Se trata de un informe elaborado por
Cap Gemini a partir, fundamentalmente, de unas encuestas a más de 1000 ejecutivos de grandes empresas relacionadas con la fabricación.
No se define claramente en el informe qué se entiende por una Smart factory pero no cuesta mucho deducir que se trata de un concepto, algo vago y abierto, que recoge aquellas fabricas a las que se han aplicado las últimas tecnologías digitales incluyendo aspectos como robótica, impresión 3D, Internet de las cosas, inteligencia artificial o Big Data.
Se enmarca, pues, este concepto de Smart Factory, como un caso particular del también algo vago y abierto concepto de Transformación Digital llevado en esta ocasión al ámbito de la manufactura y, más específicamente, como caso particular del, de nuevo, abierto y ambiguo concepto de Industria 4.0.
No es sorprendente el informe en cuanto a sus conclusiones. Como es de imaginar, prevé un amplio crecimiento e implantación de este modelo de fábrica, y augura enormes crecimientos en productividad, eficiencia y beneficios para las compañías que lo implementen. No es, digo, sorprendente el informe, pero sí he tomado nota de tres elementos que me han llamado la atención.
Por un lado, me ha parecido atractivo e interesante el ‘Cap Gemini Factory Framework’, una suerte de estructuración de los elementos que componen una fábrica inteligente y que, de alguna manera, hace más concreta, tangible y ordenada, la propia idea de fábrica inteligente. El Framework es el que se muestra en la figura:
Por desgracia, el informe muestra esta figura sin apenas explicación, por lo que me quedo con las ganas de entender mejor el modelo y la completitud y profundidad del mismo. A lo mejor vale la pena bucear por el ciberespacio en busca de una mayor descripción.
Otro aspecto, en este caso triste, pero no desconocido, es la estimación del grado de penetración de las fábricas inteligentes. Se trata del siguiente mapa:
En él vemos que, como suele ser habitual, los mayores niveles de penetración se dan, por este orden, en Estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido, Suecia, Italia, India y China. Sorprende, y mucho, el hecho de no ver representados a Japón, Corea o, en general, los denominados ‘tigres asiáticos’. Me resulta sospechosa esa exclusión que puede venir provocada, seguro que es así, por el método de elaboración del informe en que, como se reconoce al final del mismo, se han elegido ejecutivos de los países que aparecen destacados. Es decir, el propio informe lleva a que sean esos países de los que se tenga una estimación de penetración lo que creo constituye un error de método.
Lo que no sorprende, por desgracia, es no ver representada a España. El método del informe hace previsible esa exclusión pero, el hecho mismo de no entrevistar a ejecutivos españoles no deja de ser indicativo.
¿Dónde estaremos realmente nosotros?
Finalmente me quedo con el modelo de madurez digital que se propone, un modelo que, por común, no deja de ser ilustrativo. Recurren los autores del informe a la típica matriz de dos dimensiones y cuatro cuadrantes y eligen, en esta ocasión, como dimensiones, por un lado la intensidad de la aplicación de técnicas digitales (‘digital intensity’) y, por otro, la intensidad con la que la transformación ha conseguido la coherencia necesaria para proporcionar una visión clara del modelo de fábrica inteligente, implementar un gobierno, desarrollar las habilidades necesarias y, en definitiva, concretarse en beneficios (‘Transformation Management Intensity’).
Con base en esas dos dimensiones se definen cuatro cuadrantes y se deduce que el 78% de las empresas son todavía principiantes (niveles bajos de ambas dimensiones) y sólo el 6% son maestros digitales (niveles altos de ambas dimensiones). El resto se reparte entre un 15% de ‘conservadores’ (buena visión pero baja aplicación) y un exiguo 1% en que se da la situación, algo paradójica, de una alta aplicación de tecnología digital sin una clara visión (‘fashionistas’ o, a la moda).
Un concepto, el de Smart Factory, sin duda muy importante, aunque algo abierto y un informe que, sin sorprender, sí nos ayuda a conocer o intuir algunos elementos del desarrollo de esta potente idea.