La innovación es una receta para la competitividad. Para la competitividad de las empresas y para la competitividad de las sociedades.
Por eso, y ahora que vivimos, al menos en el mundo Occidental, en una economía de la abundancia donde es difícil ganar una posición competitiva sin aportar valor diferencial, la innovación se convierte en objetivo estratégico, en una receta para el éxito o, al menos, la supervivencia.
Y por ello, los manuales de gestión intentan, entre otras cosas, identificar las características que debe exhibir una empresa para ser innovadora.
Avanzada la lectura de 'La industria 4.0 en la sociedad industrial' de Antoni Garrell y Llorenç Guilera me encuentro con una propuesta interesante. Se debe a Joseph E. Siglitz. Según nos explican los autores, se considera el conocimiento ('know-how') como motor de la innovación. Pues bien, para incorporar con éxito ese 'know-how' en el caso de las empresas industriales, Siglitz identifica las siguientes condiciones necesarias:
- Tamaño: deben ser empresas grandes en su sector ya que, dada la alta probabilidad de fracaso se precisa una protección en forma fundamentalmente de financiación ya que los mercados no incentivan de forma directa la actividad de investigación y desarrollo. Las empresas grandes, aunque con riesgo de burocratización y conservadurismo, están mejor preparadas para aportar esa protección financiera.
- Veteranía: Afirma Siglitz que el conocimiento se afianza mejor en empresas veteranas, donde ya se ha producido un acúmulo anterior de conocimiento.
- Estabilidad: de forma que se pueda aprovechar el capital intelectual. El conocimiento no parece desarrollarse adecuadamente en entornos de crisis ni los proyectos de innovación alcanzar la madurez necesaria en esos contextos convulsos.
- Concentración geográfica: dado que eso contribuye a la difusión del conocimiento, entre personas y empresas, como demuestra la aparición de clusteres empresariales
La verdad es que las condiciones que menciona Siglitz parecen razonables, de sentido común y conforme a la experiencia. Y, sin embargo, es preciso reconocer que contradicen en gran medida la imagen de la empresa innovadora como una startup, pequeña y viviendo en el filo de la navaja que parece que tenemos en la actualidad.
¿Dónde está la verdad?
¿Es que la innovación en el sector industrial presenta características diferentes a las de otros sectores? ¿ Es que el mito de la startup innovadora no es más que eso, un mito? ¿Es que realmente hay aspectos de las empresas grandes que favorecen la innovación pero hay otros que son propios de empresas pequeñas?
Tiendo a pensar que la respuesta se encuentra más en esta tercera opción (sin despreciar tampoco la singularidad del sector industrial) y de hecho existen modelos modernos de innovación que intentan conjugar las virtudes de una startup con las ventajas de la empresa grande.
Lo más probable es, sin embargo, que simplemente, no exista una receta única para ser innovadores. O, tal vez, que no la hayamos encontrado...
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