¿Qué hace posible que la economía del conocimiento se convierta en una realidad? ¿Qué condiciones tienen que producirse para que se alcance de forma efectiva la compartición del conocimiento?
Clay Shirky, en su libro 'Cognitive surplus' acude a otra autoridad, a otro autor, para intentar dar respuesta a estos interrogantes.
En concreto, cita a Dominique Foray y su libro 'Economics of Knowledge'. Dominique Foray es un economista francés director del College of Management of Technology en la École Polytechnique Fédérale de Lausanne y cuyas áreas de investigación se centran en la economía, gestión de la tecnología, conocimiento e innovación a niveles tanto micro como macro.
Pues bien, este economista identifica cuatro condiciones, cuatro pilares para que se produzca una auténtica economía del conocimiento.
- Tamaño de la comunidad: se trata de algo muy simple, cuanto mayor sea el conjunto de personas capaces de entender un hecho, mayores serán las probabilidades de que esas personas sean capaces de trabajar juntas para hacer algo con ese conocimiento.
- Coste de compartir el conocimiento: a medida que bajan los costes de transmitir y compartir el conocimiento, mayor será el número de personas con conocimiento. Se citan varios hitos en ese camino de reucir los costes de compartición: la imprenta, el telégrafo y, hoy día, Internet.
- La claridad de lo que se comparte: la claridad de lo que se transmite e, idealmente, la capacidad de reducirlo a algo así como una receta, facilita el traspaso de información y, sobre todo, la comprensión de la misma por mas personas.
- Normas culturales de los receptores: no basta con tener una gran comunidad, bajo coste de compartición y claridad en lo compartido. Para sacar partido a todo esto es necesario que los miembros de la comunidad se entiendan unos a otros, de manera que sean capaces de trabajar y colaborar juntos. Como ejemplo de este tipo de cultura de comunidad, se nos proponen las comunidades de software libre y, específicamente, la construida en torno a Apache o Linux.
Todas estas características parecen confluir en la expansión de los medios sociales ligados a Internet. Es evidente la rebaja de costes de compartición que Internet supone y parece evidente también que, por eso mismo, y por su universalidad, facilita enormemente la existencia de comunidades con masa crítica suficiente para aprehender los hechos y colaborar.
Por otro lado, no está implícito en Internet, pero sí es cierto que ligado a Internet, a la Web 2.0 y a los Social Media, suele venir aparejada una cultura de entendimiento, de compartición, de trabajo desinteresado y colaboración que parece el caldo de cultivo adecuado para la explosión de la economía del conocimiento.
¿La claridad de lo compartido? Eso me parece encontrarse más en las capacidades individuales del comunicador. Pero lo que sí es cierto es que es tanta la información, tanto el conocimiento en la red, que difícil parece no encontrar, si nos lo proponemos, el conocimiento que buscamos exspresado de forma clara y sencilla.
Las condiciones de Foray, pues, parecen alumbrar de forma clara el motivo por el que Internet está disparando la sociedad y economía del conocimiento.
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