En el emprendimiento, como en toda actividad de gestión, la visión y la inspiración deben acompañarse de rigor, de objetivos, de metodología y de esfuerzo, cuatro aspectos que podríamos agrupar bajo el paraguas del término realismo.
Y ese realismo debe estar presente desde el principio, desde el mismo momento en que el emprendedor o directivo se plantean una nueva aventura empresarial. Es en ese momento inicial cuando, probablemente, deban aplicarse las cuatro preguntas que Eric Ries nos propone en su libro ‘The lean startup’
Y ese realismo debe estar presente desde el principio, desde el mismo momento en que el emprendedor o directivo se plantean una nueva aventura empresarial. Es en ese momento inicial cuando, probablemente, deban aplicarse las cuatro preguntas que Eric Ries nos propone en su libro ‘The lean startup’
- ¿Reconocen los consumidores que tienen el problema que estamos intentando resolver?
- En caso de existir una solución para su problema ¿comprarían la solución?
- En caso afirmativo ¿Nos la comprarían a nosotros?
- ¿Somos capaces de construir esa solución para ese problema?
Si la respuesta a cualquiera de las cuatro preguntas es negativa, no parece tener mucho sentido seguir adelante, al menos no sin resolver esa negativa, por más atractiva que nuestra idea nos pueda parecer.
No se trata de echar jarros de agua fría, ni, por supuesto, de la tan mencionada y temida procastrinación.
Se trata, simplemente, de reconocer que estamos ante un problema de negocio que como tal debe ser gestionado.
Se trata, en fin, como decíamos, de aplicar una dosis de realismo a la actividad emprendedora o innovadora.
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