Las posibilidades de conexión e interacción que Internet y los medios sociales han abierto, el bajísimo coste de esa conexión y el enorme segmento de población que puede involucrarse, han hecho que el valor que se puede obtener de la participación y colaboración voluntaria de individuos se multiplique y que ya no se circunscriba, como tendía a pensarse en el pasado, a pequeños grupos cerrados.
En ese contexto, el excedente cognitivo, las capacidades intelectuales y de colaboración liberadas por la expansión del ocio, pueden crear enormes cantidades de valor.
Clay Shirky establece cuatro niveles diferenciados:
- Valor personal ('personal'): es una recompensa personal que obtenemos por el hecho de ser activos en lugar de pasivos, creadores en lugar de consumidores. Es el tipo de energía que mueve a los grandes aficionados a diferentes 'hobbies'. Diría que este valor se produce por satisfacer las capas altas de motivación en la pirámide de Maslow, desde la afiliación a la autorrealización, pasando por la estima. En este nivel de valor las personas actúan en su propio nombre, pero obtienen valor de la interacción con lo demás.
- Valor comunitario ('communal'): Un conjunto de contribuciones descoordinadas pueden crear valor personal, pero cuando se establecen verdaderas conversaciones y colaboraciones es cuando se alcanza el valor comunitario. El ejemplo que nos propone el autor es el de Meetup.com, una comunidad para unir y copmpartir experiencias entre mujeres con depresión postparto.
- Valor público ('public'): El valor público es similar al comunitario en cuanto a su interactividad, pero es mucho más abierto, permitiendo casi a cualquiera unirse a la comunidad si ese es su deseo. Shirky propone el ejemplo del proyecto Apache como paradigma de la creación de valor público.
- Valor cívico ('civic'): el valor cívico añade a la interactividad y la apertura, la existencia de un objetivo común explícito que busca mejorar la sociedad.
Los valores público y cívico no son sólo los más deseables, los más elevados sino, además, y por desgracia, los más difíciles de alcanzar. Requieren para su consecución que los miembros de la comunidad, al menos de su núcleo, exhiban un alto nivel de compromiso y trabajen duro. Además, precisan de un cierto nivel de autogobierno y de foco para evitar distracciones que les alejen de su objetivo. Como se citaba en el pasado artículo 'El origen del cambio en los pequeños grupos' el valor público o cívico no suele tener su origen en conversaciones casuales o en iniciativas individuales. El valor suele emerger del trabajo de grupos pequeños que poco a poco van creciendo en tamaño e importancia.
Repasemos.
- A base de acción y creación alcanzamos el valor personal.
- Si a eso le añadimos conversación y colaboración llegamos al valor comunitario.
- La apertura conduce al valor público.
- Y el objetivo de mejora de la sociedad acompañado de esfuerzo, autogobierno y foco nos conduce a la capa más alta, el valor cívico.
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