Mucho se habla, y debemos alegrarnos de ello, de la ética en relación con la robótica y la inteligencia artificial.
Quizá me atrevería a decir, eso sí, que se trata de un debate que está más centrado en plantear interrogantes y cuestionamientos pero llegando todavía a pocas conclusiones. Pero al menos el debate está ahí, y eso creo que es bueno.
También me atrevería a decir que no deberíamos circunscribir nuestro interés en temas éticos a la inteligencia artificial y la robótica. Hay muchos otros campos tecnológicos y sobre todo no tecnológicos que se beneficiarían de esa mirada ética.
En cualquier caso, y volviendo al tema de la ética, aplicada a la robótica y la inteligencia artificial, me encuentro en el libro 'Human-Robot Interacion. An Introduction', de Christoph Bartnek, Tony Belpaeme, Firedrike Eyssel, Takayudi Kanda, Merel Keijsers y Selma Sabanovic algunas consideraciones éticas relacionadas con los métodos de investigación en materia de interfaces Humano Robot (HRI, Human-Robot Interface). No se trata de un panorama ético completo relacionado con robótica ni mucho menos. Se circunscribe al ámbito de esas interfaces Humano-Robot. Más aún, no abarca todas las implicaciones éticas de esas Interfaces Humano-Robot, donde habría 'mucha tela que cortar'. Se enfoca, únicamente, a consideraciones en los métodos de investigación, unos métodos que, normalmente, implica 'emplear' a personas para que en circunstancias más o menos de laboratorio, interaccionen con robots.
En ese ámbito, los autores hacen básicamente un par de consideraciones:
- Consentimiento informado: De forma similar a lo que ya es práctica común en el ámbito sanitario cuando un paciente va a ser sometido a una intervención o tratamiento con posibles consecuencias indeseadas, cuando una persona va participar en un experimento de investigación en materia de HRI, los participantes deben ser informados de la naturaleza del estudio, de lo que cabe esperar de él y, por supuesto, insistiendo en la voluntariedad de la participación. Y de forma similar a lo que ocurre en ese ámbito sanitario o incluso en tantos tantos términos y condiciones en contratos de cualquier naturaleza, los participantes deben declarar expresamente y por escrito su entendimiento de lo que se requiere de ellos y lo que se va a hacer con la información obtenida. Los autores destacan que, no obstante, hay estudios en que por su propia naturaleza, el participante no debe conocer completamente todas las particularidades del experimento puesto que lo invalidaría. Una de estas situaciones sería, por ejemplo, cuando se utiliza la técnica del Mago de Oz, es decir, el usuario cree estar interactuando con un robot cuando, en realidad, 'entre bambalinas' es una persona la que simula el comportamiento del robot. Para estos casos lo que se propone es que, al menos, una vez finalizado el experimento, se explique al participante todo lo que no se le indicó antes.
- Seguridad física y psicológica: Los aspectos de seguridad física son casi evidentes, pero quizá no tanto los de seguridad psicológica. ¿A qué se refiere ésto? Está comprobado que, con bastante frecuencia, se produce una cierta ligadura sentimental o emotiva de los humanos hacia los robots. Así, en casos en que el experimento consiste en una interacción prolongada, se puede producir un cierto choque emocional cuando finaliza el experimento y el humano pierde la presencia de un robot a cuya compañía se había acostumbrado. Teniendo en cuenta que unos de los ámbitos de interés para el trabajo con robots sociales es el trato con con colectivos como ancianos o personas con alteraciones del espectro autista, colectivos evidentemente emocionalmente vulnerables, se hace especialmente delicado vigilar el impacto psicológico y emocional del experimento.
La primera de las consideraciones, aunque con implicaciones éticas, es quizá más bien una consideración metodológica y casi legal, pero no deja de impresionar un poco la segunda consideración.
El hecho de que un experimento, a priori inocuo, pueda dejar algún tipo de secuelas psicológicas o emocionales, nos hace ver lo delicado de la materia con que tratamos. Y no deja de ser llamativo que algunos de los peligros más importantes de las interfaces humano-robot sean de carácter psicológico y nazcan de algo tan natural, tan humano, casi diría tan hermoso, como que los humanos tendamos a establecer vínculos emocionales con todo aquello con que nos relacionamos: con otras personas, con animales... y con los robots.
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