Las nuevas tecnologías, los nuevos logros de las ciencias aplicadas y de la ingeniería, tienden a disparar nuestra imaginación y nuestro optimismo.
A veces esa euforia pudiera ser producto, simplemente, del entusiasmo, quizá algo irreflexivo y, en otras ocasiones, pudiera tratarse de una euforia forzada con fines publicitarios o de marketing.
El caso es que cuando surge una nueva tecnología la literatura especializada, la conversación y la publicidad tienden a sobrevalorarla, a asignarle posibilidades casi milagrosas para la transformación de la economía y el sistema productivo, para la mejora de la sociedad y, casi, casi, para salvar al mundo.
Pasados unos años, y aunque es evidente que la tecnología contribuye de forma decisiva al impulso económico y a la mejora material de la humanidad, las esperanzas sólo en parte se alcanzan, los sueños sólo parcialmente se cumplen.
Me ha gustado cómo lo expresa Evgeny Morozov en su libro 'The net delusion':
Technologies, it seems, tend to overpromise and under-deliver, at least on their initial promises.
En otras casos, y en una visión algo más optimista, ocurre justo lo contrario: nos encontramos que ciertas tecnologías o ciertos productos y servicios gozan de una explosiva adopción e influencia en el mercado y en la vida diaria, mucho más allá de lo que nadie pudo imaginar cuando esa tecnología, producto o servicio se concibieron.
¿Por qué sucede esto?
Recurro al mismo autor, Evgeny Morozov, para encontrar una explicación plausible: juzgamos una tecnología conforme al mundo que conocemos, conforme a un entorno económico, social y técnico dado. Así lo expresa Morozov:
The biggest problem with most predictions about technology is that they are invariably made based on how the world works today rather than on how it will work tomorrow.
El mundo en que se desenvolverá una tecnología pudiera ser diferente del que conocemos y nuestra habitual incapacidad para situarnos en ese nuevo mundo, nos puede conducir a errores en cuanto al verdadero impacto de una tecnología, sus usos, sus aplicaciones, su aceptación y su verdadero alcance.
Este error, digamos de imaginación, nos puede conducir a importantes desviaciones entre la realidad de una tecnología y aquello que se predijo para la misma.
Difícil equilibrio el conjugar la imaginación para prever el mundo en que una nueva tecnología se desenvolverá y el rigor propio de un análisis científico o de negocio y es que, como dice el popular aserto:
Predecir siempre es complicado...especialmente si es a futuro.
Ante la dificultad de la predicción, quizá se imponga, entonces, la prudencia en la promesa.
La tecnología tiene esa dualidad que la hace tan atractiva. Para compensar que sea "eso que todavía no funciona" con el "eso que puede cambiar el mundo". Estoy completamente de acuerdo con las palabras de Morovoz
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Marta.
ResponderEliminarEn efecto, la incertidumbre que la rodea y sobre todo, la promesa que supone, es probablemente uno de los atractivos de la tecnología y la innovación.
El peligro es, si se sobrevende con frecuencia, acabar generando en el público una cierta sensación de 'que viene el lobo' tecnológico.
Pero el atractivo, sin duda, está ahí...