Ya en uno de los primeros artículos de este blog, uno que publicaba en Febrero de 2009 bajo el título de 'Inquietante', me hacía eco de la importancia que Internet y los buscadores en general, y Google muy en particular, han adquirido en lo que a nuestra reputación se refiere. Todo lo que hacemos en Internet deja su rastro, una rastro además perdurable en el tiempo.
Aportaba entonces una cita de Thomas L Friedman que decía a las claras lo siguiente:
"Vive honradamente, porque cualquier cosa que hagas, cualquier error que cometas, podrá rastrearse algún día".
Unos meses más tarde, y citando ahora a Dan Schawbel, publicaba otro artículo, esta vez titulado 'En Internet todos somos personajes públicos', en que retornaba al rastro que dejamos en Internet y cómo ese hecho nos convierte a todos, querámoslo o no, en personajes públicos. La cita principal de aquel artículo era la siguiente:
"In this day in age EVERYTHING matters because wherever your name or face is cited, your brand can either be built or injured. It all happens through perception and your private life will soon be documented as behaviors change and more of your connections bring reality to virtual reality."
Retorno ahora a la misma temática, precisamente tras leer al propio Dan Schawbel y su más famosa obra: 'Yo 2.0'.
En un pasaje de ese libro, Schawbel afirma:
"En un mundo regulado por Google, su marca debe ser gestionada y encontrada simultáneamente."
Y unas líneas más adelante continua:
"Google controla su reputación en Internet, pero no fue creado con ese propósito.... Usted tiene el poder de influir en los resultados de Google para que su nombre tenga una presencia perceptible en las primeras páginas."
De todos los recordatorios y citas anteriores, creo que se pueden deducir dos cosas claramente:
- En internet dejamos un rastro indeleble, perdurable y fácilmente accesible de todo lo que hacemos y, de alguna forma, de lo que somos.
- Tenemos una cierta capacidad, si bien limitada, de gestionar ese rastro.
La gestión de la presencia en Internet, especialmente cuando hablamos de marcas y empresas, constituye lo que se ha dado en llamar Online Reputation Management (ORM) un conjunto de técnicas orientadas a detectar lo que de una marca, empresa o entidad se 'dice' en Internet, e intentar inlfuir sobre ello y atenuar los mensajes negativos. Si aspiramos a convertirnos nosotros mismos en marcas, marcas personales o si, simplemente, nuestra reputación en Internet nos importa (y seguramente debería importarnos), incluso a nivel exclusivamente personal, deberíamos adoptar algún tipo de estrategía de ORM.
Debemos cuidar nuestras acciones y rastros en Internet para que éstos se correspondan con la imagen que queremos transmitir. El modelar, mejorar, influir o maquillar lo que de nosotros hay en Internet, o el alinearlo lo máximo posible con nuestra imagen de marca o marca personal, serían las consecuencias que he denominaría estéticas de la existencia de Google.
Pero es muy difícilmente sostenible el mantenimiento de una imagen si ésta no se corresponde con una realidad... y así lo pregonan todos los gurús del concepto de marca personal. Nuestra marca y nuestra imagen, para ser sostenibles, deben reflejar nuestros verdaderos valores, ideales, conocimientos, habilidades y actitudes. En caso contrario no nos resultaría útil, y lo que es más, no resultaría creíble. La forma castiza de entenderlo sería recordar el refrán 'antes se pilla a un mentiroso que a un cojo'.
Si esto es así, si debe existir esa coherencia entre la realidad y la marca, entre la esencia y la imagen, y dado que además, y por fortuna, la mayoría de las personas aspiran a la 'bondad', una bondad entendida en un sentido amplio y que, aunque siempre sujeta a matices culturales o religiosos, incluiría valores más o menos universalmente compartidos como el respeto a la legalidad, a los demás seres humanos, a la vida, etc esto nos lleva a pensar que el mantenimiento de nuestra marca nos exige la honestidad, la bondad, una honestidad y una bondad no simuladas sino absolutamente reales. Estas serían las, quizá sorprendentes, pero también esperanzadoras, consecuencias éticas de la existencia de Google.
Si la existencia de esa especie de 'Gran Hermano' tecnológico que es Google nos abruma y preocupa por un lado, por otra parte podría actúar, paradójicamente, como un impulsor de los buenos comportamientos...¡aunque sólo sea por la cuenta que nos tiene!
A ver si al final va a ser ese, y no otro, el verdadero, inesperado y profundo significado del famosísimo lema de Google "Don't be evil"...
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