viernes, 29 de diciembre de 2017

La prueba del algodón del fracaso inteligente


El fracaso es inherente a la innovación y a la asunción de riesgos.

Aunque no soy particularmente simpatizante de la tan de moda apología del fracaso (al fin y al cabo un fracaso no deja de ser un fracaso, algo en lo que hemos invertido tiempo y recursos y que no funciona o no cumple objetivos)  sí reconozco que, como promueven esas teorías, del fracaso de puede aprender (y mucho). 

Además, dado que el fracaso es inevitable, es preciso desarrollar no una apología pero sí una tolerancia al fracaso y una gestión inteligente del mismo donde se aprovechen las lecciones que se puedan aprender y no se crucifique al responsable del proyecto fracasado si este ha hecho una gestión profesional e inteligente del proyecto.

Por tanto, debemos estar preparados y admitir el fracaso siempre que esté precedido de una gestión rigurosa y, además, sea un fracaso 'inteligente', es decir, un fracaso barato y del que aprendemos.

¿Y cómo reconocer cuándo un fracaso es 'inteligente'?

David L. Rogers, en su libro 'The digital transformation playbook' nos propone cuatro preguntas a hacernos ante un fracaso, cuatro tests que, caso de ser contestadas afirmativamente, nos demuestran que el fracaso ha sido inteligente.

Las cuatro preguntas que integran esta prueba del algodón acerca de la inteligencia del fracaso, son:

  • ¿Has aprendido algo del fracaso?

  • ¿Has aplicado lo aprendido para modificar tu estrategia?

  • ¿Fracasaste de la forma más rápida y barata posible?

  • ¿Has compartido lo que has aprendido de forma que otras personas o unidades de tu empresa no cometan el mismo error?

De las cuatro preguntas se entiende fácilmente el mensaje ¿verdad? Si has fracasado, al menos hazlo con un escaso consumo de recursos, aprende y cambia tu estrategia en consecuencia y, además, transmite lo que has aprendido.

Y no me resisto a añadir... e intenta no volver a fracasar...

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