Ya hemos todos interiorizado, creo, que vivimos en un mundo en constante cambio, unos cambios que, quizá, vienen impulsados desde la tecnología, la famosa Transformación Digital, pero que van muchísimo más allá y que se convierten en cambios en la economía, en la cultura, en las actitudes, en la sociedad.
Un mundo donde, como se suele decir, 'lo único permanente es el cambio'.
¿Cómo afrontarlo? ¿Cómo acostumbrarnos?
Probablemente, 'acostumbrarse' es la palabra inadecuada, peor aún, la actitud inadecuada.
Podemos convivir, pero no acostumbrarnos.
Precisamente, para afrontar el cambio permanente, se necesita una actitud de vigilancia, de detección y comprensión de los cambios y de adaptación a ellos.
En todo los órdenes: económico, social, personal, relacional...
Esa actitud, ese instinto de vigilancia, es en parte constitutivo de la persona pero, como toda habilidad, también se puede entrenar y desarrollar.
Joshua Cooper Ramo, en su libro 'The seventh sense', apuesta por una educación que no se centre tanto en los hechos, más o menos inmutables, sino en el desarrollo de ese instinto de vigilancia.
Nos dice:
A world of ceaseless change means that a useful education involves not merely the mastery of facts, as it might at Western University, bus also the training of a vigilant instinct.
Vivir en esa permanente vigilancia, en ese permanente aprendizaje y adaptación, es más difícil, es más esforzado, es más cansado, pero probablemente también infinitamente más interesante y motivador y, en último término, constituye un importante factor de realización personal.
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