miércoles, 9 de febrero de 2022

El propósito del trabajo y el impacto de la automatización

Cuando se debate sobre el impacto de la automatización en el empleo, cuando se contrastan las opiniones de aquellos que piensan que habrá una destrucción masiva de empleo con las de aquellos otros que, por contra, piensan que, aunque se destruyan ciertos empleos el balance neto será positivo, suelo decir que saberlo, saberlo, lo que se dice saberlo, no lo sabemos. 

El incierto impacto de la automatización en el empleo


El impacto de la automatización en el empleo, pues, es, al menos en mi opinión, incierto.

No sabemos si la introducción creciente de automatizaciones, físicas o software, robóticas o de otro tipo, conducirá a unas tasas de desempleo nunca vistas, aunque tiendo a ser optimista y estar más del lado de aquellos que piensan que, en conjunto, no se destruirá empleo, sino que se mantendrá, o incluso crecerá, el número de empleos.

En mi último libro 'Robots en la sombra', y ya en su último capítulo, hago alguna valoración al respecto y también sobre la viabilidad o no de implantar una Renta Básica Universal.


El propósito del trabajo


Sin embargo, y como también esbozo en mi libro, la eventual destrucción masiva de empleo puede tener más consecuencias o más implicaciones que las meramente económicas. También pueden estar en juego elementos psicológicos o sociales. 

Ya comentamos, por ejemplo, y también en este blog, cómo algún autor, como John Danaher en su 'Automation and utopia' considera muy positiva la eliminación del trabajo, entendido como una actividad que se realiza a cambio de una contraprestación económica.

Así las cosas, puede ser bueno detenerse un momento a reflexionar sobre el propósito del trabajo, sobre lo que significa en nuestras vidas.

Al final del libro  'Artificial Intelligence. A modern approach' de Stuart Russell y Peter Norvig los autores resumen en tres las funciones, el significado si se quiere, que tiene el trabajo para las personas. Según estos autores, éstas serían esas tres funciones:


  • Producción: es decir, la creación de los bienes y servicios que la sociedad necesita o desea. En este caso, más que un significado individual, estaríamos hablando de una función o papel social, aunque, evidentemente, las personas acaban recibiendo de alguna manera los productos y servicios generados.

  • Renta: gracias a los empleos, las personas obtienen los ingresos necesarios para vivir.

  • Realización: El trabajo proporciona un propósito, una eventual sensación de logro y una integración social. Esta es la función que escapa a los razonamiento económicos para acercarse más a los psicológicos. Y, quizá, sea la función más intangible, más incierta, más difícil de manejar.


El impacto de la automatización en el propósito del trabajo


No resulta difícil entender, y como también razono en mi libro 'Robots en la sombra', que la automatización se lleva a cabo por motivos, con frecuencia, de eficiencia, es decir, de la mayor creación de productos y servicios con los mismos recursos. En ese sentido, el impacto de la automatización es claro e innegablemente positivo.

Resulta más complejo y polémico el asunto de la renta. Si, como razono en mi libro, somos capaces de generar mayor cantidad de productos y servicios y, por tanto, mayor riqueza, la posibilidad de que las personas reciban una renta suficiente, incluso una renta básica universal, es más una cuestión de los mecanismos de distribución de la riqueza que de la automatización e incluso el empleo propiamente dichos. La automatización masiva, caso de provocar una destrucción masiva de empleo, no impediría la percepción de una renta digna y suficiente por todas las personas. Otra cosa es que seamos capaces de implementarlo, incluyendo la llamada de atención al periodo transitorio y la atención a 'los perdedores de la automatización' que, haberlos, los hay y los habrá.

Pero, quizá, lo más elusivo sean las implicaciones psicológicas y sociales de la pérdida masiva de empleo. Supuesto que ésta se produjese, parece que nuestra salud mental, psicológica y casi diría que física, reclamaría una actividad, quizá no directamente remunerada, pero actividad de alguna manera productiva, al fin y al cabo: servicios sociales, producción artística, investigación, estudios, ayuda a desfavorecidos,...

Creo que, más que alguna de las utopías que propone el ya mencionado Danaher, necesitamos esa actividad productiva, remunerada o no, que nos impulse a movernos, actuar, mejorar y desarrollarnos y que confiera sentido a nuestra existencia.


Conclusión


No tengo del todo claro si la automatización puede acabar de forma masiva con el empleo. No lo tengo claro yo y creo que, como he dicho, en el fondo no lo tiene claro nadie.

Pero supuesta esa destrucción masiva de empleo (y que ésta se produzca por automatización, no por otras causas), y consideradas las tres funciones del trabajo, no me asustan las eventuales implicaciones de esa automatización, no percibo que deba conducir, por sí misma, a ningún desastre o situación distópica. Creo que, de forma natural, existe espacio y posibilidades para una mejora social y de bienestar común, y también para una realización personal, en un modelo de sociedad de alta automatización.

Lo que sinceramente me preocupa, no es que ese futuro brillante, exista como posibilidad. Lo que me preocupa realmente es si tendremos la capacidad intelectual y, sobre todo, la voluntad, la amplitud de miras y la generosidad suficientes, como para convertir esas posibilidades en realidad. 


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