lunes, 28 de agosto de 2023

Los robots humanoides y la innovación

¿Tiene sentido construir robots humanoides? ¿Por qué empeñarnos en crear unos dispositivos que son complejos, caros y que, en algunos casos generan inquietudes de tipo ético? ¿Tiene sentido técnico? ¿Tiene sentido económico y de negocio? ¿O se trata sólo de la realización de una fantasía,  una fascinación del ser humano que se quiere convertir algo así como en un dios creando algo parecido a sí mismo?

Razones de negocio para construir robots humanoides  


Probablemente haya muchas razones posibles para justificar el intento de construir robots humanoides y el debate tendría mucho interés, especialmente si abordamos los aspectos psicológicos, filosóficos, éticos o antropológicos. Pero en este post voy a estrechar bastante la pregunta para centrarme, en primer lugar, en algunas razones genéricas de negocio para la construcción de estos robots humanoides, y luego comentar una propuesta muy concreta

Visto con perspectiva de negocio, los robots humanoides no son más que un producto como cualquier otro. Por tanto, tendrá sentido de negocio su construcción y comercialización en la medida que el mercado demande este tipo de productos y esté dispuesto a pagar lo que cuestan proporcionando a su fabricante un retorno que justifique el esfuerzo inversor.

En el caso de los robots humanoides hay que tener en cuenta, en primer lugar, que son un producto sofisticado y por tanto, caro. Un humanoide de los actuales se mueve en el orden de varios miles de euros y si llegásemos a construir unos robots humanoides más perfectos, más sofisticados, más cercanos a lo que la imaginación nos dicta y lo que vemos en las películas de ciencia ficción, probablemente serían aún más caros. 

¿Hay o puede haber demanda de esos productos tan caros?

En este momento no aprecio, la verdad, esa demanda, ese deseo del mercado por comprar, de forma más o menos masiva, este tipo de productos. Pero lo que el mercado, muy especialmente el mercado masivo y de consumo, puede desear en un momento dado es uno de los temas más difíciles de adivinar. Quizá una nueva funcionalidad, una nueva capacidad, una proposición de valor original o un precio agresivo, por motivos comerciales o por un diseño 'hábil' y de bajo coste, podría disparar esa demanda. Además, si se consiguiese una ventas más o menos masivas, eso podría conllevar de forma rápida una bajada de costes (así ha sucedido siempre en todo tipo de productos y tecnologías).

Como pura intuición personal, no veo a corto plazo (no me pronuncio en el medio y largo) esa explosión del mercado de robots humanoides. No lo veo desde luego para aplicaciones industriales, donde creo que otras formas de automatización, e incluso otras formas de robotización, tiene más sentido operativo y económico. En aplicaciones más de 'front-office', para relación con clientes, o para mercado de consumo, aunque no preveo a corto plazo una gran demanda de robots humanoides, estoy más dispuesto a dejarme sorprender.


Robots humanoides e innovación


Si mi intuición, e insisto en que es sólo una intuición no una afirmación y ni siquiera una apuesta, es cierta, parecería que, al menos desde un punto de vista de negocio, no tiene mucho sentido la investigación y desarrollo de robots humanoides ¿no?

Bueno, pues sí que puede tener sentido, incluso puede que mucho sentido. El que no tengan, si mi intuición es cierta, un gran mercado a corto, no quiere decir necesariamente, que no lo puedan tener en en el medio plazo, por lo que las empresas pueden apostar por ello sin confían en ese mercado futuro, e irse posicionando tecnológicamente e incluso a nivel imagen. Incluso, pudiera suceder que aunque el mercado no sea masivo, existan nichos donde, si se equilibran bien precios y costes, pueda ser rentable ya ahora mismo.

Pero hay otro motivo que, en el fondo, es el que inspira este post, un argumento que me encuentro leyendo el libro libro 'Los robots y sus capacidades' editado por CSIC y escrito por Elena García Armada.

La autora nos muestra un argumento interesante que aportan algunos defensores de la robótica humanoide:


Otros defensores del desarrollo de robots personales humanoides defienden la importancia de aspirar a tan desafiantes desarrollos debido a la tecnología intermedia a la que pueden conducir en el camino y que resultaría muy importante desde el punto de vista comercial y en otras actividades industriales.


Es decir, estaríamos desarrollando robots humanoides, o al menos investigando en ellos, no tanto con el objetivo, al menos a corto plazo, de desarrollar un gran mercado de estos robots, sino como una forma de investigación de tecnologías que son de aplicación en otros campos.

En ese sentido, conviene recordar cómo el desgraciado desarrollo de bombas como las V2 alemanas en la Segunda Guerra Mundial puso las bases para los cohetes espaciales posteriores y cómo, los propios programas de exploración especial, muy especialmente el programa Apolo, generaron una enormidad de avances de todo tipo que luego se han aplicado y llevado con éxito al mercado.

Recordemos igualmente, la gran sinergia y puntos de contacto que una robótica humanoide tendría con la robótica tradicional (especialmente en aspectos cinemáticos, dinámicos y de control, así como en sensores), con la inteligencia artificial en todo lo que tiene que ver con capacidades cognitivas o, como en su momento señaló Elon Musk, con el vehículo autónomo.

No parece descabellado, pues, que no sólo la robótica humanoide se nutra de aportaciones de otras disciplinas sino que, en la otra dirección, los avances que se puedan producir en investigación en robótica humanoide se puedan trasladar a su vez a otro tipo de aplicaciones con un mercado más claro actualmente. Y, en este sentido, la pura investigación y la innovación, aunque fuese una innovación colateral, serían motivos que podrían justificar la inversión en robots humanoides, desarrollando y mejorando la tecnología, a la espera de conseguir un mayor mercado propio y sin renunciar a ese mercado propio de robots humanoides.


Elon Musk, Optimus y el Producto Mínimo Viable


Esta idea del uso de robot humanoides como plataformas para la innovación, me lleva a una pequeña digresión que no me resisto a hacer.

Hace unos meses, en Octubre de 2022, se produjo un gran revuelo mediático con la presentación de una primera realización de Optimus, el robot humanoide de Tesla, abanderado por su mediático y también polémico fundador, Elon Musk. Esa presentación, rodeada por otros lanzamientos de robots humanoides, me inspiró entonces el artículo '¿Están los robots humanoides ya aquí?'.

En general, Optimus generó una reacción de una moderada decepción porque no era un robot tan original y avanzado como se esperaba ni, por supuesto, a la altura, al menos de momento, de la promesa de Elon Musk.

Pero la presentación de Optimus en 2022, donde aunque un poco primitivo, se veía al menos ya a un verdadero robot humanoide, había estado precedido por una presentación previa en 2021 de la idea, donde el 'papel' de robot lo hizo un humano disfrazado de robot, una presentación que fue claramente criticada como una especie de pantomima.

Resulta difícil meterse en la cabeza de Elon Musk, un personaje visionario y con innegable personalidad y carácter emprendedor, pero también excéntrico, arriesgado y polémico. Y no me parece que Elon Musk sea una persona que vaya a seguir metodologías establecidas. 

Pero hace pocos días, pensando en esta idea de los robots humanoides como forma de innovación, se me ocurrió enlazar el planteamiento de Optimus con lo que preconizan métodos como Lean Startup y su famoso concepto del Producto Mínimo Viable, productos no finales, aún no terminados, pero que permiten, con bajo coste, experimentar con el mercado intentando identificar sus necesidades, deseos y aquello por lo que pagaría.

Y, aunque insisto, no veo a Elon Musk siguiendo metodologías, se me ocurre que esa polémica presentación de un Optimus que era un humano disfrazado, no era más que una forma, bien que excéntrica y arriesgada, y quizá no intencionada, de realizar un Producto Mínimo Viable, una forma, muy barata, de presentar un concepto al mercado, ver cómo reaccionaba y recoger y aprender del feedback que ofrecía. La segunda presentación de Optimus, con un robot ya real, sería un prototipo, una forma de producto mínimo viable más evolucionada y también claramente más cara, pero sin llegar aún ni de lejos a la inversión y desarrollo totales necesarios para un verdadero producto final. Una nueva forma de reducir el riesgo de invención (la viabilidad técnica real del producto y el riesgo cliente (aceptación del mercado).

Quizá, quizá, este uso, puede que no intencionado por parte de Elon Musk de ideas como el producto mínimo viable, pueda servir de confirmación a ese empleo de la robótica humanoide como una forma de innovación.


Conclusiones


Mis conclusiones, todavía provisionales: aunque intuyo que a corto plazo, los robots humanoides no van a gozar de un gran mercado, sí podría tener sentido, aunque asumiendo un cierto riesgo, investigar y trabajar con ellos. Por un lado, se pueden aprovechar nichos de mercado realmente abordables a corto plazo y, además, son una forma de investigación trasladable a innovaciones en otros mercados tecnológicamente adyacentes mientras se desarrolla un mercado propio.


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