miércoles, 24 de junio de 2020

Simples y superficiales: ¿el conocimiento era esto?


Estamos en la era del conocimiento. Eso se supone. En eso confío. Y casi, casi, eso creo. 

Pero asoman algunos nubarrones en ese horizonte intelectual.

Vivimos en una era de altísima exposición a información. El alcance de internet, la omnipresencia de los smartphone y la explosión de las redes sociales y otros medios digitales, hacen que nos veamos a expuestos a un incesante flujo de información y de estímulos.

Eso podría llevarnos, eso nos debería llevar, a un mayor conocimiento. Es cierto que la información no es directamente conocimiento. Que para que se produzca el conocimiento tienen que existir un cierto procesamiento, una cierta digestión intelectual que obtenga conclusiones, ideas y directrices de futuro de esa exposición. Pero a más información parece que deberíamos generar más conocimiento ¿no?

Bueno, no del todo. Si la digestión no es buena, tal vez la información no genere conocimiento. Y parece que, en efecto, tenemos un cierto empacho, que el atracón de información no nos sienta del todo bien.


Superficiales


Hace ya unos años, Nicholas Carr denunciaba en su libro 'Superficiales' cómo la exposición a mensajes breves pero muy numerosos, está haciendo que nuestros cerebros y todo nuestro sistema cognitivo se adapten a la nueva situación. Y esa adaptación hace que, si, seamos capaces de procesar más mensajes y con cierta simultaneidad. Pero, a cambio, parece que perdemos capacidad para la concentración, para la reflexión, para la lectura profunda, para el flujo. Superficiales. Nos volvemos superficiales. No parece que esa sea una buena noticia de cara al conocimiento...


Simples



Estoy leyendo ahora mismo el libro 'Lo imprevisible' de la periodista Marta García Aller. Bastante al principio del libro, menciona una cita de Alvin Toffler en 'El shock del futuro' quien afirmaba que la saturación de información podría activar en las personas mecanismos de defensa, unos mecanismos de defensa que supondrían que, ante la imposibilidad de digerir tanta información, las personas optasen por la simplificación, como única forma de poder comprender el mundo. Pero esa simplificación podría suponer una reafirmación de prejuicios.

Alvin Toffler hacia ese planteamiento hace ya muchos años, nada menos que en 1970, pero cuando uno observa ciertas 'conversaciones' que se producen en twitter, cuando se contemplan fenómenos de exacerbación de extremismos y populismos en ámbitos sobre todo políticos, cuando se leen tantos y tantos eslóganes, cuando se nos ofrecen imágenes de revisionismos históricos absurdos, cuando se contempla tanto comportamiento simplista, uno tiende a pensar que el aviso de Alvin Toffler era acertado y que nos estamos volviendo simples. Simples. Nos volvemos simples. Eso tampoco parece una buena noticia para el conocimiento...


La sociedad del verdadero conocimiento


Simples y superficiales. ¿De verdad el conocimiento era esto?

Quiero pensar que no. Quiero creer que, por un lado, el beneficio de tanto dato y tanta información, los frutos que podemos obtener de su conocimiento y análisis superan con mucho algunos defectos y sesgos que se pudieran producir por el camino. Y quiero pensar que la abundancia de información, debería ser un signo de transparencia y libertad y que, también en la esfera social y política, los beneficios de la abundancia de información superan con creces, a los, espero, puntuales sesgos y extremismos.

Eso espero, pero tampoco estoy seguro. Y, en cualquier caso, conseguir esos beneficios y eliminar la superficialidad y el simplismo, implica responsabilidad y esfuerzo.

A nivel individual deberíamos, por un lado, esforzarnos en acceder a información con diferentes puntos de vista, adquirir distancia y cierta neutralidad y ejercer el juicio crítico. Y deberíamos también esforzarnos en adquirir conocimiento tranquilo por otros medios, mediante las lecturas profundas u otras actividades de concentración y desarrollo intelectual.

Y a nivel social y público, deberíamos buscar mecanismos que favoreciesen la moderación, la verdad y ese mismo juicio crítico. Aunque debo confesar, que esto no tengo claro del todo cómo se debería hacer.

Simples y superficiales.

No, El conocimiento no es eso. Y la sociedad del conocimiento no puede ser eso.

Mientras pensamos o promovemos una acción social de mayor calado, esforcémonos, al menos, por la responsabilidad individual, por nuestro propio desarrollo, por nuestro propio conocimiento.

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