lunes, 11 de diciembre de 2017

25 años en Telefónica


Edificio de Telefónica I+D
en Emilio Vargas
Un día parecido a hoy, un día hace veinticinco años, me incorporé a Telefónica.

En realidad era Miércoles y era 9 de Diciembre. Un día que recuerdo frío pero pleno de ilusión y, por qué no decirlo, de una cierta ansiedad. 

Sin apenas tiempo para la transición y la adaptación, acababa de llegar a Madrid la noche anterior procedente de mi Asturias natal, me levanté temprano, me duché, desayuné, y tomé la línea 4 del metro para dirigirme a la calle Emilio Vargas.

Mundo Electrónico.
donde publicaba Telefónica I+D 
Era la culminación de un sueño. Tras años de admirar en la distancia la actividad y resultados de Telefónica Investigación y Desarrollo, tras leer en la revista Mundo Electrónico numerosos artículos publicados por sus profesionales, tras ver fotografías de Julio Linares, a la sazón Director General de Telefónica I+D,  pasaba a formar parte de la plantilla de la mayor empresa de I+D de España. Y ya el día en que iba a hacer la entrevista con Recursos Humanos, como tangibilización tal vez de ese sueño, para mi sorpresa y alegría, me crucé con el propio Julio Linares en la puerta.

Equipo Tesys-B
Mi primer proyecto, consistió en un generador de tráfico de señalización basado en la arquitectura Tesys-B  y conforme al protocolo de señalización número 7 (SS7) que se empezaba a utilizar en la RDSI, entonces el último grito en telecomunicaciones y que ya hablaba de digitalización extremo a extremo. Posteriormente mi actividad se fue centrando más en el mundo de los sistemas de supervisión, provisión y mantenimiento de servicios pero tocando también otros aspectos como la consultoría de procesos y sistemas, la reingeniería de procesos de negocio y la innovación en áreas como historia clínica electrónica,  tecnología P2P o CRM.

El CNSO hace unos años. La mayor parte de sus sistemas se hicieron en Telefónica I+D
Esa actividad en Telefónica Investigación y Desarrollo se extendió más de doce años, hasta principios de 2005, y dejó en mi una huella imborrable. Si se puede amar a una empresa, yo he amado a la Telefónica Investigación y Desarrollo que tuve la fortuna de vivir: una difícilmente igualable acumulación de talento y motivación, un lugar donde cualquier desafío parecía al alcance, una empresa donde el orgullo de pertenencia no necesitaba ser invocado, porque flotaba en el ambiente, formaba parte de la esencia misma y la cultura de aquel grupo humano.

A esa etapa siguió el paso por Telefónica Soluciones de Informática y Comunicaciones donde tuve contacto con el mercado real, donde me acostumbré a que no todas la ofertas se ganaban, a que el precio y el margen eran cruciales y donde tuve la oportunidad de trabajar muy de cerca con equipos comerciales y mirar a los ojos a grandes clientes. Al entusiasmo por la innovación le sustituyó la pasión por el desarrollo de negocio, por la satisfacción del cliente, por la gestión de grandes proyectos y servicios y por la convergencia Fijo, Móvil, TI. Allí viví en 2006 el traslado a Distrito C, que luego pasaría a denominarse Distrito T.

Y ya en 2012, ocho años después, aterricé en Telefónica de España. Sentí que mi viaje culminaba llegando a 'la verdadera Telefónica' , aquella en la que todo el mundo piensa cuando oye hablar de Telefónica olvidándose de que Telefónica es un grupo multinacional y que, incluso en España, existen diferentes empresas dentro del mismo grupo. Pero Telefónica de España, en cierto sentido, es 'la Telefónica', es donde surgió todo, es desde donde se prestan los servicios de telecomunicaciones que una gran parte de españoles consume. Aquí, aunque trabajando sobre todo en procesos y sistemas, he podido, por fin, conocer de cerca a la red y a aquellos que la diseñan, construyen y operan, he podido ver por fin, de cerca, el 'core-business' de Telefónica.

Veinticinco años...

He visto cómo tecnologías y protocolos que eran el último grito, la RDSI, X.25, JDP, ATM... han pasado a estar obsoletos y en proceso de apagado. Conocí la apuesta de Telefónica por el ADSL en lo que entonces era una opción arriesgada y asisto ahora al despliegue masivo de la fibra, del FTTH, que le da la alternativa. He sido testigo de la explosión de los móviles en sus distintas generaciones, de la transformación de la red hacia una arquitectura todo IP según los principios de la NGN y a la entrada decidida en el mercado de la televisión.

He estado en Telefónica cuando ésta pasó a ser compañía privada y cuando se liberalizó en España el mercado de las Telecomunicaciones y asistí entre sorprendido y emocionado, a la salida a bolsa cuando dimos a todos los españoles e hispanoamericanos la bienvenida al futuro.

He vivido la conversión de Telefónica en una multinacional, la operación Verónica, la toma de control de Vivo, la compra de O2.

He vivido, y he participado, en la inclusión de servicios TI, servicios digitales, en el porfolio de la compañía, empezando por el puesto de trabajo y continuando por seguridad, cloud, eHealth, IoT y un largo etcétera. 

Y veo ahora la evolución hacia la prestación de servicios basados en datos e inteligencia artificial, veo que la compañía juega a lo grande, que su ambición no tiene límites, que elegimos todo...

He asistido y contribuido a la convergencia fijo, móvil, TI y, unos años antes de la existencia de Fusión, fui responsable de la implantación en un gran cliente de lo que, probablemente, fue el primer servicio realmente convergente prestado por Telefónica.


He contemplado la evolución de nuestro logotipo, he asistido al nacimiento de la marca Movistar y he colaborado en la presencia en redes sociales de mi compañía, unas redes que comencé a intuir cuando seguí con admiración, aunque a cierta distancia, a un grupo de locos por la tecnología y por su empresa que proclamaban a los cuatro vientos, reutilizando un eslogan de la compañía, que somos azules. El azul como color y como símbolo de innovación, orgullo y pertenencia.

Equipo fundador de 'Somos Azules'
Miro hacia atrás y veo lo que ha cambiado la compañía a la que me uní en Diciembre del 92. Se ha hecho multinacional, se ha hecho mucho más grande, se ha hecho mucho más moderna, se ha hecho digital... y, sin embargo, me sigue resultando reconocible, sigue siendo, de alguna forma, la misma a la que me incorporé lleno de ilusión y expectativas hace veinticinco años.

Veinticinco años...

Veinticinco años en que, con todos los esfuerzos y todos los sinsabores, con todos los éxitos y todos los fracasos, nunca he dejado de estar orgulloso de pertenecer a Telefónica.

Mucho es lo que me ha dado Telefónica... y mucho, también, justo es decirlo, es lo que yo le he entregado.

Y siento que mi misión no ha acabado, que atesoro todavía mucho para dar a esta compañía que quiero, pero también sé que esta larga etapa se acerca a su final y que veinticinco será, probablemente, una cifra a recordar.


Veinticinco años...

Una cifra que resume ilusiones, esfuerzos, aprendizaje y orgullo. Una cifra que es casi una vida.

Decía Gardel en su famoso tango que veinte años no son nada. Es posible que veinte años no sean nada pero, al menos para mi, estos veinticinco años sí que son algo, mucho, casi todo...


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