miércoles, 26 de septiembre de 2012

Colaboración y lateralidad en la base de la revolución energética

Nos hemos acostumbrado, aquellos que frecuentamos el mundo 2.0 y los medios sociales, que nos interesamos por el crowdsourcing y la inteligencia colectiva, a entender el poder de las personas y la colaboración como una de las bases de la revolución social de Internet y los cambios culturales y sociales que lleva aparejados.

A lo que quizá no estamos tan acostumbrados es a pensar en la colaboración y la lateralidad (el poder de los individuos) como eje de una revolución industrial y, sobre todo, energética.

Sin embargo, el modelo de la Tercera Revolución Industrial que propugna Jeremy Rifkin y del que ya hemos tratado en algún artículo anterior, se basa en buena parte en estos mismos valores del mundo 2.0 y de Internet

Rifkin entiende que la economía construida alrededor de recursos escasos y concentrados como son los yacimientos de combustiibles fósiles, lleva a modelos de explotación centralizados, en cierto modo autoritarios y basados en un cierto egoismo económico.

Sin embargo, el modelo de la Tercera Revolución Industrial, que se basa en la microgeneración con energías verdes en cada casa, en cada familia, y en la compartición de excedentes a través de una red eléctrica inteligente, es por sí misma descentralizada, colaborativa y, en un cierto sentido, generosa, no acaparadora.

Asi lo expresa el autor:
La naturaleza colaborativa de la nueva economía es fundamentalmente discordante con la teoría económica clásica, que pone especial énfais en un supuesto: el de que sólo el interés propio individual que se manifiesta en el mercado puede impulsar eficazmente el crecimiento económico. El modelo de la Tercera Revolución Industrial prescinde también del tipo de control y mando centralizado que se asocia con las economías socialistas tradicionales de corte soviético. El nuevo modelo favorece las iniciativas laterales tanto en el seno de "ejidos" sociales como en el mercado desde el supuesto de que el interés común perseguido de forma colectiva, es la mejor ruta para alcanzar el desarrollo económico sostenible.

Lo más importante, creo, para una verdadera solución al problema energético es realmente su viabilidad técnica, económica y operativa pero, aún así, es interesante y motivador entrever unos ciertos valores tras esta revolución, unos valores bastante próximos a los de la Internet social...probablemente inspirados en ellos...o quizá ambos casos inspirados por un imperativo común que nace de lo mejor de la naturaleza humana.

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