La receta de la creatividad viene a ser una de las mayores aspiraciones, al tiempo que uno de los secretos mejor guardados de nuestra sociedad hipercompetitiva y del conocimiento. Algo así como una piedra filosofal para el desarrollo personal y la competitividad empresarial.
En busca de esa alquimia me topo con la siguiente afirmación de Jorge Wagensberg en su libro 'El pensador intruso':
La creatividad de la mente humana requiere tres cosas:
(1) Tener una buena idea(2) Darse cuenta de que la idea es buena(3) Convencer de ello a los demás
No es quizá el tipo de respuesta que esperaríamos, porque al hablar de creatividad pensamos más en una capacidad individual, en parte innata, en parte desarrollada, y orientada sobre todo a la idea, a la creación.
Sin embargo, la reflexión de Wagensberg es muy relevante.
Se trata de una visión de la creatividad absolutamente orientada a la acción. Si, en general, cuando pensamos en la creatividad tendemos a centrarnos en la idea (lo que sería el primer requisito expuesto por Wagensberg), cuando tornamos nuestros ojos hacia la competitividad, el emprendimiento, el progreso, cobran especial relevancia los dos dos siguientes requisitos.
Por una parte, el reconocer la buena idea, el darse cuenta de su hecho diferencial y sus posibilidades.
Y, lo segundo, la capacidad reclutamiento, de recabar voluntades, de convencer al entorno ya que una buena idea en soledad se muere de asfisxa.
Si añadiésemos un cuarto requisito, la capacidad de acción, de realización, estaríamos culminando el viaje a lo que ya se denomina innovación: la creatividad puesta en práctica, la creatividad que genera resultados.
La piedra filosofal...
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