Es lógico dar por sentado que el progreso tecnológico favorece el crecimiento económico y, como consecuencia, la riqueza y bienestar de las personas.
Es nuestra lógica y nuestra esperanza.
Sin embargo, según constata Jaron Lanier en su nuevo libro 'Who owns the future', no siempre está ocurriendo esto.
La aparición y generalización de Internet, la digitalización de la información y los bienes intelectuales y culturales, se ha producido de forma que, en muchos casos, el producto final pasa a ser gratuito o muy barato para los consumidores, sin que aparezcan claros mecanismos alternativos de monetización y compensación económica para el valor que, sin embargo, se sigue generando e incluso aumentando.
Un caso clarísimo es el de la música, pero el fenómeno se va extendiendo a los libros, los periódicos, etc. La enorme facilidad para la creación, copia y reproducción en medios digitales, y la posibilidad de que esa creación se produzca de forma desinteresada, no profesional y no remunerada, hace que pierdan su valor de mercado así como la necesidad de mano de obra u horas de dedicación profesional. El efecto a veces acaba siendo, pues, el desempleo o una menor remuneración y, en general, una disminución del Producto Interior Bruto o cualquier otro indicador que queramos utilizar para medir la capacidad económica de una sociedad. Nuevos fenómenos como el de la impresión 3D permiten entrever la extensión de esta situación también a productos físicos.
El progreso tecnológico es evidente, el potencial para el desarrollo económico de la sociedad también, e incluso, los beneficiosos efectos democratizadores en esa misma sociedad. Sin embargo. y de forma paradójica, el crecimiento económico parece tornarse en todo lo contrario: desempleo y destrucción de valor económico.
Esta contradicción es a la que Lanier alude cuando afirma.
When we make our world more efficient through the use of digital networks, that should make our economy grow, not shrink.
¿Cómo enfrentarse a esta situación? ¿Cómo puede compatibilizarse el desarrollo tecnológico y la disminución de costes de creación y distribución de bienes, con un desarrollo económico que llegue hasta los ciudadanos?
Tal vez el mercado y la sociedad reaccionen por sí mismos y encuentren los equilibrios y ajustes pertinentes como podría esperar Adam Smith... pero parece que no debemos conformarnos con que la solución aparezca por sí sola.
En el libro mencionado, Jaron Lanier hace una propuesta en ese sentido. Una propuesta original, ambiciosa y no sé si realizable.
... pero esa respuesta será objeto del algún otro artículo...
A la espera de esa respuesta... ¿qué se nos ocurre a nosotros?
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