Los líderes, los auténticos líderes, los líderes transformadores, crean visiones, comunican visiones, impulsan hacia la consecución de esas visiones.
La visión genera impulso, genera deseo, genera movimiento, genera acción, genera transformación en definitiva.
Pero para que esa visión sea realmente valiosa...hay que conseguirla. La acción y el movimiento deben ser continuados... y deben ser guiados.
El líder no sólo debe producir y comunicar una visión sino que también debe, tal vez directamente, quizá apoyado en colaboradores cercanos, guiar a sus colaboradores, marcar un camino, indicar la senda para conseguir hacer realidad esa visión.
Es muy importante, especialmente en el inicio de una transformación, cuando más dudas y resistencias surgen, cuando más confusión e indecisión puede existir, marcar ese camino que la organización debe seguir. El camino guía la acción y la refuerza, da seguridad a los colaboradores y promueve la consecución de resultados.
En su libro, 'La gran oportunidad', José de la Peña y Mosiri Cabezas nos hablan de este camino y nos lo representan como un mapa. Nos dicen:
para ir hacia alguna parte alguien tiene que tener un mapa, aunque sea erróneo. Ya habrá tiempo para corregirlo. El mapa da seguridad y motiva. Pero la falta de acción por falta de liderazgo y de visión, la parálisis por el análisis, es la muerte segura de las organizaciones en un mundo tan inestable.
Esas, son, en efecto, dos de las virtudes del mapa conferir seguridad y motivación.
La tercera, añadiría yo, es orientar los esfuerzos favoreciendo la obtención de resultados.
El mapa nos guía...probablemente hacia un tesoro, el tesoro de la transformación, de la visión.
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