Los sentimientos, puede que la última frontera para que la inteligencia artificial se pueda considerar humana.
Y si embargo, incluso en ese campo ya hay avances.
Siguiendo un poco la filosofía del ya casi venerable test de Turing, una disciplina de la computación, la computación afectiva (affective computing) intenta, al menos, conseguir comportamientos externos que reconozcan y simulen emociones y afectividad.
Así nos lo descubre Jerry Kaplan en su libro 'Artificial Intelligence. What everyone needs to know' quien nos dice:
Regardless of wether machines can actually have feelings, it's certainly possible to create devices that convincingly express emotions. An entire subfield of computer science -affective computing- aims to both recognise and generate human affects.
No nos confundamos. Se trata de una afectividad impostada, que simula unas emociones. No podemos afirmar que una máquina realmente sienta. En realidad, hasta nos resultaría complicado explicar qué es realmente sentir para un humano.
Pero dado que, incluso en nuestra relación con otros humanos, lo que percibimos en sólo la manifestación externa de la emoción, incapaces de conocer sólo la naturaleza íntima de las propias vivencias, una máquina que fuese maestra en impostar afectividad, en demostrar externamente emociones, hasta qué punto no nos sería creíble, amable y casi, casi humana?
Cada vez más nos acercamos a fronteras...
¿Qué habrá más allá?
No hay comentarios:
Publicar un comentario