Cuando innovamos, cuando creamos algo nuevo, es fácil y hasta deseable, enamorarnos de nuestra idea, de nuestro producto, de nuestro intento.
Pero a pesar de nuestra pasión, ese primer intento suele estar condenado al fracaso.
Aparte de la imprevisibilidad de clientes y mercados, la propia naturaleza humana parece poco preparada para la proyección y la planificación minuciosa. Parece que funcionamos mejor de forma empírica, ensayando, fallando y aprendiendo.
Y eso se refleja, por ejemplo, cuando construimos un nuevo sistema software, cuando creamos un nuevo concepto o utilizamos una nueva tecnología. A pesar de nuestro empeño e ilusión, el resultado no suele ser satisfactorio... y debemos tirarlo.
Por ello, al innovar conviene estar preparado, e incluso planificar, para hacer un primer prototipo, e incluso una primera versión de producto para usar y tirar.
En esta línea se manifiesta Frederick P. Brooks Jr, en su libro 'The mythical man-month' cuando nos dice:
Where a new system concept or new technology is uded, one has to build a system to throw away, for even the best planning is not so omniscient as to get it right the first time.
Hacer esa primera versión nos ayuda a depurar el proceso y la propia idea. Y su lanzamiento nos brinda la oportunidad de recibir feedback de mercados y clientes.
Decíamos que ese primer intento suele estar condenado al fracaso... pero eso no significa en absoluto el fracaso del proyecto, ni de la idea, ni de la innovación. Aunque no sea lo más eficiente, sí parece ser lo más efectivo comenzar por un primer producto o versión de usar y tirar y, con el aprendizaje obtenido, desarrollar una nueva versión que, si la suerte y el acierto nos acompañan, ya tiene posibilidades de ser un éxito.
'Dura lex sed lex' (ley dura pero ley) que nos decía el derecho romano...
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