Decía Albert Einstein que:
Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad.
Permítaseme cambiar la palabra voluntad por motivación o, mejor, entusiasmo, que creo que en este contexto son casi equivalentes, y me servirá de perfecta introducción para este pequeño 'post'.
Dejaba clara esta frase la importancia de la voluntad, motivación o entusiasmo para la consecución de logros importantes. En ese sentido, podríamos considerar que la motivación o el entusiasmo son aspiraciones, deseos, estados que es deseable conseguir.
Según leo en otra fuente, en concreto el libro 'Social media strategies for professionals and their firms' de Michelle Golden, la irrupción y popularización de los social media, puede estar convirtiendo esta aspiración en algo más que en un deseo: en una obligación.
In the era of heightened exposure through social media, given what's at stake when a company or person is mediocre or poor at what they do or careless in the service they deliver, none of us can afford to be less than enthusiastic about our work.
El motivo está claro: la alta visibilidad que los medios sociales ofrecen, potencian todo lo bueno que hacemos...pero también lo malo, en concreto, un mal servicio. Quizá esto nos esté exigiendo unas buenas prestaciones y una buena actitud frente al cliente más que el entusiasmo propiamente dicho pero.... ¿cómo lograr lo primero sin lo segundo?
Estamos, pues, ante una consecuencia inesperada y exigente, quizá un poco amedrentadora, pero al tiempo inspiradora y motivadora de los social media: el que el entusiasmo se convierta no ya en un deseo o inspiración, sino en un imperativo.
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