Parece un contrasentido.
Parece que lo que deseamos es precisamente un modelo de negocio de éxito, una fórmula que nos permita encontrar una original proposición de valor y organizar los recursos y capacidades de la empresa para obtener una buena rentabilidad de los productos y servicios que implementan esa proposición de valor.
Si, eso es lo que deseamos. Y, sin embargo, esos modelos de negocio de éxito también esconden un peligro, una amenaza latente.
Según nos describe Henry Chesbrough en 'Open Innovation' los modelos de negocio de éxito producen una suerte de anclaje, de miopía, que impide identificar nuevos modelos y, por tanto, obtener réditos de la innovación, una innovación que, quizá, para ser adecuadamente explotada, precisa de un modelo de negocio diferente al que hasta ahora nos había conducido al éxito.
Los mercados son cambiantes. Ningún modelo de negocio será exitoso indefinidamente. Un buen modelo de negocio es fundamental, pero no debe llevar a la parálisis y el inmovilismo, no debe impedir levantar la vista y atisbar nuevos modelos, nuevas formas de hacer las cosas, quizá nuevos oceanos azules.
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