Es bien sabido que lo realmente diferencial del mundo 2.0 y los social media no son las aplicaciones ni la tecnología que hay detrás. Que lo realmente relevante es el cambio cultural y de paradigma, el foco en el diálogo, en la colaboración y en el poder de las personas.
Por otro lado, la necesidad de presencia en blogs, redes sociales y el resto del universo 2.0, es sentido como un imperativo por parte de las empresas, especialmente por sus departamentos de comunicación y de marketing. Estar presente en los social media es bastante fácil. Ahora bien, para tener éxito, para hacer comunidad y marca, para generar el famoso y elusivo 'engagement', ya es necesario, aparte de estrategia y perseverancia, exhibir unos comportamientos, una cultura y una ética un tanto especiales.
Pero difícilmente podemos exhibir esa cultura, esos valores y esos comportamientos, si no impregnan previamente a la empresa. El mundo 2.0 valora mucho la honestidad y la trasparencia...y sería contradictorio, probablemente inviable, ofrecer esa imagen abierta y dialogante a los clientes si no forma parte realmente de los valores de la compañía.
Así nos lo recuerda Óscar Rodríguez Fernández en su libro 'Facebook. Aplicaciones profesionales y de empresa', donde afirma:
"es muy importante a la hora de lanzar una 'comunidad social' hacia afuera de la empresa haber conseguido previamente una comunidad 'hacia dentro', es decir, departamentos comprometidos y profesionales evangelizados. El factor clave comienza por la estrecha relación de confianza entre todos los departamentos de la empresa."
Muy lógico, y muy coherente...pero nada fácil, al menos en empresas de gran tamaño.
Al final, la cultura 2.0 va a acabar siendo como el bífidus activo: algo que te transforma por dentro (de la empresa) y eso se nota por fuera (los clientes).
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