La innovación tecnológica, al menos aquella que no se hace por mero interés científico sino con objetivos de negocio, debería estar mirando de alguna forma hacia el mercado.
Cuando nos encontramos ante mercados más o menos maduros y ante avances tecnológicos de tipo evolutivo, la forma de 'mirar' al mercado pueden ser los estudios de mercado o los resultados del pasado.
En el caso de innovaciones disruptivas, mejor que eso es, probablemente, experimentar sacando rápido soluciones al mercado (con riesgo limitado), observando los resultados y reaccionando en consecuencia.
En cualquier caso, y por más atractiva que sea la innovación tecnológica 'per se', se debe estar atento al mercado y al retorno posible de esa innovación.
Una innovación guiada por aspiraciones de excelencia tecnológica, por la mera obtención de las mayores prestaciones puede, simplemente, estar por encima de lo que el mercado espera, desea y, sobre todo, de aquello por lo que está dispuesto a pagar.
Así nos lo recuerda Clayton Christensen en su libro 'The innovator's dilemma' con frases como:
The pace of technological progress can, and often does, outstrip what market needs.
La innovación como investigación básica o como hobby es interesantísima pero, como negocio, precisa ineludiblemente del refrendo del mercado.
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