Ahora que he alcanzado los 150 contactos directos en LinkedIn y más de un millón con menos de tres grados de separación, se me ha ocurrido hacer algún análisis cuantitativo de lo que mi situación de contactos puede arrojar de luz y ejemplo acerca del comportamiento de los contactos en redes sociales.
Los datos no pueden ser, de ninguna manera, concluyentes, habida cuenta de la exigua muestra, pero creo que alguna pista sí pueden dar.
Tengo, como he dicho, 150 contactos directos (primer grado).
Si incluyo en mi red los contactos de mis contactos (segundo grado), la cifra se eleva a algo más de 11.300 contactos.
Y si ahora añado los contactos de ese segundo nivel, alcanzo la nada despreciable cifra de 1.059.500 contactos en tercer grado.
Un par de datos más. La población mundial se sitúa en el orden de los 7.000 millones de seres humanos. Por otro lado, segun indica LinkedIn, puedo, mediante búsqueda, acceder, vía LinkedIn, a un total de 50 millones de personas.
Según esas cifras, mis contactos tienen en media otros 75 contactos (segundo grado) y los contactos de mis contactos aportan, en media, 95 contactos (tercer grado). Este dato lo obtengo por simple división entre el número de contactos entre un grado y el anterior.
Por otra parte, si damos como cierta la teoría de los seis grados, eso quiere decir que puedo llegar a cualquier persona del planeta (suponiendo que todos los seres humanos vivos se encontrasen en LinkedIn, cosa, evidentemente no cierta) a través de sólo 5 intermediarios (seis grados). Esto supone que, asumiendo un número igual de contactos por cada uno de los intermediarios de los últimos tres grados, esos intermediarios necesitarían aportar unos 19 contactos (raíz cúbica de la división entre la población mundial y el número de contactos en el tercer grado).
¿ Cómo interpretar esa número decreciente de contactos en los últimos intermediarios ?
En primer lugar, está claro que he cometido una inexactitud. Tanto lo que aportan mis contactos en segundo y tercer grado, como lo que estoy pidiendo a los contactos de los últimos tres grados son, en realidad, contactos diferentes. Un contacto que está enlazado exactamente con las mismas personas que yo, no me aporta nada en esa búsqueda de una persona lejana.
Parece lógico pensar en una especie de rendimiento decreciente de los contactos, algo así como una saturación de contactos a medida que nos aercamos en los últimos grados de separación. ¿ Por qué ? Pues porque si estás conectado ya a casi todo el planeta, es difícil aportar contactos nuevos, alguna persona que no se encuentre ya enlazada. Dado que estamos pidiendo contactos nuevos, éstos escasearán en los últimos grados.
Por otro lado, en el segundo grado no es muy sorprendente también un decrecimiento del rendimiento de contactos (tal y como sucede en mi caso en que, de mis 150 paso a una media de 76 en el segundo grado). En este caso, el razonamiento no es matemático sino meramente social: en un red social, especialmente, quizá, en una red social profesional como es LinkedIn, es fácil que tus primeros contactos se conozcan entre sí y se encuentren interconectados. Así, por ejemplo, entre mis contactos directos se encuentran una gran cantidad de compañeros de empresa que, lógicamente, en su mayoría se conocen entre sí y están conectados. Por tanto, pueden aportar menos contactos nuevos, diferentes. Sin embargo, una vez roto ese cluster, ese círculo de cercanía en el tercer contacto, no es demasiado raro que el rendimiento de contactos vuelva a crecer (en mi caso pasa a 95)...para, en los últimos grados, decrecer según lo hablado anteriormente.
No tengo demostraciones matemáticas para lo que estoy afirmando. No conozco teorías científicas o experimentos reales que lo avalen. Pero lo que me muestra el caso absolutamente particular de mi propia red de contactos en LinkedIn, sospecho que bien pudiera ser una ley general de las redes sociales.
domingo, 13 de diciembre de 2009
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