Una de las maravillas de la web 2.0, uno de los grandes cambios que ha traído consigo, es la posibilidad de que las personas digamos 'normales' puedan acceder no sólo a la lectura o adquisición de productos sino también a la producción de los mismos.
Esto es especialmente relevante en el caso de aquellos bienes de naturaleza intelectual, informativa, bienes fácilmente digitalizables y distribuibles a lo largo de la red.
Uno de los sectores más afectados por este fenómeno es, sin duda, el sector de la edición, de la publicación de libros.
La aparición no sólo de Internet sino también de los eBooks ha supuesto una revolución en el ámbito cultural, una revolución que ha facilitado la autoedición, el que los usuarios se conviertan en escritores y publiquen sin cortapisas, no sólo en blogs o en redes sociales sino produciendo también sus propios eBooks.
Últimamente, por ejemplo, Amazon da muchas facilidades para ello, proporcionando mecanismos sencillos para generar libros descargables y legibles en el Kindle y para ponerlos a disposición de cualquiera en su tienda digital.
Se trata probablemente de una de las más claras expresiones de lo que Chris Anderson bautizó como la economía de la larga cola ('Lont Tail Economy'), una economía en que aumenta enormemente la oferta de productos quizá con demanda escasa. Aumenta enormemente la cantidad y variedad de esta oferta.
Sin embargo, este fenómeno tiene alguna consecuencia. Así, últimamente he visto proliferar eBooks (y he de reconocer que he sido consumidor de ellos) con tres características que creo que, sin ser necesariamente exclusivas del mundo digital, sí se han multiplicado desde su eclosión:
- Libros muy cortos: libros con una extensión de sólo unas decenas de páginas.
- Libros muy baratos o gratuitos: libros con un coste menor de 3€ o incluso gratuitos
- Libros con edición no muy cuidada: libros con un estilo cuando menos discutible e, incluso, con errores gramaticales de cierta gravedad y en cierta abundancia.
¿Enriquece esto el saber y la cultura o corre en su contra?
El aumento de la oferta, tanto en cantidad como variedad, y el que disminuya el precio de los libros no puede dejar de considerarse como algo muy positivo. El que desaparezca el censor o editor que limita la publicación de libros eventualmente interesantes, no puede dejar de ser considerado también como deseable.
Sin embargo, la merma de calidad gramatical y, eventualmente, de la propia calidad literaria, técnica o científica de las obras no deja de constituir un peligro o una degradación del contenido respecto a fuentes más tradicionales y trabajadas.
¿Cuál es el balance? ¿Cuál el resultado neto?
No estoy seguro pero quiero pensar, lo pienso de hecho, que al igual que la Wikipedia, a despecho de su carácter anárquico y teóricamente con contenidos no garantizados consigue un valor científico superior al de la Enciclopedia Britannica, de la misma forma, el conjunto de este mercado editorial 2.0, a pesar de fallos y libros de baja calidad, proporciona, visto a nivel global, una mayor creatividad, un mayor conocimiento, una mayor cultura.
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