Autor: Sven Jense |
Como veíamos en el artículo anterior, 'Fundamentos de un modelo energético sostenible', Jeremy Rifkin propone un nuevo modelo energético basado en energías renovables unido a la colaboración y lo que él denomina 'el poder lateral', una colaboración y un poder lateral que hunden algunas de sus raíces tecnológicas y, sobre todo, filosóficas, en Internet, los medios sociales y el universo 2.0.
Las ideas fundamentales las recogimos en ese artículo pero para una mejor comprensión de la propuesta, creo que resulta imprescindible repasar, siquiera someramente, los cinco pilares en que se basa el modelo que el propio Rifkin denomina 'La tercera revolución industrial', apelativo que da título al libro que lo explica.
Estos pilares son los sguientes:
- Transición hacia energías renovables: energías entre las que se encuentran la solar, la eólica, la biomasa, etc
- Transformación de los edificios en microcentrales: Unas microcentrales que generen su propia energía (a veces con excedentes, a veces con déficits) basados en energías renovables, por ejemplo, mediante placas solares.
- Despliegue de la tecnología del hidrógeno y otras sistemas de almacenaje energético: Esto aplicaría tanto al caso de edificios e infraestructuras como, eventualmente, al de vehículos. Por esta vía se equilibra el carácter intermitente de la mayoría de las energías renovables.
- Redes inteligentes (smartgrids): aplicación de la tecnología de Internet para crear las redes eléctricas inteligentes que permitan reconducir excedentes.
- Despliegue de una flota de vehículos eléctricos: unos vehículos alimentados ya sea en red o ya sea mediante pilas de combustible.
De los cinco pilares, dos creo que apuntan claramente a la necesidad de desarrollo tecnológico (smartgrids y tecnologías de almacenamiento), aunque existen importantes avances en ambos casos, dos (transformación de edificios en microcentrales y despliegue de la flota de vehículos eléctricos) tienen más que ver con una apuesta estratégica de las empresas o administraciones y una viabilidad económico-comercial y, finalmente, el primer pilar es casi un fundamento o una filosofía básica: que las fuentes de energía sean renovables.
El éxito en el desarrollo tecnológico de las tecnologías de almacenamiento y las redes inteligentes de energía, unida a una apuesta, seguramente impulsada por la administración pública, por el despliegue inicial, puedieran ser la chispa que convierta en realidad este atrevido pero esperanzador modelo energético sostenible.
Tal vez valga la pena intentarlo ¿no?
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