Las últimas semanas he estado leyendo este buen libro de Chris Anderson, uno de esos libros que marcan las tendencias en cuanto a opinión en economía y management, especialmente en cuanto a la 'nueva economía' (aunque ya nadie se atreve a llamarla así) entendiéndola como la economía que surge de la explosión de las tecnologías digitales, de Internet, de la Web 2.0 y de otras fuerzas que han contribuído a construir un mundo plano tal y como lo denomina Thomas L. Friedman.
La tesis de Anderson consiste, dicho de manera sencilla, en que si consideramos los productos que se venden en un cierto mercado, situando en ordenadas el número de ventas y en abscisas cuántos productos corresponden a ese número de ventas, nos encontramos con una curva de tipo exponencial, con una cabeza, zona izquierda en abscisas, correspondiente a los super-ventas o 'best-sellers' y una zona derecha, una larga cola, correspondiente a productos de los que se venden pocas unidades...pero que se venden.
Lo interesante es que en la economía tradicional, la denominada por Anderson "la economía de la escasez", debido a limitaciones técnicas, de distribución, de almacenamiento, de exposición, etc, el público sólo tenía acceso, fundamentalmente, a la cabeza: podíamos elegir los libros que las librerías tenían en sus estantes, las películas que los cines consideraban que iban a tener público suficiente como para resultar rentables y llevaban a las salas, la música que las tiendas de discos eran capaces de exponer y que entendían iban a vender lo suficiente para compensar los costes... es decir, sólo accedíamos a la cabeza, pero no a la larga cola.
Sin embargo, en la nueva economía, hay fundamentalmente tres factores que cambian este panorama:
En primer lugar la facilidad y escaso coste de la producción de bienes digitales como vídeos, música, libros, etc así como de su distribución que puede limitarse a una simple descarga.
Por otro lado, la existencia de nuevos mercados en Internet (como, por ejemplo Amazon, eBay, o Netflix), de sencillo acceso y para los que ofrecer una gama cuasi-infinita de productos no tiene apenas coste adicional, así como filtros, como puede ser Google, para orientarnos en ese mundo de la superabundancia de oferta.
Y, finalmente, la ubicuidad de las comunicaciones, el acceso a Internet, las tecnologías Web 2.0 que hacen que los millones de habitantes de este planeta, no sólo puedan ser productores sino que, además, conforman el gusto y las tendencias, favoreciendo la aparición de nichos de preferencias, más variados e individualizados, frente a éxitos de masas prefabricados para convertirse en 'best-sellers'.
El resultado es que la 'larga cola' que en la economía de la escasez era olvidada, en la nueva economía constituye un grandísimo negocio y ello porque, si bien es verdad que considerados individualmente los productos situados en la larga cola no proporcionan grandes volúmenes de negocio, cuando se consideran en conjunto constituyen una enorme oportunidad. Y dado que el coste de fabricarlos, distribuirlos y promocionarlos en muy bajo o nulo...el negocio está servido.
Un análisis certero, un libro interesante y un autor inteligente al que puedes seguir en su blog que se denomina, como no, The Long Tail.
domingo, 31 de mayo de 2009
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