Una de las herramientas sociales de mayor crecimiento y con una viralidad más exacerbada es Twitter, la herramienta de microblogging que limita nuestra expresión a mensajes de 140 caracteres (bien es cierto que con la posibilidad de anexar enlaces, fotos, vídeos, etc).
Sin embargo, parece que la tendencia hacia lo breve es creciente y no se limita a esta herramienta. Así me lo hace pensar no sólo mi propia percepción sino tambiñen la siguiente aformación que Óscar Rodríguez Fernández vierte en su libro 'Facebook. Aplicaciones profesionales y de empresa' y que seguro se encuentra respaldada por datos:
"Las publicaciones entre 100 y 200 caracteres, menos de tres líneas, reciben un 60 por cien más de 'Me gusta' que las que sobrepasan esa cifra."
¿Qué es lo que nos sucede?
¿Será, algo tan simple como que la calidad de las pantallas aún no nos hace cómodo leer textos largos? ¿Será que tenemos nuestra vida muy llena y apenas podemos dedicar nuestra atención a algo más que unos pocos segundos? ¿Será que nuestra moderna cultura audiovisual nos hace impacientes para la lectura? ¿Será que se ha modificado nuestra estructura cognitiva y el nuevo número mágico de la cognición es 140? ¿O será, como afirma Nicholas Carr, que nos hemos vuelto superficiales?
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