lunes, 8 de noviembre de 2021

La inteligencia artificial como imperativo

El progresivo despliegue de soluciones basadas en inteligencia artificial parece imparable.
Y, al mismo tiempo, también el florecimiento de los discursos que magnifican sus riesgos y el eventual impacto negativo de este tipo de soluciones.

Aunque dichos riesgos existen, innegablemente, y en algunos casos no son pequeños, siempre he defendido que son muchos los beneficios a conseguir, económicos y sociales, y creo sinceramente que son además mucho mayores esos beneficios que los riesgos asociados, a pesar de no ser estos menores, precisamente.

No es este un discurso nuevo en este blog sino que forma parte de mi pensamiento e hilo argumental tanto en este blog como en mis clases o charlas.


Impacto social de la Inteligencia Artificial



En alguna ocasión ya he consignado la necesidad de emplear la inteligencia artificial para el bien, para el impacto social positivo. La más reciente en el post titulado 'Privacidad versus donación de datos: un equilibrio ético' donde, reconociendo los riesgos absolutamente reales para nuestra privacidad por el mal uso de los datos, también destacaba la necesidad de, con las debidas precauciones, aportar datos para uso en actividades de interés social como la investigación en medicina.

En el sencillo artículo de hoy sólo quiero hacer un pequeño apunte en la vertiente no ya social sino puramente económica y de negocio.


Impacto económico de la Inteligencia Artificial 



De la misma forma que creo que, con los debidos controles y exigencias éticas y legales, debemos promover el uso de la inteligencia artificial para el bien, para su empleo en aplicaciones de impacto social, también defiendo la importancia de su aplicación en la actividad económica, digamos, 'normal'. Su uso por las empresas y administraciones para mejorar su entendimiento de datos, para detectar tendencias y realizar predicciones, para automatizar procesos, incluyendo la interacción con personas mediante lenguaje natural, para dar solidez a decisiones complejas y así un largo etcétera.

Mucho es lo que podemos ganar en eficacia, en eficiencia, en agilidad y en nuevas posibilidades de productos y servicios o nuevas proposiciones de valor. Y mucho el riesgo de quedarnos atrás si no lo hacemos. Mucho, muchísimo coste de oportunidad.

Además, no existe contradicción entre la visión económica y la social. No al menos en mi opinión. El desarrollo y crecimiento económicos generan riqueza y bienestar y es por tanto bueno en sí mismo, por más que la experiencia nos enseñe que no siempre esa riqueza se reparte y distribuye de la mejor manera. Pero ese no es un problema del desarrollo económico en sí mismo, que lo entiendo como esencialmente bueno, sino de cómo lo gestionamos, donde tenemos bastante camino de mejora.

Volviendo en cualquier caso al hilo argumental de este post, es importante, es casi necesario e imperativo, el uso de la inteligencia artificial. En aplicaciones sociales y en los negocios.
 

Y en ese sentido leía hace unas semanas, en el último libro de  Idoia Salazar y Richard Benjamins, 'El algoritmo y yo' un pequeño comentario de Daniel Sarasa quien decía


Mi intuición me dice que el principal impacto negativo de la inteligencia artificial en la economía será en aquellos lugares que no la usan.


No puedo estar más de acuerdo y, en el fondo, esa frase sencilla y compacta resume la esencia del mensaje.

Sin ignorar los riesgos, sin renunciar a establecer directrices y normas, incluyendo las de carácter regulatorio, que aseguren un uso ético responsable y seguro de la inteligencia artificial, no nos dejemos asustar por mensajes catastrofistas, no renunciemos al progreso y beneficios que la inteligencia artificial nos trae.


Conclusión: la inteligencia artificial como imperativo


Renunciar a la inteligencia artificial es renunciar a una parte muy importante de nuestras posibilidades actuales de innovación, progreso y desarrollo económico. No lo hagamos. Bien al contrario, hagamos un uso abundante, y responsable, eso sí, de la inteligencia artificial.

A día de hoy, el uso de la inteligencia artificial es casi, casi, un imperativo.

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