Dicho así, puede parecer que se nos está yendo esto de las manos.
Puede parecer que estamos idolatrando el fracaso y, en cambio, considerando al éxito como un problema.
No, no es eso.
Al menos personalmente no idolatro el fracaso. El fracaso es negativo. Lo que sucede es que en innovación (y probablemente no sólo en innovación) es preciso mantener una razonable tolerancia al fracaso siempre que el trabajo que haya conducido al fracaso haya sido realizado con rigor, buenas prácticas y buena intención.
Y debemos mantener una cierta tolerancia al fracaso porque si no lo hacemos estaremos matando la creatividad, la innovación y la iniciativa y el resultado global es mucho peor.
Y cuando ahora hablamos del problema del éxito no estamos, evidentemente, demonizando el éxito. El éxito es evidentemente bueno.
Sin embargo es interesante la llamada de atención que hace Eric Ries a propósito del éxito cuando de startups y de innovación en grandes organizaciones hablamos. Nos dice:
Although I ackonwledge tha fact that most startups fail, the hardest part for most organization is knowing what to do when they succeed.
A lo que Ries se refiere, y ese es un mensaje nuclear de su último libro 'The startup way', es a que la dinámica de una startup es diferente de la de una empresa madura. Cuando se está innovando se va más rápido, se arriesga más, se busca más al cliente y el mercado que a la eficiencia.
Sin embargo, la gran empresa de éxito es más lenta, asume mucho menos riesgos, controla más y ello para conseguir eficacia y, sobre todo, eficiencia, para hacer el negocio controlado y escalable.
El éxito de una startup o un grupo de innovación interna supone dar un salto. Supone que lo que empezó con una dinámica de startup debe escalarse y para ello integrarse en la dinámica de la empresa madura y eficiente.
Un salto que, de forma similar al abismo que identificaba Geoffrey Moore, puede hacer que lo que era un éxito se torne en fracaso o que, simplemente, no sepamos cómo gestionar ese éxito.
Y ese es el punto. No es que el éxito sea malo, evidentemente que no, es que hay que saberlo gestionar.
En el mundo de la innovación, con esto de éxitos y fracasos, al final pasa como en el deporte, lo importante es saber perder... y saber ganar...
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