¿Dónde residen las características diferenciales de una compañía? ¿Qué es lo que le proporciona ventaja competitiva? ¿Qué es lo que la habilita para innovar?
Centrando el tiro en lo relativo a la innovación, Clayton Christensen, en su libro 'The innovator's dilemma', nos habla de tres puntos donde residen esas capacidades.
Uno de ellos no es realmente corporativo: son las personas, sus conocimientos y habilidades.
Los otros dos son de carácter más corporativo: los procesos y los valores.
Los procesos son los métodos que transforman unos inputs en unos outputs de mayor valor que las entradas. De alguna forma definen el funcionamiento o la operación de la compañía.
El tercer elemento, los valores, se mueven en un terreno más intangible y, en la orientación que Christensen adopta al respecto, definen principalmente la forma en que los empleados priorizan los asuntos y toman decisiones.
Según el autor, tanto procesos como valores corporativos son comparativamente inflexibles vistos en relación con las personas...y pueden suponer el mayor obstáculo para la innovación disruptiva. Para innovar no basta, pues, con disponer de las personas con los mejores conocimientos y habilidades. Es preciso que los procesos y los valores la permitan e impulsen.
Nos hemos acostumbrado, y nos satisface y alienta, a pensar que las personas son lo más importante... y creo que es así, pero cuando se trata innovar, de cambiar de forma rápida y profunda, no despreciemos la inercia, a veces positiva pero en general negativa, que procesos y valores suponen. Sólo confiar en las personas puede no ser suficiente... o no a corto plazo.
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