Bloguear es una actividad a un tiempo refrescante y esforzada, a la vez inspiradora y agotadora.
Escribir es una forma de reflexionar, de procesar y recoger conocimiento, de pensar, de ensayar ideas posibles, de ponerlas a prueba ante las palabras y ante el juicio propio y ajeno,
Dos leyes sobre social media parecen orientarnos pero al tiempo nos despistan. Nos indican, por un lado, que se debe mantener un ritmo alto y constante de publicación si se quiere conservar y hacer crecer una audiencia. Pero nos aconsejan, por otro, cuidar la calidad y el interés de lo publicado.
Ambas reglas muy sensatas...pero algo inconsistentes entre sí. ¿Cómo asegurar la calidad con un ritmo muy alto de publicación? ¿ O cómo publicar a ritmo acelerado muchos artículos de alta calidad e interés?
Al mantener este blog, como otros elementos de mi presencia en Internet, se combinan el placer y el esfuerzo, la vocación y la obligación.
He disfrutado, me he inspirado, me he divertido e incluso he sonreído escribiendo artículos. Así ha sido, así es en la mayoría de las ocasiones. Pero también he escrito no pocos posts cansado, agotado, con mis ojos literalmente cerrándose, poseídos de un sueño profundo, espeso, invencible. He temido leer al día siguiente, ya más despejado, algo que no tuviera sentido, absurdo o, simplemente, mediocre.
Y me he preguntado, me pregunto a veces, si no sería mejor bajar algo el ritmo, escribir sólo cuando estuviese descansado, eligiendo los artículos más brillantes que se me ocurriesen y cuidando hasta el extremo la redacción.
Sería una posibilidad, probablemente incluso una alternativa sensata.
Pero creo que no me apetece hacerlo.
En cierto sentido creo que traicionaría ligeramente el espíritu de un blog, un medio en el que creo que es lícito e incluso deseable alcanzar la más alta calidad tanto de contenidos como de redacción, pero que al tiempo es un medio del que cabe esperar un cierto nivel de frescura y espontaneidad, un medio en que antes que el arte o la perfección se busca la reflexión y la comunicación.
Si, seguiré publicando con frecuencia. Sostendré mis párpados cuando estos se nieguen a permanecer abiertos. Y escribiré. Escribiré con la máxima calidad de que sea capaz pero, sobre todo, escribiré.
Y cuando surja la magia, cuando aparezca ese tema único, o esa forma brillante de contarlo, estaré delante del teclado dispuesto a darle forma, a mimarlo y a llevarlo a Internet.
Escribiré. escribiré, escribiré, para que, parafraseando a Pablo Picasso, cuando la inspiración llegue, me encuentre blogueando...
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