La aparición de los dispositivos digitales, en particular desde el auge de lo móvil y de los medios sociales, han cambiado en muchos sentidos la forma en que nos comunicamos.
Una experiencia, que en un primer momento resulta desagradable, es la de hablar a un auditorio, o incluso a un pequeño grupo en una sala de reunión, y observar cómo una parte importante del presunto público se encuentra embebido en sus portátiles, tablets o smartphones, tal vez leyendo el correo, tal vez intercambiando mensajes o quizá publicando en Twitter.
La sensación del orador, lo digo por experiencia, es de cierto descorazonamiento, a veces rozando incluso el sentimiento de ofensa ante la falta de atención.
Una presentación en público, o una reunión bien preparada, precisa de la atención de los concurrentes y viene precedida de un trabajo previo, una suerte de planificación...que parece irse al traste ante la falta de concentración.
Una relativa deformación de hiperconectividad, e incluso una cierta falta de educación, creo que concurren en ocasiones en este tipo de situaciones. Sin embargo, también es cierto que estos los medios digitales abren nuevas vías de comunicación, en ocasiones potenciando los medios tradicionales.
En este empeño de ver el vaso medio lleno, resulta interesante contemplar el enfoque que le da Brian Solis en su libro 'The end of business as usual', un enfoque que también se asienta en su experiencia personal como speaker.
Nos relata el autor sus reflexiones, al hilo de sus primeras experiencias en este tipo de eventos 'digitalizados'. Pero su enfoque es, al contrario de lo que podríamos pensar, muy optimista, muy positivo. Nos dice:
I was fascinated by the idea that attention was only partially focused on me, yet the events I was speaking at were significant enough to warrant in-person presence.
Dos ideas interesantes se deducen del enfoque de Brian Solis, uno explícito en esta cita y otro no.
Lo primero es apreciar, e incluso encontrar satisfacción en que, apesar de que el público no le dedica el 100% de su atención, sin embargo sí le concede el reconocimiento de su presencia física. Es decir, la falta de atención no es un desmerecimiento del speaker ni una falta de reconocimiento por parte de la audiencia. Si están allí, si le han concedido esa parte de su tiempo, es porque valoran la charla... a pesar de no prestarle toda su atención...Esta falta de atención es pues, sólo, una nueva forma de entender la comunicación...no un desprecio hacia el speaker.
Por otro lado, parte de esa falta de atención se dedica, curiosamente, a emitir tweets informando del evento, citando frases, comentando impresiones. Todo ello, no sólo es una nueva muestra de reconocimiento sino que, además, potencia el mensaje, lo hace llegar mucho más allá de la audiencia física. En cierto sentido, la atención virtual que el conferenciante recibe compensa con creces la que pierde de aquellos con los que comparte sala.
De hecho, Solis nos indica que habiendo reconocido tanto el hecho en si mismo como el potencial que este tipo de backchannel twitter tiene, él mismo ha adaptado sus técnicas de storytelling para facilitar el 'trabajo' de este público hiperconectado. Esto es lo que nos dice:
My slides, to this day, are rich with visuals and statements made with fewer than 140 characters- usually 120 to leave room for potential retweets.
Una curiosa e interesante forma de entender y sacar partido a un fenómeno, el de la hiperconexión de los asistentes a reuniones y eventos, que, aunque en una primera impresión puede parecer negativo, bien comprendido y aprovechado puede, incluso, reforzar el mensaje del ponente.
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