertida...
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