El empleo está en peligro.
Y no solo por la crisis económica. Se trata de algo más profundo y estructural.
Se trata de que las nuevas tecnologías digitales, incluyendo los avances en algoritmos, inteligencia artificial y robótica, permiten en muchos casos sustituir con ventaja a una persona por una máquina, un sistema o un robot.
Se tiene claro que esto afecta sobre todo a los puestos de trabajo de carácter más repetitivo, menos cualificados y creativos (los 'blue-collar'), pero también existe una creciente convicción de que los empleo 'white-collar' pueden estar amenazados puesto que los avances en inteligencia artificial permiten a las máquinas capacidades sorprendentes y hasta hace poco impensables.
Sin embargo, volviendo a los primeros, a los puestos de trabajo más repetitivos, nos encontramos con un doble efecto que conspira en aras de su desaparición.
Por un lado, tenemos el crecimiento en capacidades de las máquinas y los algoritmos. Pero de otra, y ese es el motivo de este artículo, tenemos una herencia de simplificación de los puestos de trabajo, que no tuvo inicialmente nada que ver con lo digital, sino que se centraba en la eficiencia y en posibilitar modelos de outsourcing y offshoring, pero que ahora adquiere unos nuevos tintes debido a la revolución digital.
Así lo identificaba Michael Osborne según lo relata Klaus Schwab en 'The fourth industrial revolution':
a critical enabling factor for automation is the fact that companies have worked hard to define beter and simplify jobs in recent years as part of their efforts to outsource, off-shore and allow them to be performed as "digital work [...]. This job simplification means that algorithms are better able to replace humans.
Es decir, para facilitar el externalizar tareas de una empresa a otra, especialmente en el modelo offshoring en que, típicamente, una compañía occidental externaliza tareas en otra típicamente de un país emergente como la India o Brasil, la primera compañía se ocupa de definir muy claramente las tareas a realizar y en hacerlas lo más simples posibles.
Y tareas bien definidas y simples son el territorio ideal para la automatización, para la sustitución de la persona por la máquina y el algoritmo.
De partida, nada hay de malo en ello. Al fin y al cabo, la búsqueda de la eficiencia no sólo es lícita, sino que seguramente es casi un imperativo de sostenibilidad y no de empresas aisladas sino de la economía en su conjunto, más aún, de la sociedad en su conjunto.
Sin embargo, la amenaza para el empleo está ahí, una amenaza por lo demás estructural y creciente, y no parece que tengamos nada claro cómo superarla...
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