Una de las preocupaciones más frecuentes respecto al uso de Internet y los medios sociales es todo lo que tiene que ver con la privacidad y la seguridad.
Siendo ciertos ambos, con frecuencia tengo la sensación de que se magnifican un tanto ambos y no porque técnicamente no existan ambas problemáticas, que existen, sino porque quizá se les da una dimensión relativa superior al impacto real lo que tiende a demonizar Internet.
Cuando se reflexiona de forma simplista sobre los posibles problemas de privacidad, podemos pensar que éstos pueden eliminarse o minimizarse simplemente evitando el proporcionar datos explícitos sobre nosotros mismos tales como nuestro teléfono, nuestro DNI, nuestra dirección postal, etc.
Es cierto que no proporcionar esos datos añade algún nivel de privacidad...sin embargo, probablemente muchísimo menor del que pensamos.
Con los pocos datos disponibles, pero cruzando la información que sobre nosotros puede existir en tantos y tantos lugares de la red, es posible llegar a unir mucha información sobre una persona.
Pero el punto más interesante, quizá el más preocupante, no es tanto el que tiene que ver con nuestra información explícita sino en todo lo que revelan, de forma implícita, nuestros usos de la red...que también quedan registrados y sobre cuya información poco control tenemos.
Nuestros usos, los grupos a que nos podemos unir en una red social, las compras que podemos realizar online, las páginas que visitamos, etc, permiten elaborar un perfil sobre nuestra personalidad, ideología, opiniones, gustos, inclinaciones...
Usado desde un punto de vista comercial y positivo, eso puede permitir ofrecer las ofertas que mejor se adaptan a nuestros gustos o personalizar nuestra experiencia de uso de la red.
Manejada esa información, sin embargo, con otro tipo de fines no tan bienintencionados... la cosa puede llegar a producir miedo.
En su libro 'The net delusion', Evgeny Morozov hace mención a este asunto, que me he tomado la libertad de bautizar como 'personalidad implícita', haciendo referencia a los estudios de Sherri Grasmuk o de Colding-Jorgensen y nos dice:
Facebook users shape their online identities in implicit rather than explicit ways. That is, they believe that the kinds of Facebook campaigns and groups they join reveal more about them than whatever they put on the dull 'about me' pages.
Las formas más insidiosas e inmanejables de problemas de privacidad podrían venir de esta personalidad que implícitamente revelamos y no tanto de la información explícita que desvelamos.
Quiero pensar que su impacto real, en términos relativos, es menor del que se puede pensar y eso permite mayoritariamente un uso sano, creativo y productivo de la red.
Pero el peligro esta ahí...
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