lunes, 13 de septiembre de 2021

Logro, realización y automatización

Casi desde el principio de los tiempos, de nuestros tiempos como especie, el ser humano ha usado tecnologías para ayudarle en su trabajo. Al principio cosas muy sencillas tecnológicamente aunque de enorme importancia,  como las hachas de sílex o la rueda, y poco a poco las hemos ido sofisticando.

El uso de la tecnología y de la automatización de tareas, ha sido creciente, con una explosión en la revolución industrial y, probablemente, una nueva explosión de grandes proporciones que vivimos ahora mismo, en estos años donde ya no sólo se automatizan tareas físicas y manuales sino también muchas tareas de naturaleza intelectual.

Si desarrollamos y usamos tecnología hay que pensar que lo hacemos porque queremos, porque nos interesa, porque nos es útil, porque, en definitiva, nos es beneficiosa de alguna manera.

Sin embargo ante el avance creciente de las tecnologías de automatización y, en especial, ante la posibilidad, discutida eso sí, que el desarrollo de la inteligencia artificial permita acometer la automatización masiva de tareas intelectuales, que se uniría a la automatización masiva de tareas manuales, dando como resultado un eventual desempleo masivo, surgen preguntas sobre si realmente eso es lo que queremos hacer.

No hay acuerdo ni sobre si realmente nos dirigimos hacia un desempleo masivo o, por el contrario, vamos a experimentar un crecimiento neto de empleo. Ni tampoco hay acuerdo sobre si una situación de ocio generalizado (financiado de alguna manera, eso sí, mediante renta básica universal o mecanismo similar) sería deseable o no.

Relacionado con este último aspecto, la deseabilidad o no de esa situación de ocio generalizado, traigo a colación unas consideraciones que hace el filósofo John Danaher en su libro 'Automation and Utopia: Human Flourishing in a World without Work': El autor, dedica unos pocos párrafos a analizar qué es lo que nos motiva a los humanos, que es lo que conduce a la sensación de logro y realización y si la automatización puede afectarle.

Y recurre para ello, primero, a los tres factores que según otra filósofa, Gwen Bradford, conducen a que un proceso genere sensación de logro, de realización en un ser humano. Son estos tres:

  • Hemos seguido un proceso que produce un resultado valioso en el que estamos interesados

  • El proceso seguido es suficientemente difícil.

  • Es un proceso que no se produce por suerte, sino que precisa de habilidad o competencia por nuestra parte.


Una vez identificados estos tres factores, Danaher reflexiona brevemente sobre el impacto de la automatización y entiende que ésta, la automatización, erosiona los dos últimos factores. Un proceso o tarea automatizado pasa a ser sencillo o incluso trivial (en buena medida, para eso lo automatizamos). Y, además, pasa a ser un proceso o tarea que deja de precisar habilidad o competencia por nuestra parte. Eso sí, el resultado sigue produciéndose (y, apunto yo, probablemente en mayor medida) y sigue siendo valioso.

Hasta aquí parece que la automatización va en contra de la motivación, la sensación de logro y la realización ¿no? Si, eso parece pero no es del todo así, no solo para mi, sino para el propio Danaher.

Y no lo es porque, en primer lugar, salvo que pensemos en una automatización realmente extrema, siempre quedarán tareas y trabajos en los que podemos intervenir los humanos y que serán valiosos, difíciles y precisen de habilidad por nuestra parte. La idea es que además, justamente, lo que se automatice tenderá a ser lo que menos satisfacción suele producirnos.

Y no lo es porque, de nuevo, salvo que pensemos en una automatización realmente extrema, las tecnologías de automatización en realidad en muchos casos, más que sustituir totalmente, ayudarán a los humanos o colaborarán de alguna forma con ellos para potenciar otro tipo de tareas de orden superior. En el libro se ejemplifica con la atención médica indicando como el diagnóstico puede verse ampliamente automatizado (por ejemplo, en análisis de imagen) pero al final el médico toma la decisión diagnóstica. En ese caso, es cierto que habría una automatización parcial de la tarea, pero una automatización que sirve de ayuda. El médico, la persona, seguiría encontrándose con un resultado valioso, razonablemente difícil de obtener (aunque es cierto que en este punto habría habido una simplificación) y que aún precisa de competencia por su parte, por parte del médico.

No creo que el problema del impacto de la automatización en el empleo ni en nuestra motivación sea realmente un problema resuelto ni mucho menos. 

Pero tiendo a ser optimista. 

Tiendo a pensar que siempre habrá trabajo que hacer (y por tanto empleo) y que siempre encontraremos tareas que nos resultan satisfactorias y que, en realidad, la tecnología y la automatización, en general eliminarán aquello que no nos resulta satisfactorio más que aquellas otras actividades más humanas y que conducen más probablemente a la sensación de logro y realización.


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