lunes, 20 de septiembre de 2021

Caminos para la conversión en cíborg

Un fenómeno extraño, y que desafía nuestras concepciones éticas sobre la propia humanidad, es el de los cíborgs o la 'ciborgización' de la humanidad.

Un cíborg es, de alguna forma, una fusión entre lo humano y elementos tecnológicos. Algo que parece de ciencia ficción pero que ya se encuentra entre nosotros.

Se encuentra entre nosotros en casos en cierto modo aislados y espectaculares como el del conocidísimo Neil Harbisson con su antena implantada en el cráneo y que le permite, entre otras cosas, una percepción cromática aumentada. Pero, quizá, podríamos considerar que somos un poquito cíborgs todos aquellos que tenemos algún tipo de prótesis (prótesis de caderas, lentes intraoculares, marcapasos, etc).

En cierto sentido, la visión más desafiante de lo cíborg no es tanto, que también, aquella en que se potencian la capacidades puramente físicas o mecánicas, sino cuando esa fusión con la tecnología afecta también al cerebro y capacidades cognitivas.

Esa ciborgización, esa fusión con la tecnología, que hoy se centra sobre todo en aspectos terapéuticos y generalmente más cerca de lo mecánico que de lo cognitivo, podría incrementarse en el futuro, lo cual supone, en algunos casos, un fuerte reto ético y una reflexión profunda sobre la dirección evolutiva que queremos seguir,

En el libro 'Automation and Utopia: Human Flourishing in a World without Work' del filósofo John Danaher se analiza esa ciborgización como una visión de futuro, una visión de futuro incluso utópica (aunque el autor al final rechaza esa visión como deseable). En el transcurso de su análisis, el autor cita a Kevin Warwick, ingeniero y profesor de cibernética, quien identifica tres vías posibles hacia la conversión en cíborg, o hacia la ciborgización de la sociedad. Son estos:


  • Cerebro cultivado en robot: Aunque lo nombramos el primero, quizá sea la opción más extraña y puede que inquietante. Se trata de cultivar células cerebrales (en la actualidad procedentes de roedores pero, en un futuro, quién sabe si también de humanos), unas células que serían capaces de enviar y recibir señales a/desde el exterior mediante su conexión mediante un array de electrodos de forma parecida a como se hace en ocasiones en BCI. La idea final sería utilizar esta especie de cerebros cultivados para mover y gestionar un cuerpo robótico. Lo cierto es que, según se nos indica, a nivel de laboratorio ya hay algunos resultados exitosos si bien con 'cerebros cultivados' muy pequeños y con capacidades muy limitadas de comportamiento.

  • Interfaces cerebro-ordenador (Brain Compute Interfaces, BCI): Un conjunto de técnicas quizá algo más conocidas y que conectan, de diversas formas, el cerebro o sistema nervioso humano con ordenadores u equipos robóticos externos. En algunos casos, implican la toma de señales mediante mecanismos no invasivos como la Electro Encefalografía pero en los casos más avanzados suponen de nuevo implantes incluso intracraneales y en contacto directo con el cerebro o sistema nervioso. Con estas técnicas se han conseguido ya, por ejemplo, el movimiento de brazos robóticos o el control del temblor en pacientes de Alzheimer.

  • Otros implantes y prótesis no neurológicos: Una categoría un poco 'cajón de sastre' donde se agrupan otro tipo de técnicas como la implantación de chips RFID por debajo de la piel para, por ejemplo, abrir una puerta mediante un sólo gesto o también la implantación de dispositivos magnéticos.

Danaher añade, a esta propuesta de Warwick, una cuarta categoría:
 
  • Técnicas de aumento biomédico: En este caso estamos hablando de farmacología o psicofarmacología para mejorar el carácter, la cognición o la habilidad. También se incluiría aquí, y creo que con un mayor potencial disruptivo, la ingeniería genética


Inquieta un poco y suena a ciencia ficción pero lo cierto es que, aunque parezca futurista y fuera de nuestros esquemas mentales actuales, todas estas técnicas están en investigación e, incluso, en muchos casos, en cierto grado de uso en casos reales, normalmente en entornos terapéuticos.

Y como tales tecnologías que existen y que, sin duda, avanzarán mucho más, deberemos irnos acostumbrando y, sobre todo, tomar decisiones con base ética y quizá trasposición legal sobre la forma en que queremos emplearlas.


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