viernes, 31 de marzo de 2023

Metaética de la inteligencia artificial

Si, quizá sea rizar un poco el rizo, pero en estos dos últimos días he pensado que deberíamos observar con ojos éticos la propia disciplina de la ética en inteligencia artificial.

Lo intento explicar en seguida pero antes tengo que hacer una advertencia: descubro no cierta sin sorpresa, que el término metaética ya existe y tiene su significado. Pero no, yo no lo conocía y, por tanto, no lo utilizo en ese sentido sino, simplemente, dando a entender un análisis ético de la propia disciplina de la ética de la inteligencia artificial.

Pero vayamos por partes.


La ética de la inteligencia artificial


La ética de la inteligencia artificial es, claro, un subconjunto de la ética y, en concreto, de la ética aplicada y, más en concreto aún, de la ética de los negocios y la tecnología.

No aporto gran originalidad, pues, al decir que la ética de la inteligencia artificial se ocupa de identificar y dar respuesta a las problemáticas morales que se derivan de la implantación y uso de soluciones de inteligencia artificial. Entre sus áreas de preocupación habituales se encuentran la privacidad, la explicabilidad de los algoritmos, los sesgos y la equidad, la autonomía de las personas, etc.  

Y se trata de una disciplina en boga, con abundantes estudios y publicaciones y con trabajo en curso de naturaleza normativa y jurídica.


La ética se vuelve poco ética


Se trata de una disciplina interesante y necesaria. Sin duda.

Pero, y esta es la motivación del post, tengo la sensación de que lamentable y paradójicamente, no siempre se usa de una forma responsable ni ética en sí misma.

Y lo voy a intentar ilustrar con algunas situaciones que, debo confesar, me decepcionan o molestan, según el caso.


El miedo y la resistencia al cambio


La primera situación que identifico es habitual en todo tipo de cambio y es, claro, la resistencia a ese cambio, un fenómeno generalizado que ha dado lugar en el mundo empresarial a toda la disciplina de la gestión del cambio.

Y es, con frecuencia, fruto del miedo y del desconocimiento. A veces, también, de la defensa de unos intereses o un status quo que puede verse amenazado por la novedad. Pero, sinceramente, creo que con más frecuencia, y especialmente si hablamos de inteligencia artificial, estamos hablando de desconocimiento y miedo.

La complejidad inherente a esta tecnología unida a la abundancia de discursos confusos, erróneos y fantasiosos favorecen ese miedo que, en el fondo, es comprensible.

Y porque es comprensible, considero que, de todas las deformaciones de la ética de la inteligencia artificial es la más disculpable.

Sugeriría, no obstante, a cualquier persona a la que dominase ese miedo que intentase informarse, que intentase ejercer el tan traído y llevado pensamiento crítico y que fuera prudente y contenida en sus declaraciones. Y que no corriese, por ejemplo, a firmar una carta pidiendo la detención del progreso de la tecnología (esto es, confieso, una burda ironía que muchos lectores habrán entendido y que, si no es así, lo harán al final del post).


El postureo ético


Otra deformación es la que denomino el postureo ético. Este postureo creo que puede adoptar dos formas.

La primera es más bien de ámbito corporativo. Se trataría de organizaciones o empresas que hacen altisonantes declaraciones de preocupación ética, quizá publican declaraciones de principios, quizá incluyen elementos éticos en sus discursos corporativos y comerciales. Pero luego no llevan nada de eso a la práctica cuando no, y lo que es peor, su uso práctico de la algoritmia contradice esos supuestos principios éticos.

La otra forma de postureo ético tiende a ser más individual. Se trata de afirmaciones, en foros, redes sociales, etc sencillas y poco sofisticadas de preocupación ética pero que se reducen a una enumeración superficial, poco analizada y poco sentida, de los riesgos (se suele incidir en lo negativo) de la inteligencia artificial.


La ética rentable

 

Una tercera problemática es la que tiene que ver cuando la ética se convierte en un negocio en sí mismo...y eso puede llevar a intereses diferentes a los puramente éticos. Se me ocurre, bautizarla con un nombre inspirado en el cloud computing: EaaS, 'Ethic as a Service'.

Cuando hablo de esto no puedo dejar de pensar en dos casos, que no voy a explicitar, de personas que elaboran un discurso digamos ético pero, en mi opinión, bastante exagerado, bastante catastrofista y bastante generador de temor a los algoritmos, un discurso que es una especie de museo de los horroes de todo lo malo que pueden hacer los algoritmos...para, a continuación, ofrecerte servicios de consultoría o auditoría algorítmica.

Y claro, en este caso, me parece que es justo preguntarse acerca de ese discurso del miedo a los algoritmos y cuánto hay en él de advertencia ética y cuánto de discurso de marketing. Y algo en mi interior me dice que eso no está bien del todo...


La propuesta de moratoria


Y llego al cuarto caso, al que, claro, es el que ha servido de disparador para este post: la famosa carta firmada por personajes tan relevantes como Elon Musk, Steve Wozniak, Stuart Rusell, John Hopfield, Gary Marcus, etc

Una carta abierta, con solicitud de firmas, para solicitar una moratoria que detuviese durante seis meses el entrenamiento de los modelos largos del lenguaje posteriores a GPT4, mientras se establece una gobernanza de la Inteligencia Artificial.

Debo decir que vi el titular al principio de una mañana pero tenía tanto trabajo que hasta el final de la noche de ese día no la pude leer. Ansiaba ver qué podían decir personajes tan señalados, qué habían descubierto, qué gran riesgo existía que nos había pasado desapercibido y del que yo no era consciente y que obligaba a algo tan radical como esa moratoria. Esperaba una carta larga, razonada, quizá incluso difícil por una supuesta argumentación técnica y preocupante por sus conclusiones. 

¡Qué va!

Se trata de una carta, o al menos eso me parece a mí, breve, sencilla y sin apenas argumentación. Y con base en eso, solo en eso, algo muy cerca de la nada, ¡Se pide, nada más y nada menos que una moratoria de 6 meses en una tecnología tan importante como la inteligencia artificial!

No ignoro el prestigio y fama de mucho de los firmantes pero, lo siento, a estas alturas no voy a comulgar con ruedas de molino, me las ofrezca quien me las ofrezca. No voy a aceptar, sin más, un argumento de autoridad. Quiero argumentos. Quiero datos. Y la carta no los contiene.  Cuestionar la autoridad y pedir argumentos es la naturaleza del pensamiento crítico, ¿no? 

Para mi tranquilidad, luego he visto que otros personajes muy relevantes del mundo de la inteligencia artificial como, por ejemplo, Yann LeCun o Andrew Ng se han manifestado claramente en contra de la carta. Y también he visto que la carta ha conseguido las que para mi son muy pocas firmas (1.732 en el momento en que escribo esto) para el renombre de los primeros firmantes y el eco que la carta ha tenido.

No voy a entrar en detalles pero cuando luego he repasado la lista de nombres, poco a poco he ido razonando uno a uno sobre eventuales motivaciones para esta carta... y, sinceramente, no me ha gustado lo que la intuición me ha sugerido y que, ya se puede imaginar el lector que tiene que ver con algún comportamiento ético.


Metaética: la ética de la ética


Y por todo esto, es por lo que creo necesaria una especie de ética de la ética de la inteligencia artificial y que, dada esa recurrencia, se me ha ocurrido llamarle metaética.

En el fondo, la ética es una sola. Si tienes verdaderas inquietudes éticas, si tu comportamiento está regido por valores, de verdad, esos valores te acompañarán siempre, tanto en tu día a día, como cuando analices la inteligencia artificial, como cuando te manifiestes hacia el exterior acerca de la ética de la inteligencia artificial. Estarás guiado o guiada por eso valores, por esa ética. Y esa es la verdadera ética  


Conclusiones


En el fondo, la ética, la inquietud moral es única. Si la sientes, la aplicarás en todo. También en la inteligencia artificial y también en el análisis ético de la inteligencia artificial.

Pero te sugiero que estés atento o atenta y no presupongas que todo discurso que te hable de ética es acertado y ni siquiera ético en sí mismo. 

Aplica siempre tu juicio crítico... y tu ética. La verdadera.


miércoles, 29 de marzo de 2023

Conciencia de situación: de la psicología a las implicaciones en consciencia robótica

En mi interés por estudiar todos los fenómenos de conciencia y consciencia asociados a robots e inteligencia artificial, me encuentro con esta idea de la conciencia de situación ('situation awareness'), un concepto que nace de estudios en un terreno algo diferente, como veremos en seguida, pero que creo que resulta muy ilustrativo y puede que incluso aplicable en el terreno de los robots cognitivos.

 

Un apunte terminológico y de traducción


En algún post de este mismo blog relacionado con consciencia robótica, en concreto, por ejemplo, en el titulado ' Modelos multi-nivel para una auto-conciencia robótica' ya he apuntado la dificultad de trasladar al castellano términos en ingles que, con frecuencia, traducimos como conciencia. Entre ellos tenemos 'awareness', 'conscience' y 'consciousness'. Una dificultad que, a las habituales de la traducción de términos más o menos abstractos entre idiomas, se une en este caso la incompleta delineación que de los fenómenos descritos tenemos y que, en este caso, además, según los traduzcamos o entendamos pueden tener connotaciones cognitivas, morales o incluso filosóficas.

En este caso, el tema que ocupa este post se expresa en inglés con la palabra 'awareness' quizá, de las tres palabras empleadas, la que más tiene que ver con los fenómenos cognitivos y menos implicaciones conlleva fuera de ese terreno. En concreto, el término completo es 'situation awareness'. 


Una definición de conciencia de situación


Mica Endsley

¿Qué es esa conciencia de situación ('situation awareness')? Robin R. Murphy en su  libro 'Introduction to AI robotics' nos referencia a Mica Endsley una autoridad en la materia con muchísimas publicaciones en forma de artículos y libros y que define el concepto como:


the perception of the elements in the environment within a volume of time and space, the comprehension of their meaning and the projection of their status in the near future. 


Hay que decir que, aunque en este post trasladaré esta idea al caso de los robots, los estudios de Endsley y el contexto en que es citada por Murphy no se refiere a la conciencia de los propios robots sino a las interfaces hombre-máquina que ayuden a que sea el humano el que tome esa conciencia de situación con la eventual ayuda de máquinas.


Niveles de conciencia de situación


Aclarado el punto anterior, me resulta interesante consignar los tres niveles de conciencia de situación que Endsley distingue y que me encuentro citados en el libro de Murphy. Son los siguientes:


  • Clasificación: en el sentido de discernir qué información sensorial es realmente relevante.

  • Interpretación: interpretar y comprender esa información sensorial y lo que implica tanto en el momento actual, el de la percepción, como en el corto plazo en relación con los objetivos del agente (en general la persona pero, eventualmente y en mi particular interés, un robot).

  • Síntesis y proyección: lo que implica esa información de cara a eventos futuros.

Tres niveles que, en el fondo, es casi estructurar o desgranar la definición dada más arriba pero que, aparte de ayudar a entender mejor la idea, también aporta, en mi opinión, algo así como una arquitectura que se podría usar como base para un modelo computacional de alto nivel útil para traducir a módulos y algoritmos de inteligencia artificial.


Sobre la consciencia y los robots


Dado que los trabajos sobre esta conciencia de situación surgen del estudio de interfaces hombre-máquina y de factores humanos, y dado que realmente hablan de conciencia de situación por parte de los humanos (cómo las máquinas deben ayudar a conseguir esa conciencia de situación por parte de los humanos) en realidad nos movemos en un campo multidisciplinar pero más bien cercano a la psicología.

Sin embargo, me parece bastante claro que, si aspiramos, si es que lo hacemos, a conseguir una consciencia robótica o incluso si nos conformamos con objetivos algo más modestos (aunque no sencillos en absoluto), en robots cognitivos que dispongan ellos mismos de cierta conciencia de su entorno, la implementación en algoritmos de inteligencia artificial de esta conciencia de situación, sería un paso muy relevante y creo que más factible, y con menos implicaciones éticas, que una verdadera y profunda consciencia.


Conclusiones


Simplemente, insistir en que la idea de la conciencia de situación me resulta muy atractiva y, bajo mi particular foco, me resulta interesante como una buena base para la mejora de capacidades cognitivas, de aplicación práctica, en robots avanzados.


lunes, 27 de marzo de 2023

Tres modos de cooperación entre humanos y robots

Retomo, muy brevemente, en este post la temática de los robots y, en concreto, su relación con las personas, con todas sus desafíos técnicos y sus connotaciones éticas. 

En este breve artículo, revisamos algunas de las formas que puede adoptar esa interacción.


Un breve recordatorio acerca de Human-Robot Interaction


Como ya hemos comentado en algún otro post, Human-Robot Interaction es una disciplina que, como claramente se deduce de su denominación, se ocupa de las relaciones entre robots y personas, una muy interesante disciplina de naturaleza ecléctica donde se dan cita elementos de tecnología, psicología, antropología, etc

En un documento seminal, 'Final report for the DARPA/NSF interdisciplinary study on human-robot interaction' se decía que Human-Robot Interaction tenía como objetivo


synergistic teams of humans and robots where teams perform tasks according to their abilities.


es decir, el foco se pone en la colaboración y la realización conjunta de tareas.

Personalmente pienso que, de forma implícita, este declaración de objetivo es ligeramente limitada porque parece orientarse mucho a aspectos muy prácticos, probablemente del ámbito profesional o productivo, y parece dejar de lado, aunque no lo establezca claramente, aspectos más lúdicos o informales.

Sea esta apreciación correcta o no, y asumiendo que, en el fondo, no era esa limitación la intención de los autores, lo cierto es que hay en esa declaración un foco explícito en la colaboración entre personas y robots.


Los tres modos de cooperación entre humanos y robots


Pensando pues ya en esa colaboración, esa cooperación si se prefiere, la roboticista Robin R. Murphy que es co-autora del informe citado, nos habla en su  libro 'Introduction to AI robotics' de tres modos de cooperación entre humanos y robots:


  • Física: en que existe un contacto físico directo entre el robot y la persona, como sucede en el caso de los robots quirúrgicos o, si no directo, sí muy cercano, como podría suceder en el caso de que persona y robot acarreasen conjuntamente una carga. La autora nos dice que en este caso, el foco principal sería la seguridad.

  • Cognitiva: en que persona y robot realizan un trabajo conjunto (que se entiende no meramente físico sino que implica capacidades intelectuales).

  • Social / emocional: en que el robot está diseñado para influir de alguna manera en el comportamiento de la persona de forma explícita o implícita. 


La primera forma de interacción nos acerca mucho al mundo industrial actual, aunque en este suele evitarse el contacto físico precisamente en aras de la seguridad de las personas, un paradigma de separación que se desafía con los actuales robots colaborativos o cobots. También parece propia de algunos robots de servicio como los robots aspiradora o los de transporte que se utilizan por ejemplo en hospitales.

La interacción cognitiva, la cooperación digamos intelectual, creo que se irá incorporando progresivamente en todo tipo de interacciones aunque me parece que, de momento, hay más actividad a nivel de investigación que en aplicaciones prácticas, al menos de interacción sofisticada.

Y la interacción social y emocional nos lleva al campo de los robots sociales e incluso de los agentes conversacionales software avanzados y es, quizá, el campo más interesante y desafiante desde el punto de vista filosófico y ético.


Conclusiones


Nos apuntamos pues, como marco de referencia, esos tres modos de cooperación.

La estructuración de esa formas de interacción no deja de ser, en el fondo, eso, una estructuración, Los robots reales creo que pueden combinar, especialmente los más avanzados, diferentes dosis de cada uno de esos modos de interacción, según las necesidades del caso de uso y los avances técnicos disponibles.

En cualquier caso, como cualquier estructuración, viene bien para ordenar el conocimiento y aplicarlo con más criterio.


miércoles, 22 de marzo de 2023

Telefónica en el recuerdo: cinco años de un adiós, cinco años de una reinvención

Casi seguro que sea este el ultimo post que escribo recordando al que fuera durante algo más de veinticinco años mi 'hogar profesional': Telefónica.

Casi seguro que sea así, y en realidad no tenía especiales planes de hacerlo ahora hasta hace poco, hasta hace unos días en que, no sé pensando en qué, caí en la cuenta de que estaban a punto de cumplirse exactamente cinco años desde que, con el habitual, 'pinchoteo', me despedí de tantos y tantos compañeros. Y me apeteció hacer justo lo que estoy haciendo: escribir este post para recordar a Telefónica.

No es que tenga mucho nuevo que decir, pero es que me apetecía recordarlo.


Telefónica en el recuerdo


Si, lo cierto es que, a pesar del tiempo transcurrido, que ya comienza a ser notable, no dejo de recordar a Telefónica. No dejo de recordar mi muy bonito, a veces casi emocionante, paso por la muy especial e inolvidable Telefónica Investigación y Desarrollo, mis ocho muy esforzados y estimulantes años en Telefónica Soluciones, trabajando para grandes clientes, y mis sufridos y esclarecedores cinco años en la unidad de Operaciones y Red de Telefónica de España

Veinticinco años que, como es natural, tuvieron de todo, bueno y malo, grandes momentos y algún disgusto, incluso algún gran disgusto. Pero soy absolutamente sincero al afirmar que en conjunto estoy contento, satisfecho y orgulloso de mi paso por tan gran empresa y que mi recuerdo general es muy, muy positivo.

Y no es que lo diga a ahora y en este medio, en que sería fácil y seguramente 'políticamente correcto'. Lo dije con frecuencia cuando aún estaba en Telefónica, se lo dije a mis compañeros y también a mis familiares y amigos. Y lo dije también el día de mi despedida.

Como, hay que reconocerlo, mis condiciones de salida fueron muy buenas, en esa despedida casi todos mis compañeros me venían a decir que, 'qué suerte tenía'. Pero en mi especie de discurso de despedida, en las palabras que siempre te hacen pronunciar en estos casos (y que debo reconocer que llevaba más o menos preparadas) tenía un mensaje final para ellos: que eran afortunados de permanecer en Telefónica, que ellos también tenían mucha suerte.


El día de la despedida

Creo que recibieron mis palabras con el escepticismo, el cariño y la cierta condescendencia con que se escuchan este tipo de declaraciones... pero yo lo decía absolutamente en serio. De verdad.

Miro ahora hacia Telefónica, y la sigo recordando con orgullo, cariño y con satisfacción. Y no creo que eso vaya a cambiar ya en los años que han de venir.


Compañeros en el recuerdo


Pero sí hay algo que me supone una cierta 'punzada' de dolor. 

Y es recordar a algunos compañeros que ya no están o que tienen algún problema de envergadura. Mi pensamiento se dirige en concreto a dos personas, dos colaboradores muy cercanos de los cuales no voy a dar el nombre, claro está, pero quien me conozca de cerca puede imaginar de quién hablo.

Cuando, a los pocos meses o incluso pocas semanas de abandonar Telefónica, volvía alguna vez por Distrito T, lo encontraba todo igual. Encontraba el mismo sitio, los mismos compañeros y casi, casi la misma actividad. Es como si nada hubiese cambiado. Y, en realidad, para ser sinceros, es que prácticamente nada había cambiado, y mi ausencia no era más que una anécdota en el devenir de un empresa tan grande y de largo recorrido.

Pero si ahora volviese, sí que algo habría cambiado, no solo por el normal transcurrir empresarial, sino por alguna ausencia dolorosa e irrecuperable. 


Reinvención


Después de mi salida de Telefónica, tocó poner en marcha mi reinvención personal y profesional. Una reinvención todavía en curso, creo que con razonable éxito, y que no fue en absoluto improvisada: se trata de una reinvención que ya había imaginado, y hasta cierto punto planificado, desde años antes.

En esa reinvención creé hace ya más de cinco años mi propia marca 'Reingeniería digital' y mi propio lema 'Innovación y Transformación digital de procesos y modelos de negocio'. He llevado a cabo un puñado de asesorías a empresas, he impartido innumerables horas de formación, he publicado dos libros, he dado alguna charla, moderado algunas mesas redondas y participo en un podcast 'Caminos de Knowmad' donde, con algunos compañeros, por cierto, varios de ellos también ex-telefónicos. de alguna forma, traslado mi experiencia de reinvención. 

Y, en el fondo, también ha cambiado mi situación personal, en el sentido de que ahora tengo mecanismos enormemente más eficaces y realistas de conciliación y de participación en la vida familiar.

Pero la reinvención no finaliza. Aún tengo algunos objetivos no conseguidos, aún se me ocurren nuevos proyectos y nuevas ideas. Y es fantástico que sea así: la reinvención personal es, o conviene que sea, un proceso continuo y de cierta velocidad.


Una realidad que se desvanece


Miro hacia cinco atrás y miro hacia Telefónica. 

Y no solo es que me siga despertando los sentimientos que mencionaba de satisfacción y orgullo, es que todavía la siento como propia y cercana. 

Pero también reconozco que ya voy notando algo el paso del tiempo. A pesar de la cercanía, ya la imagen se me empieza a desvanecer levemente. Porque ya ha pasado tiempo, porque yo he cambiado algo, porque Telefónica también ha cambiado algo y quizá, sobre todo, porque cada vez más personas, cada vez más de los que fueran mis compañeros, ya están también fuera de Telefónica. Y, en buena medida, una empresa son las personas que la componen.

Si, el recuerdo, se desvanece, bien que leve y lentamente.

Pero estoy seguro de que nunca va a desaparecer. Telefónica, desde 1992 y seguro que hasta el fin de mis días, ya forma parte de mi vida y mi experiencia.

Y por suerte, el recuerdo, más vívido o más evanescente, sigue siendo positivo.


A modo de anexo visual: mi vídeo de despedida


Y, para finalizar, no puedo evitar, o no quiero evitar, volver a a publicar, como hice ya en el post de los dos años, el vídeo con el que me despedí haca ya cinco, un 22 de Marzo de 2018. Un vídeo que me sigue gustando mucho, que me sigue trayendo muy buenos recuerdos, y que sigue resumiendo, de forma rápida y musical, mi paso por Telefónica. Suena 'You never can tell'. Letra y música: Chuck Berry. Interpreta Bruce Sprinsteen. Los recuerdos son míos. 


Hasta siempre, Telefónica.

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lunes, 20 de marzo de 2023

Tres democracias: el ciudadano frente a la ética de la tecnología

La ética de la tecnología en general, y de la inteligencia artificial en particular, es un campo de mucho foco actualmente, un área que me interesa, que estudio y que, hasta cierto punto, trabajo.

Ya desde que hace unos pocos años, no muchos, en que comencé a interesarme por el tema y ver cada vez más publicaciones al respecto, me pregunté hasta qué punto se trataba sólo de discurso, atractivo pero discurso, o hasta qué punto se trataba realmente de actuar, de alcanzar conclusiones, de realizar acciones.


Ética de la tecnología y acción


En la ética de la tecnología se identifican problemáticas de impacto moral del uso de la tecnología, un uso tanto malintencionado como no, se analizan escenarios, se advierte de riesgos y se vuelcan opiniones y sugerencias de cómo actuar.

El tema es ahora, cómo conseguir ser concretos y, sobre todo, ejecutivos, que no se trate de meras especulaciones o sesudos debates sin resultados tangibles.

Existen, por suerte, mecanismos para la actuación, para conseguir que las conclusiones de naturaleza moral, lleguen a plasmarse en realidades, y el reglamento europeo sobre la inteligencia artificial lo demuestra.

Pero en este post lo que me pregunto es la forma en que un ciudadano, en tanto que tal ciudadano, puede intentar influir ante administraciones y empresas, para que estas apliquen principios éticos, para que realmente se produzcan esas actuaciones.

Y se me ha ocurrido que tres son las vías principales en que un ciudadano puede, de alguna manera, manifestar sus aspiraciones y deseos y, aunque sea de forma indirecta, y hacer que se actúe en materia ética. Aunque seguro que hay más, he identificado tres mecanismos, tres formas de influir que me ha gustado denominarlos 'democracias' aunque, en el fondo, son más bien tres formas de influencia y las tres son viables sólo en el marco de una democracia representativa y una economía de mercado.


Primera democracia: el voto


La primera forma de influencia es la más evidente, y en teoría la más importante aunque, en el caso concreto de esta ética de la tecnología tengo la sensación que es la de menor impacto. Esa primera forma en que los ciudadanos expresamos nuestras opiniones es el voto. Mediante el voto designamos, de entre las opciones posibles, qué representantes queremos en materia fundamentalmente legislativa e, indirectamente pero muy relacionado, ejecutiva.

Dado que los valores, la ética pues en buena medida, están o deben estar en la inspiración de la ley, tal y como describía en el artículo 'El triángulo ética, tecnología y ley', la elección de nuestros representantes, implica, al menos en teoría, la elección de unos valores éticos que, antes o después deben plasmarse en las leyes que se generen. Y esto podría incluir, claro, leyes que tiendan a garantizar el uso ético de la tecnología.

Es un mecanismo muy serio pero, creo que con una influencia muy lejana e indirecta en la aplicación de esos principios éticos. Dejando al margen otras eventuales críticas, se trata de un mecanismo discontinuo e inespecífico. Discontinuo porque lo que ejercemos solo, en teoría, cada cuatro años. E inespecífico porque mediante un único voto, que compite con otros millones de votos, intentamos elegir a unos representantes, que aspiramos a que, eso, nos representen, trasladen nuestras opiniones y valores a todo tipo de temáticas, no a ninguna concreta.  

Es cierto que la democracia representativa permite otras vías de influencia como la iniciativa popular, la acción del defensor del pueblo o, simplemente, la manifestación en las calles, pero aún así, y a pesar de que si llega a concretarse una ley, estamos ante quizá, la forma más ejecutiva de llevar a cabo prácticas éticas, la sigo viendo como algo alejada de una problemática específica como es la ética de la tecnología.


Segunda democracia: la compra

 

La segunda forma de democracia, o, más bien, la segunda forma en que el ciudadano puede influir en decisiones en este caso fundamentalmente de empresas, es mediante la compra, mediante el uso que hacemos del dinero.

En una economía de mercado, la demanda, que no deja de ser un reflejo económico de los deseos y necesidades de la población,  marca en buena medida lo que las empresas producen.

Mucho de aquello que compramos no tiene connotaciones éticas, lo compramos por pura necesidad (comida, transporte, salud) o por capricho sin mayor reflexión.

Pero es cierto que la compra es un mecanismo muy poderoso de influencia. Si la población deja de comprar, por ejemplo, productos no ecológicos, no sostenibles o producidos en países ausentes de regulación, por ejemplo, del trabajo infantil, o si deja de utilizar redes sociales o productos de los que se sospecha un uso inadecuado de los datos personales o prácticas poco éticas como la influencia política encubierta, la señal ética de cambio que emite es muy poderosa e influyente.

Se trata de un mecanismo continuo y bastante más específico que el voto, aunque es cierto que para que tenga verdadero efecto, necesita de cierto consenso de forma que sea masivo y se note realmente en el mercado. Y precisa, y como se habla muchas veces en economía, de información, de que el ciudadano tenga una información razonablemente veraz de las prácticas de las empresas y de las características, por ejemplo de sostenibilidad, de los diferentes productos para hacer sus decisiones de compra de manera fundamentada. Y esa información, aunque existente, no siempre es veraz.


Tercera democracia: la atención


La tercera democracia, quizá la menos evidente, es la de la atención. Las opiniones y los valores, en este caso éticos, se transmiten mediante la comunicación. Esa comunicación puede ser persona a persona, claro, pero hoy en día, con la enorme presencia de medios de comunicación de todo tipo, pero especialmente los digitales, con la hiper-abundancia de impactos comunicativos y publicitarios, la lucha por la comunicación se produce sobre todo intentando captar la atención de nosotros, de la población, mediante esos canales.

A qué dediquemos tiempo de visualización y lectura, a qué le demos un 'me gusta' o 'una recomendación', lanza mensajes sobre lo que nos interesa, lo que valoramos consciente o inconscientemente, y también sobre nuestra ética y nuestros valores. 

Se trata de un mecanismo continuo, algo inconsciente por parte de los ciudadanos, pero que aporta información muy valiosa desde un punto de vista comercial y político, sobre las preferencias 'reales' de la ciudadanía.

No es fácil, pero si queremos transmitir unos ciertos valores deberíamos abstenernos de prestar atención a ciertos contenidos poco constructivos, no deberíamos retransmitirlos ni amplificarlos y a cambio deberíamos prestar mayor atención a contenidos más constructivos, más reflexivos y con mayor dosis de valores. 

Sin duda, empresas y autoridades públicas tomarán buena nota de ello.


El lado de la demanda


Los mecanismos que he expuesto, actúan, como se diría en teoría económica, por el lado de la demanda, por lo que expresamos y deseamos los ciudadanos que, a estos efectos, somos el mercado. 

Faltaría por contemplar los mecanismos del 'lado de la oferta', del lado de administraciones, empresas, e incluso líderes de opinión que, en el fondo, son los que tienen que implementar la mayoría de las medidas de aplicación de principios éticos en el uso de la tecnología. No estoy seguro, pero a lo mejor hago un post complementario de este en que comente esos mecanismos


Alguna consideración adicional


Antes de cerrar, sólo hacer alguna consideración adicional.

La motivación de este post es el pensamiento en materia de ética de la tecnología en genera y de ética de la inteligencia artificial en particular y el cuestionamiento de qué podemos hacer como ciudadanos para que avance en la dirección correcta. Sin embargo, creo que a ningún lector se le escapa que los mecanismos que he propuesto son mucho más generales y de mayor alcance que la ética de la tecnología.

En el fondo, son mecanismos mediante los cuales los ciudadanos podemos expresar nuestra manera de pensar e influir, de alguna forma, en que la administración y la política, el tejido productivo y empresarial, actúen en la dirección que consideramos más adecuada como ciudadanos.

No reclamo especial originalidad en la identificación de estos mecanismos, todos ellos descritos de una forma u otra en diferentes medios. Y tampoco reclamo la exhaustividad, porque son fruto de una reflexión rápida. Es posible que el lector identifique otros mecanismos, aunque creo que realmente estos son los más claros y poderosos.


Conclusión


El mensaje final para el lector, en tanto que ciudadano, ciudadano de a pie que se suele decir, es que tienes algo que decir en materia de ética de la tecnología, y en materia de casi de cualquier aspecto que consideres valioso. 

Tienes algo que decir.

Aunque sea por vía indirecta, tienes formas de influir en un uso más ético de la tecnología y, entre esa formas de influir se incluye el uso motivado, reflexivo y responsable de tu voto, tu dinero y tu atención.

 

viernes, 10 de marzo de 2023

ChatGPT o el panal de rica miel

Es bien conocida la fábula de Félix María Samaniego 'Las moscas', quizá más que por su título y por sus dos primeros versos que nos hablan de un panal de rica miel al que "dos mil moscas acudieron".

Y ante la omnipresencia de ChatGPT en todo tipo de eventos tecnológicos o que guarden algún tipo de relación, aunque sea lejana, con la tecnología, ante la inflación, no sólo de usuarios sino sobre todo mediática que ¿sufre? esta solución tecnológica, he tenido el capricho de hacer alguna reflexión sobre el fenómeno de ChatGPT tomando como hilo conductor la famosa fábula.


La fábula de Samaniego


Este es el texto de la fábula completa:


Las moscas

A un panal de rica miel

dos mil moscas acudieron,

que por golosas murieron

presas de patas en él.

Otra dentro de un pastel

enterró su golosina.

Así, si bien se examina,

los humanos corazones

perecen en las prisiones

del vicio que los domina.


Teniendo esta referencia, veamos alguna reflexión.


El panal de rica miel


Es absolutamente innegable el efecto atractivo que ha tenido ChatGPT. Es evidente que ofrece una miel rica, muy rica.

Pero ¿por qué la miel de ChatGPT es tan rica?

Desde un punto de vista técnico, tengo que decir, que es todo un alarde, que pese a las limitaciones evidentes que exhibe a poco que 'se rasque', demuestra un grandísimo avance en lo que tiene que ver con procesamiento del lenguaje, aunque lo trasciende para hacer visible el poder transversal de la inteligencia artificial generativa basada en la arquitectura transformador y grandes modelos de lenguaje. Sin embargo, aunque personalmente eso me interesa muchísimo, me inspira, me alienta, y aumenta mi confianza no sólo en la tecnología, sino principalmente en el ingenio humano, para ser sincero, no creo que eso sea lo que atrae realmente a 'dos mil moscas'.

Ese atractivo generalizado tiene que ver con otros factores como, por ejemplo, la enorme simplicidad de su uso y acceso que lo pone al alcance de cualquiera, absolutamente de cualquiera.

Además es útil, y con muy, muy poco esfuerzo se pueden obtener montañas y montañas de soluciones válidas para todo tipo de actividades.

Y, también hay que reconocerlo, es divertido. En parte por la propia facilidad, en parte por la novedad y cierto 'efecto wow'  y en parte, incluso, por los errores o comportamientos curiosos que muestra de tanto en tanto y que hacen sonreír.

Y si, también permite presumir, permite hacer demostraciones en eventos, en clases, en charlas. Permite, como comentaba hace poco a propósito de la educación, dar espectáculo. Y como está al alcance de cualquiera, sirve para intentar demostrar modernidad, conocimiento, para 'dárselas de enterado' si se me permite la licencia.  

Así que, sí, hay que reconocer que el ChatGPT es una miel rica, muy rica.


Las dos mil moscas


¿Y las dos mil moscas?

Pues todos lo que nos interesamos por el fenómeno y todos los que lo usamos o publicamos sobre él. 

Pero, hablamos de dos mil moscas, metafóricamente claro, porque en realidad serían cientos de miles, o más bien millones, porque en este caso, aparte del público habitual de los avances tecnológicos, aparte de técnicos, consultores, analistas o empresas especializadas, apenas una decena o así de moscas, el fenómeno, dado su especial atractivo y simplicidad, dada su facilidad para la explotación desde la superficialidad y el 'postureo digital', atrae a esas dos mil moscas, que incluye a curiosos sinceros, a verdaderos innovadores y 'early adopters',  y también, es preciso y triste reconocerlo, a una buena dosis de, perdón de nuevo, advenedizos y charlatanes.

Es evidente que, al menos a corto plazo, OpenAI e, indirectamente, Microsoft, han obtenido un enorme beneficio comercial, al menos, a corto plazo y en materia de notoriedad de marca

En cierto sentido, podemos pensar que toda la comunidad científica y tecnológica alrededor de la inteligencia artificial en general y de la inteligencia artificial generativa en particular, obtienen de alguna forma también su particular victoria en forma de reconocimiento, admiración e interés, quizá también de orgullo y satisfacción.. 


El vicio


¿Cuál es el eventual vicio de todo esto?

Bueno, algún riesgo es que, pasada la excitación inicial, y un poco como lo que predicen los 'hype cycle' de Gartner, tras el famoso pico de expectativas infladas se caiga en la desilusión y el rotundo interés despertado por la inteligencia artificial generativa lleve a un desinterés, no sé si a un invierno, pero quizá sí a una borrasca. 

La forma más inocua, puede que, paradójicamente, beneficiosa, de ese vicio sería que, simplemente, 'se pasase de moda' y ya no fuese tan 'cool' para aquella parte de las moscas más sensibles a lo superficial y mediático y ya no se mencionase tanto en artículos sencillos, en eventos, en charlas y cursos..


Las patas apresadas


La más peligrosos sería, sin embargo que, ante las limitaciones y fallos que aún puedan existir, ante, quizá, la dificultad para obtener una rentabilidad real, decrezca el interés ya no mediático, sino de adopción real y de investigación y desarrollo reales o que ante los peligros de naturaleza práctica, legal o ética que se puedan detectar se puedan adoptar medidas que limiten o dificulten el desarrollo y adopción de este tipo de tecnologías y soluciones. 


Re-escritura de la fábula. La perspectiva de las abejas


Sin embargo, debo decir que, a pesar de que percibo, e incluso a veces casi me enerva un poco, ese ruido mediático y esa cierta superficialidad, en realidad soy bastante optimista respecto a este panel de rica miel que es ChatGPT, entendiendo en realidad que ChatGPT es la punta del iceberg de la inteligencia artificial generativa y los grandes modelos de lenguaje (LLM, 'Large Language Models').

Quizá, y eso se le olvidó a Samaniego, conviene que lo veamos, no bajo la perspectiva de las moscas,  sino como pueden contemplarlo las abejas, las creadoras del panel.

ChatGPT hace patente, para el gran público, lo que ya sabían los especialistas de la inteligencia artificial generativa: el enorme avance conseguido en los dos o tres últimos años en este campo y las posibilidades inmensas que se abren. Que ChatGPT es sólo un hito en el camino  y que no parece que, ni de lejos, 'hayamos tocado techo'. 

Creo que, en muy breve, OpenAI lanza, de hecho, GPT-4 mientras Google trabaja en su alternativa, BARD, y seguro que hay más alternativas y avances en camino. Creo que 2023 todavía nos dará mucho que ver y hablar. 

Así que, visto desde el punto de vista de las abejas, no importa mucho si alguna mosca se va a otro sitio, quizá una tarta, a enterrar su golosina. No importa si algunas moscas, como si son las dos mil, se quedan presas de patas.

Porque las abejas siguen aumentando el panal y siguen construyendo otros nuevos a los que, quizá, quizá, acudan no dos mil, sino cuatro mil, ocho mil o quien sabe cuantas moscas.

Si vemos la fábula desde el punto de vista de las abejas, no tiene tal vez el efecto moralizante perseguido por Samaniego, pero si nos da buenas razones para el optimismo.


Conclusión


No me cabe duda que ChatGPT es un panal de rica miel, al que acuden moscas y moscones, y que muchos se quedarán presos de patas en él.

Pero en este caso, y no puedo decir lo mismo de todas las tecnologías de moda, confío en las abejas, confío mucho en las abejas, confío plenamente en las abejas.

 

miércoles, 8 de marzo de 2023

Tiempos de hipérbole: ChatGPT, el metaverso y la distancia

Vivimos, creo, en tiempos de mito y de hipérbole, tiempos en que, en muchos campos, pero particularmente en el ámbito de las tecnologías y su capacidad transformadora, se ofrece una visión con frecuencia exagerada, poco anclada en la realidad, carente de conocimiento, publicitaria, superficial.


El mito y la hipérbole


Creo que se trata de un fenómeno generalizado, que va más allá de la tecnología, que incluye lo político, lo social, e incluso lo privado y para el cual no tengo un diagnóstico claro, aunque sospecho que, entre otras cosas, tiene que ver con la necesidad de captar la atención en un mundo hiperconectado y con superabundancia de información e impactos. 

Una captación de la atención que enlaza a su vez con motivos electorales en lo político, de auto-afirmación y satisfacción en lo personal y comerciales/publicitarios en lo profesional y empresarial.

El caso es que, seguramente por esa necesidad de llamar la atención, real o sentida, se generan grandes mitos, grandes exageraciones, mitos y exageraciones a las que nos apuntamos de manera inmediata y bastante superficial con lo que, en el fondo, no hacemos otra cosa más que contribuir a alimentar esa hipérbole, ese mito. 

Unos mitos y exageraciones que suelen acabar desapareciendo cuando, o bien no alcanzan lo prometido, cosa muy frecuente, o cuando, simplemente, una vez nos hemos aburrido del nombre, que ya no es llamativo, alguna gran consultora le da un nombre nuevo añadiendo algún matiz para explicar que hablamos de algo diferente aunque mcuhas veces no es cierto, o no del todo.

No deja de ser revelador e interesante que una de esas grandes consultoras, Gartner, publique todos los años su famoso ('hype cycle') de tecnologías emergentes o de ámbitos tecnológicos más especializados. La sola existencia de un diagrama ampliamente conocido y consultado (yo mismo lo consulto y utilizo de vez en cuando en formaciones) con ese nombre 'hype cycle' (algo así como ciclo de vida de la hipérbole, o del 'bombo publicitario') es más que indicativo. Y la falta de continuidad que existe entre los diagramas de diferentes años, aún más.

Dos de los que consideraría 'grandes éxitos' de los últimos meses en ese campo son el Metaverso y ChatGPT


Sobre el metaverso


En el fondo, no sabemos lo que es el metaverso, pero cuando Mark Zuckerberg anunció que esta idea, el metaverso, creada y bautizada hace ya décadas por Neal Stephenson en su novela futurista 'Snow Crash', pasaba a ser la piedra angular de su estrategia de futuro, pasaba a recibir inversiones millonarias hasta la exageración e incluso estimulaba el cambio de nombre de la empresa matriz, de Facebook a Meta, todo el mundo pareció obligado a apuntarse a este concepto... tan vagamente definido y de tan incierta proyección técnica y comercial.

Decenas, seguramente cientos y miles de posts en todo tipo de medios digitales, eventos, charlas e incluso reflexiones sobre sus implicaciones éticas.

En esta confusión, y 'surfeando' la ola, han aprovechado numerosas empresas y organizaciones para decir que hacen cosas ya en el metaverso utilizando tecnologías o soluciones como la realidad virtual, la realidad aumentada o los videojuegos, que ya existían hace muchos años (aunque se encuentren en evolución). Una forma de aprovechar el tirón publicitario, muy comprensible en realidad, pero que suma confusión, en aras de obtener rédito comercial o al menos publicitario del nuevo mito: el metaverso.

Como metaverso es un concepto vagamente definido, a ver quién les dice que no están en el metaverso. Pero lo cierto es que ese 'metaverso 'de andar por casa', poco tiene que ver con el, llamémosle, "verdadero metaverso", si como tal entendemos el que sugiere la novela de Neal Stephenson, los vídeos de Meta o incluso algún artículo relevante de Gartner. 

Pero, en tiempos de hipérbole ¿a quién le importa? Lo importante es ganar esa atención de que hablábamos antes.

Lo cierto es que, ese "verdadero metaverso" parece lejano, suponiendo que sea viable y suponiendo que tenga atractivo comercial real. Respecto a lo del atractivo, sólo recuerdo que ya lleva años existiendo la realidad virtual y aumentada y que, pese a su extraordinario interés técnico, y pese a la natural fascinación que puede producir (me apunto a esa fascinación), no acaba de despegar comercialmente de manera masiva, no acaba de encontrar su 'killer application'. Respecto a las dificultades técnicas me remitiría al extraordinario libro 'The metaverse: and how it will revolutionize everything' de Mathew Ball, que me leí hace ya unos meses, aunque aún tenga pendiente de reseñar.


Sobre ChatGPT


Muchísimo más sólido y más aplicable de manera inmediata resulta, en mi opinión, todo lo que tiene que ver con ChatGPT o, por mejor decirlo, la Inteligencia Artificial generativa en general y los grandes modelos de lenguaje (LLM. 'Large Language Models') en particular.

No quiere eso decir que no se haya producido también un efecto hipérbole. De repente, todo el mundo opina sobre ChatGPT y como es abierto, espectacular en sus resultados y tan, tan sencillo de utilizar (al menos un empleo básico) ya tenemos inundación en medios, especializados y no especializados, de comentarios, opiniones, explicaciones (superficiales casi todas, por supuesto) sobre ChatGPT y parece que 'todo el mundo' se siente obligado' a publicar en sus redes, en LinkedIn, en Instagram, en Twitter o donde sea, la última pruebecita que ha hecho, el último resultado obtenido o destacar cualquier fallo que encuentre.

En este caso, y como digo, creo que la aplicación es real y casi inmediata, y un cierto impacto, puede que un gran impacto, también, así que, aunque el mecanismo de la hipérbole es similar al del caso del metaverso, en este caso, probablemente las conclusiones sean más acertadas y realistas.


La distancia


A nivel personal, puedo decir que, por un lado me fascina la tecnología, y por otro, es la materia prima sobre la que trabajo en mi actividad profesional en materia de consultoría, docencia, escritura y comunicación, así que, por supuesto, me he interesado, y mucho, por estos dos fenómenos. 

Aparte de lo que ya llevaba investigado hasta el momento de sus 'boom' respectivos, desde ese boom me he leído ya, a parte de muchos artículos y posts, dos libros sobre el metaverso y tres sobre inteligencia artificial generativa.

Sin embargo, y aunque quizá me haga desaprovechar muchas posibilidades de impactos mediáticos y publicitarios, quizá de auto-promoción, mantengo una cierta distancia con ambos fenómenos, especialmente en el caso del metaverso.

Distancia porque, antes de dar una opinión, me gusta formularla con 'conocimiento de causa' y haber entendido bien, primero la tecnología y luego su posible impacto comercial, social e incluso ético. En fenómenos técnicamente complejos, como son tanto el metaverso como la inteligencia artificial generativa, tan difusos, al menos en el caso del metaverso, y tan sometidos, como todos, al veredicto del mercado y de la sociedad, aún pendientes, conviene una cierta prudencia intelectual.


Distancia e innovación

 

Si ahora lo pienso no para mi, sino para empresas y organizaciones, creo que también tienen que mantener esa cierta distancia, aunque una distancia muy activa, en absoluto pasiva o reactiva. 

Quiero decir, que las empresas deben mantener una muy activa y muy ágil vigilancia tecnológica que les permita estar al tanto de las novedades, entender si constituyen oportunidades o amenazas para su modelo de negocio y conocer su verdadero estado del arte e implicaciones. En ese sentido, les conviene 'estar a la última' y, en la medida de lo posible, 'tangibilizar' las posibilidades mediante demostraciones de fabricantes y proveedores, pruebas piloto de pequeño alcance, productos mínimos viables, etc

Pero, a la vez, creo que deben tener un cierto criterio y no lanzarse 'como locos' a la última moda, el último 'palabro', la última hipérbole. Con mucha agilidad, porque vivimos en un mundo en rápido cambio, pero con criterio y, probablemente, aplicando los métodos modernos e iterativos de innovación que minimizan el riesgo, porque también vivimos en tiempo de mito e hipérbole.

El uso publicitario que hagan de sus avances, su propia contribución a la hipérbole, eso lo dejo ya a su propia responsabilidad y decisión.


Conclusiones


Como conclusión, y aunque no es difícil de deducir de lo anteriormente expuesto, en tiempos de hipérbole, aconsejo esa distancia activa, activa para estar realmente actualizado de las últimas novedades y tendencias en tecnología, pero distancia para no dejarse arrastrar, para adquirir conocimiento y decidir con criterio y no al calor de la última moda.


viernes, 3 de marzo de 2023

Cuatro ventajas de los sistemas multi-robot y una digresión sobre la complejidad

Cuando hablamos de robots, solemos pensar en robots aislados, robots con autonomía individual y que realizan las tareas que tengan encomendadas por sí mismos. 

Incluso los robots que vemos en cadenas de producción, aunque en cierto modo colaboran en su labor, lo hacen trabajando de forma casi independiente, y es el diseño de la propia cadena productiva (diseño realizado por los humanos en tiempo de diseño, y no por los robots en tiempo de ejecución), la que consigue la coordinación de esfuerzos para alcanzar un resultado final, por ejemplo, el ensamblado de un coche.

Y, probablemente, esta forma de actuar y diseñar sistemas robóticos sea la más común. 

Pero existe otra forma de enfocar las soluciones robotizadas, un enfoque en que un conjunto más o menos amplio de robots, en general iguales, interactúan entre sí para conseguir, conjuntamente, y con base en dicha colaboración, el objetivo final.

Hablamos de sistemas multi-robot.


Sistemas multi-robot


Los sistemas multirobot (MRS, 'Multi Robot Systems'), son, según nos indica Robin R. Murphy en su  libro 'Introduction to AI robotics':


Collections of two or more mobile robots working together


es decir, grupos de robots que, de forma colaborativa, realizan, como decíamos, una cierta labor. 

Un campo de trabajo en robótica que, dada su similitud con el comportamiento de insectos sociales como hormigas o abejas, se ha denominado 'swarm robotics', algo así como robótica de enjambre, y un campo muy interesante sobre el cual aún tengo pendiente una investigación más profunda. 


Las cuatro ventajas de los sistemas multi-robot


¿Por qué utilizar este tipo de configuraciones robóticas, de robots que trabajan conjuntamente y que, eventualmente, parecen más complejos de controlar? La autora, en la misma fuente, nos aporta cuatro ventajas de este tipo de sistemas frente a opciones 'mono-robot'. Son las siguientes:


  • Más rápido y barato: En ciertos casos, en lugar de hacer un robot complejo, que sería caro, se puede conseguir los mismos resultados mediante robots mucho más sencillos que trabajan en grupo. En otras tareas, como, por ejemplo, la exploración planetaria o la búsqueda de minas, un conjunto de robots serían capaces de 'barrer' un cierto área mucho más rápidamente que un sólo robot funcionando aisladamente..

  • Reducción de la complejidad: La realización de tareas en paralelo puede a pesar de lo que parece a primera vista, reducir en ciertos casos su complejidad. El caso de la exploración planetaria, el cartografiado de su superficie, es una labor que es mucho más sencilla, no solo más rápida, usando enjambres de robots.

  • Robustez: Un enjambre de robots consigue robustez mediante redundancia. Al existir muchos robots en paralelo, el fallo o accidente de uno de ellos apenas afecta a la tarea en su conjunto. Imagínese, a modo de ejemplo, este concepto aplicado al caso de robots que buscan minas antipersonas.

  • Tareas distribuidas: Es decir, se trata del caso de tareas que son, inherentemente, distribuidas. La autora nos propone un ejemplo, algo sintético pero muy gráfico, como la conformación de un equipo robótico de fútbol que, evidentemente, aborda una tarea, disputar un partido de fútbol, que es en sí misma distribuida.

Existen también retos y problemáticas, no todo son ventajas, pero de ello hablaremos en otro post.


La digresión sobre la complejidad


Y aunque se trate de una digresión, no muy científica, al menos por el momento, sino solo un 'flash' que se me vino a la mente, no puedo evitar comentar cómo, el hablar de enjambres de robots me hizo pensar en la teoría de la complejidad y en los comportamientos emergentes.

Pensé en cómo es un patrón muy común en la naturaleza conseguir comportamientos complejos y emergentes a partir de la combinación masiva de elementos simples de comportamiento sencillo o muy sencillo. 

Un patrón que podemos observar en la naturaleza a nivel macroscópico, como puede ser en los propios enjambres de insectos o bancos de peces o, en cierto sentido, en todo tipo de sociedades de seres vivos incluyendo la humana.

Y un patrón que también podemos observar en un nivel microscópico, comenzando por el propio funcionamiento del cerebro humano que a partir de unos elementos computacionales relativamente simples. como son las neuronas, construye todo un mundo cognitivo consciente e inconsciente. En el fondo la misma idea es aplicable, en cierto sentido, a todo ser multicelular en todas las facetas, no sólo la cognitiva.

Y más allá, a nivel nanoscópico, podríamos considerar que ese patrón se aplica a nivel atómico o molecular. Todo nuestro mundo se construye, según parece, con base a la combinación de esos elementos mínimos.

Parece tener sentido, pues, intentar abordar la solución a problemas técnicos y de ingeniería con esa misma estrategia. Ya lo hacemos, sin ir mas lejos con el caso de las redes neuronales artificiales. Y los sistemas multi-robot, la robótica de enjambres, podría ser otro caso de, simplemente, aplicar en cierto sentido, la teoría de la complejidad a nivel técnico macroscópico y, quien sabe qué sofisticadas soluciones podríamos conseguir así o, si queremos fantasear e incluso preocuparnos, qué comportamientos, quizá inesperados, podrían 'emerger' de estas configuraciones.


Conclusión


Más allá de la digresión final, el campo de la robótica de enjambres parece interesante y prometedora, aunque, a falta de mayor profundización por mi parte, creo que todavía no está tan desarrollada como la robótica, digamos, normal.

Intentaré seguirle la pista...


miércoles, 1 de marzo de 2023

La equivocada mitología del fracaso

Bueno, equivocada en mi muy personal pero también muy convencida opinión.

Se ha puesto de moda desde hace algunos años, la verdad es que no sé cuándo empezó la cosa, la que denomino mitología del fracaso, casi diría la apología del fracaso.

Directivos, gurús del management, deportistas, y por qué no decirlo, también meros charlatanes o cajas de resonancia, nos intentan convencer de que fracasar 'es fantástico' (perdón por la ironía).

Los personajes más admirados y triunfadores, nos quieren convencer de que triunfaron porque fracasaron mucho, y pretenden quitarnos el miedo al fracaso, e invitan a él, al fracaso, aunque preciso es reconocerlo, con alguna salvaguarda, no menor hay que reconocerlo, de que fracasemos 'rápido', fracasemos 'barato' y, por supuesto, que aprendamos del fracaso.


Los motivos corporativos para la mitología del fracaso


Hay motivos, y diría que justificados, e incluso muy justificados e interesantes, para esa defensa del fracaso

Los hay desde un punto de vista empresarial y pensando, especialmente, en el campo de la innovación. Una organización conservadora y temerosa, temerosa del fracaso, nunca será una organización innovadora. Una organización que no se atreva a intentar cosas por miedo a fracasar está seguramente, y paradójicamente, abocada al fracaso como organización a corto o medio plazo. 

Y más en el mundo digital y cada vez más acelerado en que vivimos. 

Por eso, para conseguir organizaciones innovadoras, es preciso que tanto a nivel de gestión como cultural, se sea consciente de que la innovación y el emprendimiento van a conducir a una proporción, seguramente no menor de fracasos o, mejor digamos, cosas que no funcionaron técnicamente, o mucho mas importante y frecuente, que no funcionaron en el mercado.

Y por eso, gurús tan relevantes como Tom Peters, nos dicen que probemos y que fallemos y que luego ya ajustaremos. Eso sí, rápido.

Y, por eso, y siguiendo la filosofía derivada de modelos como 'agile' o 'lean startup' se anima a fracasar aunque invirtiendo poco tiempo y esfuerzo en cada intento (de ahí los modelos iterativos que promulgan, y conceptos como el producto mínimo viable). La idea es buena aunque, más que animar a fracasar, habría que animar a intentar...que en el fondo es lo que quieren decir, lo que pasa es que es más espectacular y mediático el animar a fracasar que a intentar. 


Tom Peters

Pero, seamos claros, incluso aunque apliquemos este tipo de metodologías, en cada iteración, con cada producto mínimo viable, con cada prototipo, se busca el éxito y la confirmación de tus hipótesis y tu modelo de negocio. 

Buscamos el éxito, sin duda, sin duda, lo que ocurre es que somos conscientes de que es probable que no no lo alcancemos a la primera, y queremos estar preparados para ello y para gestionarlo.


Los motivos personales para la mitología del fracaso


Desde un punto de vista personal, digamos que de formación del carácter, el mensaje acertado que trae consigo la mitología del fracaso es hacer consciente a las personas de que el fracaso existe, está omnipresente, y que se deben mentalizar para reconocerlo, aceptarlo, aprender de él, y sobre todo, para superarlo..

El miedo al fracaso es inmovilizador, no sólo para las organizaciones, también para las personas.


Sir Ken Robinson

Y por eso, personajes tan notorios como el malogrado Sir Ken Robinson, nos invitan a prepararnos para estar equivocados


Los motivos deportivos para la mitología del fracaso


Desde el punto de vista deportivo...bueno, creo que los motivos tienen más que ver con el marketing, con el apoyo por parte de personalidades relevantes, atractivas y llamativas para los jóvenes, de esa especie de apología del fracaso.

Es cierto que, claro, la NBA la gana un sólo equipo cada año y el resto, de alguna forma, fracasan. Y lo mismo sucede con el Mundial, con 'la Champions' o con La Liga. Y es cierto que sólo un atleta puede ganar la carrera o tener el record del mundo y el resto, de alguna manera, fracasan.

Y, claro también, si el mismísimo Michael Jordan, al que muchos consideran el mejor jugador de la historia del baloncesto, te dice, como reza el cartel de cabecera, que triunfó gracias a haber fracasado muchas veces...pues el mensaje tiene fuerza, no vamos a decir que no.

Y los expertos en marketing y comunicación (tanto empresariales como deportivos), no parece fácil que desaprovechen tamaña ocasión.


Los aprovechable de la mitología del fracaso


Hay, pues, motivos más que justificados, para defender la casi inevitabilidad del fracaso en los ámbitos tanto corporativo como personal. 

Hay motivos para invitar a ser conscientes de esa realidad y a aceptarla. 

Hay motivos para invitar a gestionar ese fracaso casi inevitable, para que no nos paralice, sino todo lo contrario. 

Hay motivos para invitar a a aprender de él. 

Y hay motivos para, ante la inevitabilidad del fracaso, intentar forjar un carácter resiliente que nos permita superarlos, tanto a nivel individual como grupal o empresarial.


Un mensaje equivocado


Pero creo que el mensaje es equivocado. Y creo es especialmente equivocado si pensamos en las generaciones jóvenes, las que están acabando sus estudios o, mejor aún, iniciando su carrera profesional.

El mensaje, repetido insistentemente, y repetido de manera superficial, y sin entender lo que hay detrás, sin entender el mundo empresarial, sin entender los mecanismos de la innovación y el emprendimiento, sin entender las filosofías agile o lean startup, convertido en un mero slogan que anuncia Michael Jordan, como bien pudiera anunciar unas deportivas de Nike, es equívoco y puede que peligroso.

Puede transmitir la falsa idea de que el fracaso no importa, de que no pasa nada. Y como el fracaso no importa, puede invitar a la complacencia, a la mediocridad, a la pasividad. 

Puede invitar a hacer las cosas superficialmente, sin análisis y sin rigor. ¡Total, si fracaso no pasa nada! ¡Fracaso rápido, fracaso barato y aprendo! ¡Qué fácil! ¡Cómo mola!

Y puede invitar a la desidia y ausencia de esfuerzo. ¡Total, para qué esforzarme! Ya aprenderé y ya triunfaré después de haber fracasado n-mil veces ¿no?

****

Pues no.

Las cosas no funcionan así.

No, tampoco para Michael Jordan.


El riesgo del fracaso


¡Por supuesto que pasa algo si fracasas! No es inocuo en absoluto. No te lo creas

Cualquier fracaso en el mundo empresarial, cuesta tiempo, cuesta recursos, cuesta dinero. Ninguna empresa se puede permitir continuos fracasos. Ninguna. Por mucho que innove. Por mucho que aprenda. Que nadie se engañe ni os engañe.

E, incluso la empresa con la cultura más abierta e innovadora que te puedas imaginar, no permitirá, no te permitirá en concreto a ti, si eres el profesional que lo lidera, el fracaso repetido y mucho menos si la iniciativa fracasada no ha sido gestionada con extremo rigor, con extremo esfuerzo y con mucho criterio.

Y el fracaso también tiene coste personal. Por más consciente que seas de que el fracaso existe, por más que ya lo hayas experimentado, por más que aprendas de él y se te abran nuevas posibilidades, el fracaso duele y desgasta. Si tienes un poco de sangre en las venas, no te va a dejar indiferente.

Y ¡por favor! que nadie te ponga a Michael Jordan como ejemplo de fracaso. ¿Jordan? ¡Por Dios bendito! ¿Pero has visto jugar a Michael Jordan? ¿De verdad te crees que triunfó por sus fracasos? ¿De verdad te crees que no le importaba fracasar? ¿De verdad te crees que no se esforzaba? ¿De verdad te crees que no buscaba el éxito casi desesperadamente?


Un cambio de valores o al menos de mensaje


Aunque, como he dicho, hay motivos, y perfectamente justificados e interesantes, para cierta teoría del fracaso, muy especialmente, como también decía, en los ámbitos de la innovación y del desarrollo de la personalidad, creo que los valores, y el mensaje que los promueve, deben cambiar. Cambiar radicalmente.

Y muy especialmente, insisto, si estamos hablando a los jóvenes.

Hay que volver a invitar al éxito y la búsqueda del éxito. Una búsqueda, eso sí, respetuosa con los valores éticos, y consciente de la realidad casi inevitable del fracaso

Pero éxito. no fracaso. Unos valores donde se busque el éxito, y un éxito apoyado en el foco, en el rigor y el esfuerzo.

Sin ninguna duda.


Un mensaje para Michael Jordan


Y, aunque sé que, evidentemente, no vas a leer este artículo, tengo un mensaje para ti, mi muy admirado Michael Jordan. Y el mensaje es:


No me vendas una moto


Y por si no queda claro, te digo aún más: 


No intentes convencerme de que triunfaste gracias a todo lo que fallaste. 'De eso nada, limonada'. Triunfaste porque tenías unas capacidades físicas extraordinarias. Triunfaste porque te esforzaste y entrenaste 'como si no hubiera un mañana'. Y triunfaste porque tenías una enorme confianza en ti mismo y tus posibilidades y una mentalidad ganadora fuera de lo común. Vale, y también un buen equipo. Fue por eso, no por los fallos. Seguro. No me vendas motos.


Conclusión: un mensaje para los jóvenes


Y para cualquier lector, pero muy especialmente para los jóvenes que puedan leer esto, mi mensaje es que te olvides de tanto fracaso y tanto fallo y te prepares y luches para triunfar y tener éxito, signifique el éxito lo que signifique para ti. Deja de buscar el fracaso, aunque sea rápido y barato, y busca el éxito. Y búscalo con conocimiento, con rigor y con esfuerzo.

Personalmente, estoy completamente seguro, de que te estoy dando el mensaje adecuado.

Michael Jordan. Finales 1998 

Sé que es atrevido por mi parte pedírtelo. Se que es difícil que me creas, cuando te estoy diciendo cosas diferentes a las que te dicen Tom Peters, Ken Robinson o el mismísimo Michael Jordan. Cuando te hablo desde mi blog personal cuando ellos te hablan desde anuncios, desde charlas y grandes eventos, desde libros, desde medios de comunicación masivos.

Pero tengo un último arma, un último argumento.

Si todavía no me crees, haz el siguiente ejercicio: visualiza un partido de Michel Jordan. A poder ser de  playoffs y con los Bulls. A poder ser unas finales. Compara sus palabras, las que aparecen en la cabecera de este post, con lo que vean tus ojos que dice 'de verdad' Jordan en la cancha.

Ya me contarás.